Del Domingo, 14 de Septiembre de 2025 al Miércoles, 17 de Septiembre de 2025
El poeta Daniel Zazo regresa con ‘La liturgia de la carne’, un libro en el que profundiza en la relación entre la sensualidad, la iconografía religiosa y la experiencia mística.
A través de 60 poemas, Zazo establece un diálogo entre lo sagrado y lo profano, tomando referencias de la Biblia, la pintura renacentista y barroca, y la historia del arte para construir una visión poética en lo que es su quinto poemario.
Nacido en Ávila en 1985, comenzó su relación con la poesía influenciado por la música de autor, como la de Joan Manuel Serrar, Silvio Rodríguez y Luis Eduardo Aute. Su primera incursión en la escritura fue en la adolescencia, cuando copiaba poemas de Benedetti y Neruda en la Biblioteca Pública. A los 16 años ganó un certamen provincial, pero no publicó su primer libro hasta 2016, 'Que ardan los fuegos', al que siguió 'La periferia del deseo'.
La nueva obra, tras 'Las manzanas de Iduna', fue escrita a lo largo de dos años (2022-2024) y su estructura está inspirada en la liturgia cristiana, dividiéndose en siete partes que corresponden a momentos de la misa, como la eucaristía o la homilía. Para su elaboración, el autor se sumergió en un profundo proceso de documentación, revisitando textos bíblicos, cuadros y esculturas religiosas.
Uno de los mayores retos que enfrentó fue la sensibilidad del tema. "Es un libro que podría levantar ampollas en algunos sectores, pero mi intención es sacralizar lo profano sin profanar lo sacro", explica.
Iconografía religiosa
El poemario toma como punto de partida la iconografía religiosa, con especial atención a la mística y a artistas como Caravaggio, Murillo o Miguel Ángel. "Creo que la pintura religiosa ha sido tradicionalmente erótica", afirma Zazo, mencionando ejemplos como el ‘Cristo’ de Velázquez o las Inmaculadas de Murillo.
Zazo explica que el título del poemario es “una clara alusión y un juego a la parte más carnal de los seres humanos”. Reinterpreta cuadros religiosos y pasajes bíblicos, otorgándoles un nuevo significado en el que él mismo se convierte en protagonista: “Obviamente -explica- los doy una significación diferente, hay una resignificación de estos cuadros y de estos momentos y pasajes bíblicos en los que al final soy yo el protagonista de ellos”.
Si bien la temática del libro supone una novedad respecto a sus obras anteriores, el poeta considera que su estilo mantiene una línea de continuidad: “Sigo manejándome mucho con las imágenes y con el peso fuerte que tiene una imagen en un poema, con la parte más plástica de las palabras”.
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