Al caer la noche, las calles del municipio se han llenado de hogueras encendidas para purificar y proteger a los caballos y jinetes que han participado en esta ancestral tradición. A través de las llamas y el humo, los equinos han desfilado con elegancia y valentía, envueltos en un espectáculo único.

La noche ha transcurrido con tranquilidad, ya que la ausencia de viento permitió que el humo se disipara con rapidez, facilitando la visibilidad de las luminarias y el desfile de los caballos. Como suele ocurrir cada año, algún caballo sufrió pequeños resbalones debido a los adoquines de las calles, pero sin incidencias. Todo ello al saltar las hogueras prendidas en la empinada calle principal.

La festividad, en la noche anterior a San Antón, atrae cada año a numerosos visitantes que no quieren perderse esta celebración, cuyo origen se remonta a hace siglos, a un ritual con el que se quería alejar los espíritus que se creía, provocaban epidemias que diezmaban al ganado. Con su espectacularidad visual, las luminarias quieren simbolizar la bendición de los animales, garantizando su salud y bienestar para el año que comienza.  

El ambiente festivo se ha complementado con la participación activa de los vecinos, quienes avivaron las hogueras con los ramos que recogieron el fin de semana. La forma de compartir la tradición es la de, después de montar sobre los caballos, aprovechar los rescoldos de los fuegos para asar chuletas y otros productos cárnicos.

Aunque la polémica sobre la seguridad y el bienestar animal acompaña año tras año a esta celebración, los organizadores, desde la Asociación en defensa de las Luminarias y amigos del caballo (Adeluaca) se asegura que todas las medidas necesarias se toman para garantizar el cuidado de los caballos durante el evento.