Después de la noche del viernes al sábado, José Raúl Muñoz, presidente del Grupo de Observadores Astronómicos de Ávila (GOAA), ha expresado su decepción ante la ausencia del fenómeno: “no pudo ser, en la noche del sábado al domingo las previsiones eran relativamente optimistas y el óvalo auroral avanzaba desde Siberia hacia el oeste, indicando posible previsión de auroras sobre las 23.00 horas (21.00 UTC)".

Desafortunadamente, se frustró la esperada aparición porque la actividad geomagnética, crucial para la formación de las auroras, decayó abruptamente. "Unas tres horas antes, la actividad geomagnética se desplomó y no pudimos disfrutar de este evento único una segunda noche", ha lamentado.

Las auroras boreales, también conocidas como las luces del norte, son un fenómeno natural que ocurre cuando las partículas cargadas del sol chocan con la atmósfera terrestre, creando un espectáculo de luces vibrantes en el cielo. Aunque es más común ver este fenómeno en regiones cercanas a los polos, condiciones particulares pueden permitir su visualización más al sur.

Para aquellos afortunados que presenciaron el evento la noche anterior, el recuerdo permanece vívido. "Para los que pudieron disfrutarlo será un recuerdo indeleble que quedará marcado como 'aquella noche en la que el cielo nocturno se tornó rojo...'”, ha expresado Muñoz.

Aunque las posibilidades de observar auroras boreales en latitudes tan bajas son escasas, el fenómeno no se olvidará para quienes lo presenciaron. “Para el resto, nos quedará esperar que pueda repetirse el evento, lo que es muy difícil, o viajar a la península escandinava o Islandia para cazar las luces del norte", ha explicado el presidente del grupo de observadores.