Tras un derrumbe parcial de uno de sus muros, el pasado martes 27 se ejecutó el derribo del edificio que unía la calle Deán Castor Robledo y la plaza de Las Vacas.
Desde hacía años se encontraba apuntalado y amenazando ruina, con el consiguiente peligro para peatones y edificios colindantes lo que, desde luego, era la primera cuestión a solventar. A ello se añadía que, por su estado de abandono, los vecinos habían denunciado que se trataba de un criadero de ratas, cucarachas o palomas.
Comparto plenamente su queja y la demanda de soluciones. Nadie querríamos vivir en un entorno así.
Sin embargo, tirar el inmueble no era la mejor solución, ni siquiera era una buena. Una vez más, en Ávila se ha desatendido el valor de aquella arquitectura histórica que no es de origen nobiliario o religioso, prácticamente a excepción de las murallas. Aunque sin la misma importancia, se trata de un caso cuyos ejemplos tristemente paradigmáticos fueron la Fábrica de Harinas, la Maqcbara o los inmuebles del lienzo sur del Mercado Grande.
El edificio que hemos perdido, pese a su aspecto exterior, era un notable ejemplar de la escasa arquitectura popular que queda en la ciudad y que en buena medida se conserva en los entornos de las iglesias de Las Vacas, San Nicolás y Santiago. Bajo las capas de revocos era posible ver que sus muros estaban levantados mediante un aparejo de ladrillo y cajones de encofrado de tierra dispuesta en tongadas que estaban completamente a la vista en la zona que había sido previamente apuntalada. Se trata de un sistema sencillo y efectivo, empleado en Ávila en épocas de dificultades económicas incluso en edificios monumentales. De hecho, se usó y aún se mantiene en los muros interiores de la actual iglesia de San Ignacio de Loyola, cuyo origen se encuentra en el momento en que fue reformada por los jesuitas en el siglo XVII. Igualmente se debió de usar en el antiguo convento del Carmen Calzado antes de 1670, cuando se hacía referencia en la documentación a que sus paredes estaban “massadas con barro”. Entre los vestigios que de este último se conservan en el Archivo Histórico Provincial existe todavía un muro muy similar a algunos de los de la construcción que acabamos de perder.
![[Img #146344]](https://avilared.com/upload/images/03_2024/8987_derribol_vacas_mar24.jpg)
A esto se suma que durante el derribo quedó al descubierto parte de la fisonomía original de su portada. Pese a que últimamente su puerta principal era muy sencilla, de madera, lo cierto es que al caer los revocos quedó a la vista parte de la original, que se configuraba mediante un arco del que pude alcanzar a fotografiar uno de sus arranques. Hubiera sido del mayor interés poder saber qué tipo de ventanas cegadas existían al Este de la portada, así como conocer otros elementos de los que hoy sólo nos queda el muro orientado hacia la plaza de Las Vacas. Las generaciones venideras se tendrán que conformar con él, con fotografías, o con el dibujo de su perímetro en planos como el de Francisco Coello (1864) o el del Plan Especial del Conjunto Histórico de Ávila (2019), en que se señalaba el inmueble como integrante del conjunto histórico de la ciudad. Igualmente, para el futuro queda realizar en el solar una excavación arqueológica, dado que se sabe que la casa estaba situada en plena morería y podrían existir restos de los siglos XV o XVI.
Ojalá que los propietarios cumplieran con sus obligaciones sin causar perjuicios al resto de ciudadanos y que tomaran conciencia de que los inmuebles de los que son titulares en el barrio, al ser muchos de ellos patrimonio histórico, en cierto modo nos pertenecen a todos y a las generaciones futuras. Ojalá que, en lugar de derribos, se pudieran decretar por las administraciones apuntalamientos y saneamientos forzosos a costa de los propietarios. Que además fueran previos a rehabilitaciones científicas con ayuda de fondos públicos y con obligación de dar un nuevo uso al inmueble en el entorno de un barrio en que se conservasen bien restaurados sus edificios significativos. Quizá en la línea que se ha seguido en Segovia con su judería o con sus canonjías, manteniéndolas e incorporándolas como un elemento distintivo más al vasto patrimonio que ya de por sí tiene. O tomando como ejemplo casos cercanos como los de la Plaza de la Villa de Arévalo o el del casco de Bonilla de la Sierra, todos ellos con sus virtudes y tratando de eliminar sus posibles defectos. Ojalá que los políticos dejen de alimentar las prisas por los derribos presos de intereses cortoplacistas. Y ojalá que los historiadores del arte sepamos transmitir el valor de estas arquitecturas para que todas las entendamos en su interés.
Esperemos que sea esta la última pérdida de este tipo que tengamos que lamentar, en unos tiempos en que el edificio del antiguo bar Monet -que era de características y antigüedad comparables- o la estación de tren de Mingorría han desaparecido por la misma vía. En que no sabemos qué será de los bienes artísticos de los conventos que se deshabitan, como el de Santa María de Gracia en la ciudad o el de las carmelitas de Piedrahíta. Y en que están pendientes de un hilo otras casas similares en Las Vacas y, no lo olvidemos, siguen esperando su momento el convento de Las Gordillas o la antigua Fábrica de la Luz junto al río Adaja.
![[Img #146346]](https://avilared.com/upload/images/03_2024/8458_plano_coello.jpg)
Abulense | Sábado, 02 de Marzo de 2024 a las 15:54:17 horas
Qué casualidad. Nunca, en las décadas que llevaba esta casa así, se les había oído hablar de su valor arquitectónico. Lo hacen cuando y se ha caído. Si hubiera sido tan importante, ¿por qué no acudieron a la Junta de Castilla y León, que es la competente en conservación del patrimonio, o a alguna entidad privada para buscar financiación? Si tanto valor tenía esta construcción, ¿por qué no montaron una plataforma o un colectivo para buscar dinero y comprar el inmueble y rehabilitarlo? Es mucho más fácil lamentarnos cuando ya no hay remedio y quedarnos tan tranquilos en nuestro sofá en vez de buscar soluciones.
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