Para su cliente, tanto la fiscalía como la acusación particular piden diez años de cárcel por un delito de agresión sexual por unos hechos que sucedieron en la capital abulense en diciembre de 2020, cuando la víctima tenía 16 años, la mitad que el acusado. 

Según ha narrado la menor, el hombre la contactó para ver cómo podían ayudar al sobrino de este, con quien la víctima mantenía una relación de amistad al haber residido en el mismo centro de menores en Soria. 

Previamente, tal como ha contado, solo se habían llegado a ver una vez durante pocos minutos. El día de los hechos, el acusado le dijo que "la tenía que decir algo importante sobre su sobrino”, por lo que quedaron durante el recreo del instituto, donde fue a buscarla en coche. 

“Yo no conocía Ávila, no sabía dónde íbamos ni nada. Me dijo que su sobrino había hecho algo que no estaba bien dentro del centro”, ha relatado la menor, necesitando una pausa para continuar. “Ahora sí que sé dónde está el sitio, porque lo he visto y era la plaza de toros, en los aparcamientos. No había gente, no había nadie y yo no sabía lo que era. Me lo estaba explicando [lo ocurrido con su sobrino] y me dijo que fuera para atrás, que íbamos a estar más cómodos y entonces yo le hice caso porque fui tonta, ¿vale? No lo pensé, no sabía que iba a pasar eso”. 

A mí me importaba su sobrino

“Yo me estaba agobiando, porque a mí me importaba su sobrino. A mí que me digan que ha pasado algo, que ha hecho algo, me duele”, ha relatado. 

“Él me pidió que se las enseñara [las cicatrices]”, en referencia a las autolesiones que la víctima se ocasionaba por sus problemas de conducta. Ante las preguntas de la fiscalía sobre por qué el acusado le pidió que pasara al asiento trasero del coche, ella ha respondido que el hombre “dijo que iban a estar más cómodos para que se las enseñara”. 

A partir de ese momento, la menor no tiene a penas recuerdos, se quedó paralizada y sin saber reaccionar: “te quedas en otro mundo, no puedes moverte, no puedes hacer nada. Por dentro sientes que no puedes más, que no. Que te bloqueas y no puedes. Es como estar rígido y no poder hacer nada. Pero por dentro gritar, pero no puedes gritar”, ha confesado ante preguntas de la acusación particular. 

Lo que recuerda es “ver sangre” en las manos del acusado, que fue lo que la hizo reaccionar: “lo único que me hizo conectar con mi mundo fue ver la sangre”, ha asegurado. Tras lo ocurrido, le pidió regresar inmediatamente al instituto. 

Víctima de abusos en el pasado

“Volví a tener los mismos sentimientos de estar sola”, ha narrado la menor, pues ha sido víctima de abusos sexuales en el pasado, “pensando que me iba a quedar sola porque la habían jodido la vida. Estaba destrozada”, asegurando que sentía que “ya no servía para nada y que podían hacerla lo que los dé la gana”. 

“Si han sido capaz de hacértelo a ti, cuantas personas más van a hacértelo, cuando quieran. Porque si te has dejado, si has permitido que esta situación pase, por qué no va a volver a pasar”, ha afirmado durante la vista oral sobre lo que sintió en el momento de los hechos. 

Aquello fue lo que la llevó a contárselo a sus educadores. “Yo no digo que no me pueda volver a pasar, pero si tengo la oportunidad de que no le pase a otra persona, aunque me vuelva a pasar a mí. Pero prefiero que me pase a mí, porque sé que en algún momento lo superaré, no sé cuándo, pero que no le pase a otra persona.”

Su intención era ayudar a su sobrino

Además, ha asegurado que “desde el primer día” le aseguró al acusado que su intención era ayudar al sobrino de este, aunque ella también necesitaba ayuda, pero “a veces, cuando uno no se puede ayudar a uno mismo, intenta ayudar a los demás”. 

Asimismo, ella confió en que el hombre, la ayudaría a ella con sus problemas, añadiendo que “no pensaba ni sabía que iba a terminar así”.

Ha sido ante las preguntas de la defensa cuando la víctima ha necesitado unos minutos para reponerse, cuando el abogado ha comenzado a cuestionar su reacción el día de los hechos.