Durante el juicio celebrado el 25 de mayo en la Audiencia Provincial de Ávila, el fiscal pidió nueve años de prisión por un delito de agresión sexual y la abogada de la defensa la libre absolución, ya que el condenado se declaró inocente, mientras que la acusación particular elevó la solicitud de pena hasta los 12 años. La sentencia aprecian un delito de abuso sexual y no de agresión, como solicitaba el ministerio fiscal.

Al joven, que entonces tenía 21 años, también se le prohíbe aproximarse a la víctima, que contaba con 19 años, a una distancia inferior a 300 metros y comunicar con ella por cualquier medio durante diez años, a la vez que le impone la medida de libertad vigilada durante seis años, con posterioridad a la ejecución de la pena de cárcel.

Además, le impone una pena, como autor responsable de un delito leve de lesiones, de dos meses de multa, con una cuota diaria de seis euros, que supone 360 euros, y deberá indemnizar a la víctima con 10.000 euros en concepto de responsabilidad civil y los intereses procesales, así como al pago de las costas, incluidas las de la acusación particular.

El fallo de la Audiencia Provincial puede ser recurrido en apelación ante el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León.

Ella se negó

Los hechos ocurrieron el 11 de agosto de 2019 en un chalé de Navaluenga, donde llegó de madrugada un grupo de una docena de jóvenes tras haber hecho botellón y cerrar la discoteca. En la buhardilla de la casa fue donde el joven penetró analmente a la chica, aunque él negó el hecho. La joven reconoció que se quedaron solos besándose y "de mutuo acuerdo", ya que se sentía "cómoda", hasta que él "se calentó y se levantó", según el relato de la víctima, que le dijo que no quería ser penetrada analmente, algo que él "oyó perfectamente".

A pesar de ello, la volteó y, aunque pensaba que la iba a "respetar", no fue así y notó una penetración "rápida", según la víctima, quien aseguró que el condenado no llegó a eyacular. Ella le rechazó a patadas, mientras que él la agarró de las manos y del pelo y la lanzó contra otra cama.

Según los fundamentos de derecho, el testimonio de la joven fue "reiteradamente expuesto sin contradicciones ni ambigüedades, habiendo comparecido en el acto del juicio oral a prestar testimonio, con pleno sometimiento a los principios de inmediación y contradicción, coincidiendo todas las declaraciones prestadas por ella en el punto esencial". Ese punto esencial dice: "si bien mantuvieron un contacto de índole íntima mutuamente consentido, limitado a besos, lo cierto es que llegado un momento cuando el acusado le propuso mantener relaciones sexuales anales, manifestó de una forma verbal, expresa, clara y patente a aquel su voluntad en contra de tal práctica".

En los hechos probados de la sentencia se indica que la joven presentaba "hematoma en el tercio medio de la cara interna gemelar de la pierna derecha, otro más pequeño en cara interna de rodilla izquierda y una pequeña erosión en la cara anterior del cuello, sin que presentase lesiones en la región anal, precisando una sola asistencia facultativa". También que tuvo que recibir tratamiento psicológico con sintomatología ansiosa y depresiva.

En los hechos probados se indica que “en la parte delantera de la braga, tipo tanga, se encontró una mancha de restos orgánicos, que dio negativo al test de orientación para detectar la presencia de semen, pero de la que se obtuvo un haplotipo parcial de cromosoma" que es "coincidente con el indubitado del joven".