Se trata del mismo municipio que el pasado domingo sufrió la pérdida de un poni y de un becerro y que ahora ha visto cómo los cánidos han acabado con una novilla de dos años y medio y de un becerro de solo dos días, que murió tras resultar herido.
Esta situación, según Asaja, demuestra el "grave problema" que tiene este colectivos y al que la Junta "no ha sabido dar respuesta ni antes, ni durante la crisis sanitaria del Covid-19".
Para el dueño de la explotación en la que murió una novilla de dos años y medio, Javier González, se trata del segundo ataque que sufre en menos de una semana.
Por ello, esta organización agraria sostiene que los ganaderos "están cansados de la impunidad de los lobos y del silencio de las administraciones ante esta situación".
Además, como consecuencia de la crisis sanitaria, estos siniestros son "más difíciles de gestionar", ya que "no se pueden realizar viajes y los peritos de los seguros no son considerados esenciales", de ahí que la tramitación del mismo se deba realizar por videoconferencia.
Asaja hace referencia a la estimación de que en la provincia de Ávila viven 13 manadas de lobos de nueve miembros cada una, a los que se suman los ejemplares solitarios, unas cifras oficiales que "duplican la población del lobo de las provincias limítrofes". Consideran que el censo "no es real", ya que la población del lobo "tiene un crecimiento constante y sin control, que con toda seguridad aumentará esta primavera".
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