Según ha informado el Consistorio, en la Comisión informativa de Presidencia se ha dado cuenta de varios informes, en los que se pone de manifiesto que la medida contribuye a la conciliación laboral y familiar a la vez que se plantea su autorización en “pruebas” durante el curso escolar actual, “evaluando el impacto, pudiendo suspender esta autorización debido a un incumplimiento de los fines y objetivos por lo que se ha puesto en marcha, y en aras de la seguridad de todos”.

La medida entrará en vigor "una vez sea aprobada en los órganos correspondientes" municipales y será sometida a evaluación el próximo mes de julio. Precisamente en ese mes se cumplirán cuatro años desde que se peatonalizó esta plaza junto a plaza de Pedro Dávila, y las calles Pedro de Lagasca y Cuchillería. Sin embargo, la plaza ahora no ofrece la misma fisonomía, puesto que las obras efectuadas estaban destinadas a un entorno solo para peatones.

Según el Consistorio de la capital, la medida es “la ampliación de la flexibilización del tráfico en la plaza Teniente Arévalo", lo que afectará a las otras vías aledañas.

De este modo, podrán acceder los vehículos que "transporten alumnos del Colegio Diocesano en días lectivos del calendario escolar" entre las 7,30 y las 9,30 horas, y entre las 14 y las 16 horas.

En la actualidad, el acceso a esta zona está restringido a furgonetas y vehículos para carga y descarga en comercios cercanos, así como para los clientes que accedan a los hoteles y los vecinos.

Después de la apertura al tráfico, "podría suspenderse esta autorización, debido a un incumplimiento de los fines y objetivos por lo que se ha puesto en marcha, y en aras de la seguridad de todos". En julio se decidirá si la medida sigue en marcha o se vuelve a la situación anterior.

Informe

El informe que sirvió en 2016 para peatonalizar el entorno destacaba que así se “recupera una zona de gran interés cultural y monumental en el casco urbano”, que supone 2,3 hectáreas, que completarán las 6,3 de las zonas ya peatonalizadas, sumando así 8,6 hectáreas.

Explicaba el documento que la utilización del vehículo en la zona se hacía para buscar aparcamiento y “de un lugar para una parada corta en el tiempo”, pues “la circulación se circunscribe a la entrada y giro para volver a salir por la calle Caballeros”. Y así “se produce un bucle que en muchos momentos puede hacer que la circulación, por un lado no sea del todo segura, al encontrarse con calles sinuosas y estrechas, y por otro que esta circulación sea lenta, con paradas continuas en algunos momentos del día”.

También ponía de manifiesto la “circulación inducida” para la búsqueda de plaza en alguno de los 17 estacionamientos de la ORA situados entonces en la zona, “circunstancia que hace que la mayoría de los vehículos no encuentren estos y vuelvan a salir por donde han entrado”.

Entradas y salidas

“La mayor parte de las incidencias, sin duda, son las entradas y salidas del Colegio Diocesano”, advierte el informe, ya que “produce retenciones y ocupaciones irregulares del espacio”, que además genera “una ralentización del tráfico y un exceso de ocupación de la capacidad de las vías, con el consiguiente perjuicio para los vecinos, que se encuentran con dificultades a la entrada y salida de sus garajes”, además de “una posible situación de riesgo por el exceso de vehículos con respecto al soporte de las vías”,.

Los beneficios de la peatonalización en aquel informe eran los relacionados con una "mejora de la movilidad peatonal de la zona y el uso y disfrute de los usuarios, y en concreto de los 111 vecinos empadronados en el contorno”, además de “aumentar la seguridad de los peatones en la zona centro, sobre todo en las calles estrechas y con gran afluencia de niños por la existencia de un colegio”.

También se subrayaba la reducción de las emisiones contaminantes, ya que los vehículos “circulan en marcha lenta y parados con el motor en funcionamiento en horas punta”, además de la “mejora la calidad de vida de los residentes por la reducción de ruidos con mayor espacio para el disfrute ciudadano”.