El estudio técnico elaborado en 2016, previo a la peatonalización que entró en vigor en julio de ese año, era más que favorable para que dejase de entrar el tráfico rodado por los beneficios para la zona, para los vecinos y para la seguridad de los escolares que van al Colegio Diocesano.

El informe que llevó a la peatonalización de las plazas Pedro Dávila y Teniente Arévalo, así como de las calles Pedro Lagasca, Cuchillerías y Pla y Deniel, ponía de manifiesto que en la zona había 17 plazas de estacionamiento, otras tres para personas de movilidad reducida y tres más de carga y descarga.

Según refiere el documento, la utilización del vehículo en la zona se hacía para buscar aparcamiento y “de un lugar para una parada corta en el tiempo”, pues “la circulación se circunscribe a la entrada y giro para volver a salir por la calle Caballeros”. Así, dice el informe, “se produce un bucle que en muchos momentos puede hacer que la circulación, por un lado no sea del todo segura, al encontrarse con calles sinuosas y estrechas, y por otro que esta circulación sea lenta, con paradas continuas en algunos momentos del día”.

Y llamaba la atención sobre el hecho de que la “circulación inducida” se produce para la búsqueda de plaza en alguno de los 17 estacionamientos de la ORA situadas en la zona, “circunstancia que hace que la mayoría de los vehículos no encuentren estos y vuelvan a salir por donde han entrado”.

Exceso de vehículos

“La mayor parte de las incidencias, sin duda, son las entradas y salidas del Colegio Diocesano”, advierte el informe, ya que “produce retenciones y ocupaciones irregulares del espacio”, que además genera “una ralentización del tráfico y un exceso de ocupación de la capacidad de las vías, con el consiguiente perjuicio para los vecinos, que se encuentran con dificultades a la entrada y salida de sus garajes”, además de “una posible situación de riesgo por el exceso de vehículos con respecto al soporte de las vías”,.

Los beneficios de la peatonalización expuestos en el informe están relacionados con una "mejora de la movilidad peatonal de la zona y el uso y disfrute de los usuarios, y en concreto de los 111 vecinos empadronados en el contorno”, además de “aumentar la seguridad de los peatones en la zona centro, sobre todo en las calles estrechas y con gran afluencia de niños por la existencia de un colegio”.

Otras ventajas expresadas son la reducción de las emisiones contaminantes, ya que entonces, se indica que “circulan en marcha lenta y parados con el motor en funcionamiento en horas punta”, y la “mejora la calidad de vida de los residentes por la reducción de ruidos con mayor espacio para el disfrute ciudadano”.

Según los datos reflejados entonces, los residentes eran 111, los vehículos 100, los vados diez y los comercios 15.

El informe concluía, además de la necesidad de controlar los accesos, como así se hizo, que la peatonalización conseguía “recuperar una zona de gran interés cultural y monumental en el casco urbano”, que supone 2,3 hectáreas, que completarán las 6,3 de las zonas ya peatonalizadas, sumando así 8,6 hectáreas.