Incluso, egoístamente, al compartir su legado en estas líneas parece que nos apropiamos de sus saberes sobre nuestra historia con la intención de construir la identidad cultural común que tanto nos une.
Es ésta una carta de despedida en la tierra, pero al mismo tiempo es una reivindicación de su legado que siempre permanecerá vivo en los estudios y la historiografía abulense, en el recuerdo de sus investigaciones, clases, conferencias, reivindicaciones sobre el patrimonio histórico, artículos y libros, en las excursiones que guio a sus alumnos al estilo de la Institución Libre de Enseñanza por Ávila, media España y Europa, y en su colección bibliófila de todo lo relacionado con Ávila (libros, fotografías, estampas, etc.).
Repasar la rica biografía de José Luis Gutiérrez Robledo (Pepe o Guti para los amigos y conocidos) sería una ardua tarea, dada su prolija actividad investigadora, las numerosas publicaciones en su haber, las ingentes lecciones impartidas, y los desbordantes trabajos y colaboraciones académicas en que se implicó.
Lo mismo que es imposible resumir el notable papel que desempeñó en el Centro Asociado de la UNED y sus cursos de verano, en la Fundación Cultural Santa Teresa, en la andadura de las Casas de Gredos, en la Institución Gran Duque de Alba, en los Archivos públicos de Ávila, en la Escuela de Turismo que dirigió, en la Universidad Complutense, en el Consejo de Fábrica de la Basílica de San Vicente, en la Fundación Santa María la Real y la Enciclopedia del Románico, en el Museo Carmelitano de Alba de Tormes, en la crónica de Barco de Ávila, en el Mudéjar de la Moraña, en los talleres de Los Serrano de la Fundación Ávila, en el asociacionismo de los “Amigos del Museo de Ávila”, de “Manqueospese la veré”, de los “Amigos del románico” y de “Avilabierta”, en el activismo en favor del patrimonio cultural, etc.
Y en el centro de todo, Ávila, su muralla, su catedral, su arte románico y mudéjar, su tierra desde la Moraña a la Sierra de Gredos, sus gentes, sus monumentos y sus creadores, cuya querencia compartía generosamente en cursos, conferencias, talleres, rutas y viajes.
En esta rica trayectoria vital han sido entonces innumerables los cruces de camino donde unos y otros (instituciones, colectivos, compañeros, alumnos, amigos, investigadores, doctorandos, viajeros, lectores, etc.) se han reencontrado con su obra y contactado con su figura y entusiasta personalidad.
Y de la experiencia personal de tantas gentes en el transitar común por la tradición histórica abulense saldría, sin duda, un ilustrativo libro de memorias con el que configurar la amplia biografía de José Luis Gutiérrez Robledo, y con ello de una parte importante de Ávila.
La participación de todos cuantos nos acercamos al emocionante trabajo de José Luis Gutiérrez se presta al “robo” desinteresado de su bagaje y sapiencia dejada en herencia para todos, herencia inagotable de la que bebieron particularmente sus aventajados alumnos de doctorado en las tesis que dirigió a José Manzo, Antonio Pedro Molero, Rosalía Holgueras, Mª Isabel López, Raimundo Moreno y Jesús Gascón.
Es entonces en este ejercicio de remembranza cuando anotamos algunos ejemplos de encuentros y coincidencias que tuvimos a lo largo de su larga trayectoria intelectual, igual que ello se producirá, a buen seguro, en otros ámbitos y por otras instituciones y distintos allegados con los que compartió sus conocimientos e inquietudes sociales y también políticas.
Ahora tomamos algunos detalles de su participación generosa en algunas actividades que, sin ánimo de relevancia en su currículum, sí dan muestra de su talla comprometida con la divulgación de la historia de Ávila, aparte de hacerlo también en talleres, cursos y lecciones, jornadas diversas y otros actos tanto académicos o dirigidos al público en general.
![[Img #102384]](https://avilared.com/upload/images/10_2019/5980_guti3.jpg)
Por puras circunstancias de cercanía y amistad nos detenemos en aspectos que resultan más familiares a quien suscribe, y comenzamos por la participación de José Luis Gutiérrez en las actividades de la Asociación de Amigos del Museo de Ávila de la que era miembro, y en las del propio Museo.
Así, recordamos su trabajo en el desarrollo de la exposición organizada por la UNED con motivo del IX Centenario de la Conquista y Repoblación de Ávila (1085-1985) con la exhibición de documentos para su historia que tuvo lugar en 1985 y 1986 en el Museo de Ávila que dirigía María Mariné.
También rememoramos su conferencia en la presentación en 1998 del libro editado por los Amigos del Museo en homenaje a Sonsoles Paradinas que incluía interesantes investigaciones de Ávila sobre historia, arte, arqueología, arquitectura, museología, restauración y etnología. Curiosa intervención ésta, ya que lo hizo de forma magistral resolviendo la emergencia provocada por la falta de asistencia del invitado que figuraba en el programa para tal fin.
Igualmente, es reseñable la intervención de Gutiérrez Robledo en la presentación del documental biográfico sobre D. Manuel Gómez-Moreno (TVE, 1972), dentro del programa de actividades del Museo dedicado en el año 2002 a su figura coincidiendo con el centenario del catálogo monumental de Ávila que había realizado.
Así mismo, sobre su participación en las actividades del Museo, conviene anotar el especial interés mostrado en invitar a sus alumnos de los talleres de historia del arte que dirigía en el Espacio Cultural de los Serrano a participar en las actividades del Museo y a visitar sus exposiciones (por ejemplo, las dedicadas a la fotografía histórica del Mercado Grande en 2006, a la Muralla en 2007, al Centenario del Museo en 2011, a los mudéjares y moriscos de Ávila en 2012, al 25 aniversario de la Asociación en 2013, o a ‘Ávila 1515’ conmemorativo del V Centenario de Santa Teresa en 2015).
Y en compañía de Pepe, los Amigos del Museo visitamos en 2015 una de sus obras más queridas, el Museo Carmelitano de Santa Teresa de Jesús en Alba de Tormes que dirigía y de cuya creación fue uno de los mayores artífices, además de ser el autor del libro dedicado al Monasterio de las Carmelitas Descalzas (Edilesa, 2008), congregación de la que era superiora su hermana María Sonsoles.
Finalmente, tuvimos la oportunidad de escucharle con atención en la conferencia de clausura de la exposición de dibujos de Valentín Carderera y Solano celebrada en el Museo el 29 de junio de 2018 compartiendo viejas reivindicaciones en favor de la protección del patrimonio artístico y monumental de Ávila y evitar el desastre que supusieron para el arte las desamortizaciones del siglo XIX, tema que ya había estudiado años atrás (Cuadernos abulenses, nº 28, 1999).
Cambiando de tercio, traemos a colación las colaboraciones de José Luis Gutiérrez con la revista cultural “Piedra Caballera” que yo mismo dirigía. De ello viene a la memoria la publicación en el número de enero de 1986 de la reseña de la exposición titulada “Artistas Actuales Abulenses” (Muñoz, Morante, Berrón, Pajares, Arturo Martínez, Francisco García, Paradinas, Velayos e Hidalgo), cuyos textos del catálogo había escrito haciéndose eco de la vanguardia artística del momento.
De la misma manera, en el número de agosto de 1986 de “Piedra Caballera” se recogió su resumen de la historia de Ávila que lució efímeramente junto a la figura de Minerva esculpida por Aniceto Marinas situada en la escalera del Ayuntamiento de la capital, leyenda que poco después fue sustituida con el cambio de gobierno local por los nombres de los parlamentarios que aprobaron la Constitución de 1978.
También intervino Gutiérrez Robledo en la presentación de la exposición de fotografía antigua organizada por la revista con el nombre “La historia quieta, la memoria del tiempo” (1990) que tuvo lugar en el Café-Estudio “López Mezquita” de Ávila, donde también tomamos contacto con este singular pintor que allí vivió, igual que colaboró en la distribución del libro del mismo título editado en 1997 en el tenderete libresco que se ofrecía a los participantes en los cursos de la Fundación Cultural Santa Teresa.
Así mismo, para “Piedra Caballera” escribió la introducción al libro de historia, arte y cultura popular de Mingorría (1991), localidad donde había ejercido de maestra su tía Isabel y a cuyo anejo de Zorita de los Molinos nos trasladamos para admirar la estupenda fábrica de la ermita panteón de Villa Julia construida en estilo neomudéjar por Antonino Prieto para la esposa del general y ministro Bermúdez Reina según planos de Ángel Barbero en 1892.
![[Img #102383]](https://avilared.com/upload/images/10_2019/9571_guti4.jpg)
Finalmente, también en Mingorría participó en el acto de presentación de la exposición y guía titulada “Rutas mágicas por los pueblos del Adaja” (2001) emulando a quien suscribe con el publicista segoviano el marqués de Lozoya, y con la premonición de sus futuros libros dedicados a los ríos Miño, Duero, Guadiana, Guadalquivir, Tajo y Ebro escritos junto a Joaquín Araujo (2004-2008).
En 1988, coincidimos en el trabajo de investigación sobre arquitectura popular del Valle del Tiétar que dirigió y que realizamos el arquitecto municipal y académico correspondiente Armando Ríos y uno mismo. Años antes, en 1982, Armando Ríos, académico correspondiente y mentor de Gutiérrez Robledo en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, había dibujado los detalles arquitectónicos incluidos en el libro dedicado a las iglesias románicas de Ávila.
Y de la mano de José Luis Gutiérrez Robledo conocimos mejor la obra poética de Jacinto Herrero Esteban a través del poemario “Solejar de las aves” (1980), al que en la edición de 1982 se unieron los poemas de Ávila, con dibujos de Miguel Ángel Espí y prólogo de el mismo José Luis, quien como alumno admirador de este autor, siguió con especial atención su trayectoria de gran poeta hasta el homenaje póstumo que le fue rendido en 2012 y que también protagonizó.
Por otro lado, en mi paso por la Consejería de Fomento de Junta de Castilla y León en Ávila, ésta editó, a iniciativa de su delegado Fernando Jarque Dueñas, los dibujos costumbristas de Antonio Veredas Rodríguez fechados en 1940 (“Estampas populares de Ávila”, 1989) sobre los que Gutiérrez Robledo construyó el relato ilustrativo publicado al efecto sobre sus valores artísticos y etnográficos, lo mismo que hizo con motivo de la exposición de dibujos populares de José Sánchez Merino en 1981.
Y sin salir de la esfera autonómica, donde ejerció como comisionado experto en materia de patrimonio cultural informando sobre los proyectos arquitectónicos promovidos en la ciudad, dio buen testimonio de la historia del antiguo monasterio de Santa Ana en el libro editado al efecto en 1991, año en el que se concluyó el profundo proceso de su rehabilitación para sede de la Delegación Territorial de la Junta.
Ya en el Ayuntamiento de Ávila, compartimos con Pepe el atractivo por la recuperación de la imagen histórica de la ciudad a través de la fotografía antigua, el dibujo, el grabado, la litografía, la cartografía y las antiguas publicaciones ilustradas. Ello nos permitió intercambiar originales estampas hasta entonces desconocidas para el gran público, las cuales publicamos, por mi parte y con su consejo y ayuda, en “Los Cuatro Postes de Ávila” (2002), en “Ávila dibujada” (2004), y en “La Muralla de Ávila. Fotografía Histórica” (2007), así como en “La Muralla de Ávila” (2003) coordinada por Ángel Barrios y en “Para entender las Murallas de Ávila” (2007) con textos de Serafín de Tapia y María Cátedra.
Al mismo tiempo, José Luis Gutiérrez hizo lo propio en su libro “Las Murallas de Ávila” (IGDA, 2009), entre otros títulos en los que se había anticipado, tales como algunos ya citados y en los dedicados a la antigua y desaparecida Fábrica de Harinas (1993), a Xavier Parcerisa (1994 y 1997), a la Basílica de San Vicente de E. M. Repullés (1997), a la arquitectura abulense desaparecida en la documentación del siglo XIX (1998), a la Historia de Ávila II (2000) y al románico abulense en la Enciclopedia del Románico de Castilla y León (2002), así como en las exposiciones con las que se clausuraban los cursos de arte abulense desde 1981.
Con todo, la documentación gráfica se convirtió en importante fuente de conocimiento de nuestra historia, y con Gutiérrez Robledo descubrimos en la Academia de Bellas Artes las primeras imágenes tomadas de Ávila por Charles Clifford en 1853, lo mismo que nos ocurrió con las vistas de Wingaerde de 1570, los planos de Jesús de la Llave de 1837 y de Francisco Coello de 1860, las litografías de Parcerisa y de Van Halen, las fotografías de Laurent, el fabuloso álbum de Isidro Benito, la colección publicada por Albert F. Calvert (The Spanish Series, 1908), etc., lo que luego comentó en la presentación de la exposición e introducción del libro catálogo que compusimos con el título “Ávila dibujada. La ciudad ilustrada en el siglo XIX” (2004).
Y sin salir de la casa consistorial tuvimos la oportunidad de compartir su trabajo sobre “El urbanismo abulense y sus fuentes documentales hasta 1900”, publicado junto a otras ponencias en el libro del curso “Vivir las ciudades históricas” (1999), temática que en el Ayuntamiento nos resultaba enormemente familiar y cercana al conocimiento de la evolución urbana de la ciudad.
![[Img #102382]](https://avilared.com/upload/images/10_2019/1186_guti5.jpg)
Especial relevancia tiene el fruto de su permanente dedicación a la arquitectura abulense, tanto religiosa como civil, con singular atención en la parte concejil a la obra de los arquitectos municipales de la segunda mitad del siglo XIX, título de su tesis doctoral (1988) que ya había avanzado en la revista “Cuadernos Abulenses” (nº3, 1985).
A los arquitectos decimonónicos sumó la impronta del arquitecto E. M. Repullés, de quien se ocupó en las reediciones de las monografías sobre los Panteones y sepulcros en los cementerios de Madrid (1991) y la Basílica de San Vicente (1997), y la figura del arquitecto municipal Emilio González, a cuya obra dedicó el Boletín Universitario del Centro Asociado de la UNED en Ávila (nº 5, 1987).
Igualmente, nos descubrió el buen trabajo restaurador del contratista Antonino Prieto colaborador de Repullés, y la arquitectura modernista de Isidro Benito Domínguez en los mausoleos abulenses (revista “Barataria”, nº 4, 1982), a quienes seguimos en las rutas culturales por el cementerio de la ciudad que tuvimos la oportunidad de realizar en los últimos años acompañados también por los arquitectos municipales de entonces Armando Ríos, Elena Arés y Cristina Sanchidrián.
Aparte de su entusiasmo por la arquitectura abulense del siglo XIX y primera mitad del XX, conviene añadir a ello sus esfuerzos y pasión demostrada en el estudio del románico, el mudéjar morañego capitalizado en Madrigal de las Altas Torres y Arévalo, y la muralla y catedral abulenses, de cuyo resultado investigador publicó libros y monográficos en diferentes ediciones y compilaciones, reunido todo de forma somera en la “Historia de Ávila” (T. II, 2000; T. III, 2006; y T. V, 2013), sin olvidar sumar a lo anterior su coordinación de las ilustrativas Actas de Gredos de los cursos de verano (1987-1989) y su atención a la historia de Barco de Ávila (Arquitectura y arte, 2004), de cuya localidad fue nombrado cronista oficial en 2019.
En este contexto, la ciudad declarada patrimonio mundial encontró perfecto acomodo en el libro Ávila viva” (Ayuntamiento/Lunwerg, 2005) con la aportación de José Luis Gutiérrez en el capítulo ‘Ávila: arquitectura y arte’, lo que también se produjo con el mismo interés en el libro dedicado al templo catedralicio titulado “La Catedral de Ávila. Nueve siglos de historia y arte” (Promecal, 2013).
Con todo, como incansable estudioso y buen comunicador del arte y la arquitectura, dejó profunda huella en la organización de los numerosos Cursos de Historia del Arte Abulense, los Congresos de Medievalismo y Neomedievalismo, y las Lecciones de Arquitectura Española que tomaron Ávila como escenario excepcional.
En su aventura publicista promovió la edición facsímil de la obra de Vicente Lampérez “Historia de la arquitectura cristiana española en la edad media” (Ámbito, 1999) que amablemente nos hizo llegar, al tiempo que junto al arquitecto Lampérez reconocimos a la esposa de éste, Blanca de los Ríos, una escritora que tuvo especial predilección por la figura y obra de Santa Teresa y Ávila.
Por otro lado, el museo municipal de Caprotti - Superunda inaugurado en Ávila en 2013, puede decirse que de alguna manera es el colofón de aquella exposición dedicada a la obra pictórica de Guido Caprotti organizada por el Centro Asociado de la UNED en 1982 en la ermita de San Andrés comisariada por Gutiérrez Robledo, lo que entonces fue una avanzadilla al reconocimiento de este pintor que ya era hijo adoptivo de la ciudad.
Finalmente, consecuente con su ideario sobre la conservación del patrimonio, fue un activista crítico y beligerante, aunque sin todo el éxito que hubiera querido, cuestionando algunos proyectos urbanísticos y arquitectónicos promovidos en la capital, tales como la demolición de la antigua Fábrica de harinas del puente Adaja (1994), la reforma de la capilla mayor en el presbiterio de la catedral (1999), la reordenación de la plaza del Mercado Grande y edificios del lado sur de Rafael Moneo (2000), y el proyecto de Centro de Congresos ‘Lienzo Norte’ de Pachi Mangado (2009).
Y para terminar, valgan estas líneas de justo reconocimiento al trabajo de un hombre que dedicó gran parte de su vida a darnos a conocer con rigor científico la historia, el arte y la arquitectura de Ávila, dejándonoslo todo en herencia a los legítimos protagonistas, los abulenses.
--- Jesús Mª Sanchidrián Gallego. Fue director de la revista cultural “Piedra Caballera” y Secretario Técnico del Servicio Territorial de Fomento. Actualmente es Letrado municipal y Jefe de Servicio del Ayuntamiento de Ávila, y presidente de la Asociación de Amigos del Museo de Ávila.
![[Img #102386]](https://avilared.com/upload/images/10_2019/3175_guti7.jpg)
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.140