Día Domingo, 26 de Octubre de 2025
La ciudad monumental superviviente a los franceses, la desamortización y los carlistas dibujada por Valentín Carderera en el Museo de Ávila
La ciudad monumental de Ávila, superviviente a la ocupación francesa (1808-1813), a la desamortización de Mendizabal (1836-1837) y a la primera guerra carlista (1833-1840), recobra su esplendor en los hermosos dibujos de Valentín Carderera tomados del natural en 1840 en el viaje programado para intervenir en la conservación de su patrimonio.
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Así, frente a las amenazas de aquellos años tan convulsos, donde peligraba la riqueza de nuestro acervo histórico, Carderera dejó un extraordinario testimonio artístico durante su estancia en la ciudad desde el 29 de junio al 4 de agosto de 1840, apostando decididamente por su conservación, y cumpliendo así, con creces, la tarea protectora asumida como miembro de la Comisión de Monumentos de la Academia de San Fernando.
Prueba de todo ello son las treinta estampas dibujadas entonces, procedentes de la Fundación Lázaro Galdiano, que se muestran ahora en la Casa de los Deanes en una exposición promovida por la Asociación de Amigos del Museo de Ávila que podrá verse desde el 17 de mayo hasta el 1 de julio de 2018.
La representación plástica de los monumentos abulenses que se exhiben nos sirven para descubrir a su autor, un artista que merece un especial reconocimiento y la reivindicación de su figura por su contribución documental e historiográfica en favor y defensa de la riqueza patrimonial de la ciudad que le acogió.
Se trata de Valentín Carderera Solano (Huesca 1796 – Madrid 1880), un pintor formado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de la mano de Salvador Maella y luego de José de Madrazo, formación que continuó en Italia durante nueve años. A partir de su regreso a España en 1831, desarrolló una ingente actividad como coleccionista, bibliófilo, académico, arqueólogo, historiador, erudito escritor, estudioso del mundo medieval y pionero en la divulgación de la obra de Goya, además de viajero e ilustrador infatigable de motivos y vistas monumentales de pueblos y ciudades de Castilla, León, Aragón, Navarra y Cataluña de los que hizo cientos de dibujos y acuarelas.
En su obra pictórica destaca el retrato como el género más cultivado, haciéndolo primero con estilo neoclásico y después con aires románticos, influenciado por José y Federico Madrazo, y figurando entre sus clientes la reina regente María Cristina y otros personajes de la nobleza. También pintó otros cuadros de temática religiosa, alegórica o histórica como los dedicados a la gloria de los Reyes Católicos con el título “Colón a su regreso de América” y “La rendición de Granada”.
A Valentín Carderera le descubrimos ahora en su faceta viajera de conservacionista beligerante en favor del patrimonio monumental, artístico, pictórico, escultórico, archivístico, bibliográfico, etc. Y siguiendo este especial fervor y atracción por la defensa de la riqueza patrimonial puesta en grave peligro por la desamortización del clero regular, su intervención activa se produjo como comisionado de la Real Academia de San Fernando, con la misión de inventariar, clasificar y recolectar los objetos procedentes de las comunidades suprimidas para la formación de los museos públicos, y contribuir con ello a evitar la ruina y desaparición de monumentos que serán inmortalizados a través del dibujo a modo de restauración plástica.
Y todo, a pesar de la situación propiciaba el "tráfico" de obras de arte donde los agentes intervinientes se vieron involucrados en algunas operaciones especulativas no siempre conocidas, dadas las estrechas relaciones que existían entre académicos, coleccionistas y anticuarios que se aprovechaban de la situación.
En el desarrollo de la actividad de visitador artístico, Carderera se adentra en palacios, iglesias y conventos, y se entrevista con jefes políticos, regidores, obispos, clérigos, priores y abadesas, nobles, aristócratas, y particulares amantes del arte, y lo hace con el ansia por proteger, preservar y documentar todo los que tiene valor artístico, siendo así que con esta encomienda llega a Ávila el 29 de junio del año 1840. Y ello no impidió que se generara un "tráfico" de obras de arte donde los agentes intervinientes se vieron involucrados en algunas operaciones especulativas no siempre conocidas, dadas las estrechas relaciones que existían entre académicos, coleccionistas y anticuarios que se aprovechaban de la situación,
Otro aspecto de la infatigable actividad proteccionista del patrimonio y de divulgación de las bellas artes que lleva a cabo Carderera es la que se observa en sus escritos publicados en las excepcionales revistas “El Artista” (1835-1836) y “El Semanario Pintoresco” (1837-1857), entre otras.
Ya desde el primer número de El Artista, órgano del romanticismo español que dirigía Federico Madrazo, Carderera comienza con una ardorosa defensa de las bellas artes, a la vez que propone remediar los desastrosos efectos sobre el patrimonio “enviando a las provincias y comisionando en ellas a los buenos profesores que hubiera, dotados de instrucción, probidad y decididamente amantes del arte”.
Y en la introducción histórica del arte en España que escribe se detiene en las murallas de Ávila, “las mejores conservadas del reino” (1835, T.I, p. 4) y en la “grandiosa iglesia de Santo Tomás de Ávila, donde está el sepulcro del Príncipe Don Juan” (1835, T. I, p.170), a la vez que reclama del gobierno una mayor atención por la conservación de los monumentos (1835, T. II, pp. 217-218) y reivindica con erudición la obra de Goya (1835, T. II, pp. 253-255).
La lucha de Carderera a favor del arte prosigue en el Semanario Pintoresco reivindicando la pintura de Goya (nº 120 de 15/07/1838, pp. 631-633), revista en la que coincide con el abulense José Somoza (1781-852), quien también publica un curioso texto sobre el encuentro de Goya con Lordd Wellington cuando posabá para el retrato que estaba ointándole.
Poco después de la visita a Ávila de Carderera, el Semanario Pintoresco (nº 29 de 19/07/1840, pp. 220-231) publica su reclamación de medidas públicas para evitar la “demolición de los monumentos artísticos”, reseñando llamativos ejemplos de Salamanca, Valladolid y Burgos, entre otros, ciudades castellanas donde había sido comisionado en 1836 por la Academia de Bellas Artes para su salvaguarda.
Y en este mismo número de la revista dedicada jurisconsulto Gaspar de Jovellanos (1744-1811), Ávila ocupa el lugar de referencia donde éste se licenció en leyes en la universidad de Santo Tomás en 1763.
Más aún, Ávila sigue protagonizando las páginas del Semanario Pintoresco de la mano de los escritores liberales abulenses José Somoza (nº 59 de 14/05/1837, p. 7) y Eugenio de Tapia (nº 2 de 9/01/1842, p. 15).
Lo mismo que en ellas también se reproducen los grabados de Ávila que hizo Francisco de Paula Van Halen cuando coincidió con Carderera dibujando la ciudad en 1840, los cuales sirvieron para ilustrar los textos dedicados a la ciudad y sus gentes (nº 46 de 13/11/1842 y ss) firmados por Vicente de la Fuente (1817-1889), destacado defensor del patrimonio monumental de Salamanca y Calatayud que tenía en Carderera una personalidad de referencia con quien compartía el mismo activismo.
Carderera anotó todo lo que vio durante su estancia en Ávila en un detallado diario de viajes, aparte de documentar los monumentos que visitó y formar un álbum de dibujos de la ciudad histórica.
Y gracias a los apuntes conservados en el archivo familiar, que se incluyen en el libro titulado Viajes artísticos por Castilla y León. Dibujos de la Colección Carderera en el Museo Lázaro Galdiano editado con textos de Juan Antonio Yeves, Itziar Arana y Rocío Calvo (Madrid: FLG y Domus Pucelae, 2016), podemos conocer algunos aspectos de laciudad de mediado el siglo XIX, que entonces contaba cuatro mil habitantes, y con ello descubrir la personalidad de su autor en la faceta de incansable viajero artístico.
La información que nos dejó Carderera de su visita a Ávila entra de lleno en el género de la literatura de viajes al combinar descripciones históricas de los monumentos con la ilustración de los mismos en bellas láminas, si bien Carderera no pretendía que ello sirviera como una guía al uso, sino como documento reivindicativo de la conservación del patrimonio artístico. Y así, nos encontramos con un diario de viaje que cuenta interesantes detalles del desenvolvimiento y trasiego por la ciudad; con textos literarios que relatan la evolución y estado de los edificios históricos visitados con los elementos arquitectónicos y artísticos que los configuran; y con la representación plástica de dichos monumentos reflejada en atractivos dibujos y acuarelas.
Además, tomó apuntes que luego utilizó en su otra gran obra gráfica: “Iconografía española: colección de retratos, estatuas, mausoleos y demás monumentos inéditos de reyes, reinas, grandes capitanes, escritores, etc. desde el siglo XI hasta el XVII” (1855-1864), donde están representados y se cuenta la historia de personajes de raigambre abulense, tales como:
Los fundadores de la ciudad Dña Urraca y Raimundo de Borgoña; el rey castellano Juan II y su esposa Isabel de Portugal, quienes tenían la corte en Madrigal de las Altas Torres, y su hijo el infante Don Alfonso fallecido en Cardeñosa, retratados a partir de las esculturas mortuorias de Gil de Siloé existentes en la Cartuja de Miraflores; la reina Isabel la Católica, su esposo Fernando y sus hijos Isabel y Juan copiados de la tabla recogida del convento de Santo Tomás; el príncipe don Juan tomado del sepulcro de Juan de Juni existente en Santo Tomás; Santa Teresa de Jesús copiada de una tabla antigua y su hermana doña Juana reproducida de su sepulcro; y el militar abulense Sancho Dávila (“El rayo de la guerra”), lo mismo que el duque de Alba, natural de Piedrahita, copiado de Tiziano. Otros retratos que hizo Carderera fueron el de Pedro Lagasca, natural del Barco de Ávila que fue virrey del Perú, y de la duquesa de Alba cuando frecuentaba Piedrahita, copiado de Goya, además de la recopliación que hizo de notables figuras que son parte de la historia de Ávila, como del escultor de Santa Teresa Gregorio Fernández, de Mariano José de Larra diputado por la provincia en 1836 y del arquitecto Ventura Rodríguez, primer diseñador de la plaza de Mercado Chico.
Carderera también recabó valiosa información que elevó a la Comisión Central de Monumentos sobre los asuntos de Ávila, lo que impidió el traslado del coro de santo Tomás a la Catedral; formó un interesante archivo donde puede leerse una rica correspondencia con José Bachiller sobre la recuperación de Santo Tomás, y con el arquitecto municipal Andrés Hernández Callejo sobre la restauración de San Vicente; y acumuló datos sobre el arte de la ciudad y diversas obras existentes en iglesias, conventos y palacios.
Una prueba de su relevante erudición la puso de manifiesto en un artículo dedicado a orfebre Juan de Arfe, autor de la custodia de la catedral abulense, publicado compartiendo espacio con un texto de Pedro de Madrazo sobre las bellas artes que reseña la perfecta arquitectura de la muralla de Ávila en “El Renacimiento” (nº 2 de 21/03/1847), una revista de arte y literatura fundada por Federico Madrazo y Antonio Zabaleta, el arquitecto comisionado en Ávila para la recogida de los efectos artísticos de la desamortización.
[Sobre la desamorización en Ávila puden consultarse los completos trabajos de: - RUIZ AYÚCAR, Irene. El proceso deamortizador en la provincia de Ávila (1836-1883). Ávila: IGDA-Diputación de Ávila, 1990-1991. – GUTIÉRREZ Robledo, José Luis. “Desamortización de obras de arte en la provincia de Ávila, 1835”. En Cuadernos Abulenses nº 28/1999. Ávila: IGDA-Diputación de Ávila, 1999].
Igualmente, colaboró en proyectos editoriales con los que su obra guardaba interesantes coincidencias, como fue “España artística y monumental: vistas y descripción de los sitios y monumentos más notables de España (1842-1850)” de Genaro Pérez Villamil y textos de Patricio de la Escosura, a la que Carderera aportó varios de sus dibujos; y “Recuerdos y bellezas de España (1839 y 1865)”, de José Mª Quadrado, entre otros, con grabados de Francisco Javier Parcerisa.
También facilitó información al hispanista Richard Ford (1798-1858) para su obra A Handbook for Travellers in Spain and Readers at Home [“Manual para viajeros por España y lectores en casa”], a quien conoció en Londres en 1841, momento en el que tuvo la oportunidad de admirar dos centenares de dibujos y acuarelas de similar estilo al suyo realizados por el inglés durante su viaje por España en el periodo 1830-1833, colección ésta que pudo verse en la exposición de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en noviembre de 2014.
Finalmente, Carderera se anticipó, de alguna manera y salvando las distancias, a la idea materializada más de una década después, de crear un catálogo visual del patrimonio arquitectónico español, cuando en el seno de la Academia nace el ambicioso proyecto editorial que dio lugar a la serie de estampas titulada “Monumentos arquitectónicos de España” (1852-1881).
Corría el año 1840, cuando el 29 de junio, festividad de san Pedro, Valentín Carderera llegó a Ávila. Lo hizo en tartana desde Madrid, y entre los compañeros de viaje estaban el pintor Francisco de Paula Van Halen (1814-1887), quien también venía a dibujar la ciudad, y el jefe político de la provincia, que por entonces era Martín de Foronda y Sánchez Biedma (padre Manuel Foronda, escritor, académico y cronista abulense que nació el 13 de agosto, nueve días después de la partida de Carderera).
Ese día finalizaba una de las dos ferias más importantes que se celebraban en Ávila, la de San Pedro, la cual tenía lugar durante ocho días contados desde las víspera de san Juan, y coincidió con el regreso de la Virgen de Sonsoles que lo hacía en procesión a su ermita desde la catedral, escena que dibujó Van Halen reflejando un atractivo ambiente folclórico que luego reprodujo en una litografía incluida en el coleccionable titulado “España pintoresca y artística” (1844-1847).
No encontró posada Carderera para alojarse, y es que en esta época Ávila apenas había mejorado su oferta hotelera desde que años atrás el viajero inglés Richard Ford comprobara que solo se contaban las posadas del parador de diligencias, de la Mingorríana en la plaza, y la del Empecinado en el Rastro. Finalmente, encontró hospedaje en una casa de la plaza de San Pedro, nombre con que entonces también se conocía la plaza del Mercado Grande.
Carderera llegó a Ávila después de que cuatro años antes lo hiciera el arquitecto Antonio de Zabaleta (1806-1864), de quien ya tuvo noticia en Fontiveros en 1836 cuando éste había sido comisionado por la Academia de San Fernando para recoger los efectos de la provincia de Ávila con destino al Museo Central (Museo de la Trinidad), lo cual privaba a la ciudad de la posibilidad de crear una pinacoteca provincial y frente a lo que Carderera tuvo que intervenir, sin éxito, para su recuperación.
La situación del patrimonio de Ávila después del proceso desamortizador y de años de abandono muestra la ruina de los conventos enajenados del Carmen Calzado, frente al antiguo palacio de Polentinos también arruinado, de San Francisco, de Sancti Spiritu de la orden de premostratenses, de San Gerónimo y de Santa Catalina.
Y a ellos se suma la ruina del hospital de Santa Escolástica y el abandono del convento suprimido de los dominicos de Santo Tomás, de donde Zabaleta había recogido la pintura del “Auto de fe” de Pedro Berruguete y la tabla de “La Virgen de los Reyes Católicos”.
Carderera tuvo en Ávila a un entregado anfitrión, a José Bachiller, tesorero de la Hacienda Pública y la persona que más esfuerzos dedicó en esta época a la defensa de patrimonio abulense, tanto que se empeñó con la compra y mantenimiento del monasterio de Santo Tomás desde que lo adquirió en 1844, si bien los excesivos desembolsos realizados le acarrearon a su muerte la quiebra económica de sus bienes, lo que provocó una nueva subasta del monumento que se salvó al adquirirse por el obispo fray Fernando Blanco con la ayuda de la reina.
José Bachiller formó parte de la Comisión Provincial de Monumentos oficializada en 1844 bajo la dirección del gobernador civil por ser una persona “inteligente y celosa” por la conservación de las antigüedades.
José Bachiller siempre mantuvo una estrecha relación con Carderera desde que en Ávila compartieran mesa y mantel y fuera su cicerone en la visita a Santo Tomás y otros monumentos, siguiendo después en contacto sobre cuanto acontecía en Ávila, informándole de la marcha de las obras de la restauración de san Vicente o de posibles ventas de pinturas procedentes del palacio de los Verdugo. Igual que Carderera denunció en 1844 la venta de gran cantidad de libros de conventos abulenses en las ferias de Madrid.
También en Ávila, Carderera, según anotó en su diario, entre las personas con quien se relacionó figuran la casera Bernarda Alonso y su hija, el padre Ángel provincial de los carmelitas, el obispo Ramón María Adurriaga Uribe, el canónigo Aguado, el deán de la catedral, la priora y monjas de la Encarnación, el médico don Patricio, Rafel Lazaeta, el diamantista Juan de Tarquis y familia, el comandante de armas, los señores García y Pérez y doña Paz.
En el diario sobre la estancia en Ávila apunta las sesiones de dibujo que hizo en Santo Tomás, los dibujos de los hábitos de las monjas de la Encarnación y de Santa Ana, el dibujo de un santo Cristo atado a la columna en el convento de las Gordillas (actualmente arruinado), el dibujo que hizo de la iglesia de la Santa y la portada del hospital de santa Escolástica desde la parroquia de santo Domingo, y otro dibujo de una estatuita del obispo fundador del convento de Santa Ana don Sancho Blázquez Dávila (1558-1626), así como los dibujos de la basílica de San Vicente que luego terminó en París en 1843 junto a otros de la catedral, la Encarnación y la iglesia de la Santa, escribió en su diario de aquel viaje.
Entre las obras que le llamaron la atención, según quedaron reseñadas en su diario abulense, figuran el Sepulcro del obispo Álvaro Hurtado de Mendoza y Sarmiento (1560-1577) y un retrato al óleo de santa Teresa en el convento de las Madres; el sepulcro o mausoleo del príncipe Don Juan en Santo Tomás; el coro de la iglesia de la Santa; el órgano y retrato de cuerpo entero del obispo Francisco Gámara (1558-1626) en el convento de Santa Ana; los retratos que hizo Felipe Diriksen (1590-1679) de seis o siete caballeros y una dama del tiempo de Felipe III y techos artesonados en el palacio de los Verdugo que era casa de Campomanes, propietarios también de la dehesa de la Serna.
Igualmente, Carderera cuenta que viajó en tartana, que se alojó en casa de Bernarda Alonso en el Mercado Grande; que durmió la siesta entre los árboles de la huerta de Santo Tomás; que comió con José Bachiller; que recorrió la clausura del monasterio de la Encarnación, la portería, el claustro, la celda de santa Teresa donde cortó como reliquia una astilla de la puerta de bajada a su celda, y el jardín del patio; que se detuvo en la capilla y el coro de la iglesia de la Santa; que el último domingo no salió de su habitación convaleciente con temor a la fiebre tercina; que oyó misa en san Pedro; que escuchó los cantos de las monjas y laudes con órgano en Santa Ana; que visitó el desaparecido convento de la Antigua; que le llamó la atención la buena sillería de la iglesia de santa Catalina (hoy desaparecida); que estuvo en las casas acomodadas de doña María Ramona viuda de Aguirre y de Rafael Lezaeta; que comió confitura y chocolate en la Encarnación y merendó truchas y pollos en una huerta de Ajates; y que a su regreso a Madrid cruzó por Campo Azálvaro, hizo parada en El Espinar, comió en San Rafael, cenó bien pero pasó una mala noche por chinches en Guadarrama, pasó con calor por Torrelodones y llegó a Madrid un día y medio después de su partida de Ávila.
Deteniéndonos en la obra gráfica que acomete en sus viajes, podemos decir que son dibujos realizados sobre papel verjurado blanco o sepia con lápiz grafito, sanguina o tinta que presenta como cróquis, bocetos con imágenes recercadas o como aguadas monocromas o de colores con una finalidad descripitiva y documental, sin perder el atractivo y la belleza de la historia que encierran. Para ello utiliza una técnica depurada y una agilidad visual compositiva extraordinaria, la cual se completaba con una prodigiosa memoria retentiva que le permitía captar todos los detalles de las imágenes que traslada al papel e incluso terminar los dibujos tiempo después sin falsos añadidos.
En el caso de Ávila, los dibujos son hechos con lápiz y acuarela, y en algunos utiliza tinta y tiza, y entre las vistas que merecieron la atención de Carderera figuran una hermosa vista de la plaza del Mercado Grande, donde destacan la puerta del Alcázar y los soportales del caserío que mira al sur, así como el edificio de la antigua alhóndiga en cuyo dintel de la ventana se lee: “Aposentos de la cárcel de los caballeros hijosdalgo de esta ciudad”, edificio (hoy desaparecido) también representado con más detalle en un segundo dibujo conservado en la Biblioteca Nacional. Otro dibujo titulado “Mercado de Ávila” figura relacionado en la tasación obrante en el archivo del Museo del Prado.
Una panorámica de la ciudad desde la zona alta de El Pradillo, con las parroquias de San Andrés, el Convento de San Francisco en primer plano, y la Serrota al fondo, es una de las perspectivas más significativas del entorno urbano que dibujó Carderera.
Siguen dos vistas de la puerta de San Vicente, una con garitas defensivas a la entrada proyectadas por José Jesús de Lallave (1813-1888), el ingeniero del ejército, y más tarde arquitecto, autor del Plan de Forticaciones de la Ciudad durante la guerra carlista.
Las garitas fueron demolidas en 1841 por inservibles y antiestéticas, al tiempo que el arquitecto de Lallave fue contratado como arquitecto provincial, tal y como se observa en otro dibujo realizado en 1863 aprovechano un viaje realizado junto a los Madrazo, asiduos visitantes de la ciudad que volverían con Fortuny en 1867.
La catedral aparece representada en cinco láminas, una vista general, otra del ábside o cimorro, otra de la girola y dos de la sacristía, a las hay que sumar un dibujo a lápiz y aguada sepia de un detalle del sepulcro de “el Tostado” y otro de detalle de la sillería del coro, los cuales se conservan en la Biblioteca Nacional.
Siguen diez vistas de la basílica de san Vicente, incluidos detalles de la portada oocidental y del sepulcro de san Vicente, cuya restauración dirigida por el arquitecto Andrés Hernández Callejo fue seguida de cerca por Carderera en la correspondencia que mantenía. En este tiempo, Hernádez Callejo fue también Arquiteco Municipal durante 1848-1862 y miembro de la Comisión Provincial de Monumentos, y a él se debe el trazado definitivo de la plaza del Mercado Chico, entre otras actuaciones.
El convento de los carmelitas descalzos de Santa Teresa y el desaparecido hospital de Santa Escolástica, vistos desde el atrio de la iglesia de Santo Domingo (hoy desaparecida), son el motivo de otra lámina, la cual se debe completar con otra que dibujó de la fachada de la iglesia.
El monasterio de la Encarnación se representa en dos vistas de la fachada y otra interior del coro alto, donde también fueron retratados los hábitos de las monjas.
El monasterio de Santa Ana de la orden de San Bernardo, en buen estado de conservación, luce toda su fachada sur trazada a lápiz sobre papel, dibujo éste realizado en 1867 durante una excursión con los condes de Guaqui.
El monasterio de Santo Tomás figura representado en dos láminas de detalles del sepulcro del príncipe don Juan en lo que son una selección de otros tantos dibujos que realizó Carderera de tan impresionante monumento cuando lo visitó en compañía de José Bachiller y del pintor Van Halen.
El palacio de Polentinos, ocupado entonces por el Gobierno Político, figura en una imagen del patio de columnas de dos plantas con su mitad norte y primera crujía exenta, así como en varios escudos de armas representativos de los que tanto abundan. También existe otro dibujo de la fachada hecho a lápiz sobre papel ocre conservado en la Biblioteca Nacional.
Una vista del palacio de Valderrábanos y un detalle de su portada son los dibujos que completan la ilustración de la ciudad palaciega, de la que también dibujó el palacio de Pedro Dávila y del marqués de las Navas (que fue también del duque Medinanceli y luego del duque de Abrantes), así como y el palacio de los condes de Altamira o de los Velada, según la lista de tasación conservada en el Museo del Prado.
La obra plástica del viaje artístico de Carderera por Ávila, donde también aparecen algunos tipos populares con atuendos de la época para dar escala al dibujo, se completa con textos que informan de la historia y del estado de los monumentos y que son una buena guía descriptiva de su morfología y de las obras artísticas que atesoran.
Con todo, los dibujos de Carderera, aparte de su valor artístico, sirvieron como acicate para la conservación de patrimonio, como testimonio documental para su estudio antes de la aparición de la fotografía, como base para su reproducción en litografías, grabados y proyectos editoriales, como ilustración gráfica de textos históricos y literarios, como punto de partida e incentivo para la restauración monumental, como forma de perpetuar la memoria de los edificios, y también como atractivo romántico de la época.
RELACIÓN DE LÁMINAS EXPUESTAS
1. Valentín Carderera: Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz y acuarela sobre papel. 314 x 494 mm. Inventario: 9196.
2. Valentín Carderera: Plaza de San Pedro o del Mercado Grande con la puerta del alcázar y alhóndiga de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz, acuarela y tiza blanca sobre papel. 215 x 284 mm. Inventario: 9282.
3. Valentín Carderera: Puerta de San Vicente en la muralla de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz y aguada sobre papel. 195 x 284 mm. Inventario: 9569.
4. Valentín Carderera: Puerta de San Vicente en la muralla de Ávila. 1863. Lápiz sobre papel. 134 x 206 mm. Inventario: 9430.
5. Valentín Carderera: Catedral de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz y acuarela sobre papel. 294 x 258 mm. Inventario: 9192.
6. Valentín Carderera: Ábside y cimborrio de la catedral de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz y acuarela sobre papel. 228 x 288 mm. Inventario: 9132.
7. Valentín Carderera: Girola de la catedral de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz y acuarela sobre papel. 276 x 221 mm. Inventario: 9301.
8. Valentín Carderera: Sacristía de la catedral de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz y acuarela sobre papel. 213 x 164 mm. Inventario: 9437.
9. Valentín Carderera: Sacristía de la catedral de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz y acuarela sobre papel. 244 x 194 mm. Inventario: 9792.
10. Valentín Carderera: Basílica de San Vicente de Ávila. 3 de agosto de 1840. Lápiz y aguada sobre papel. 212 x 358 mm. Inventario: 9094.
11. Valentín Carderera: Basílica de San Vicente y puerta de San Vicente en la muralla de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz y acuarela sobre papel. 115 x 181 mm. Inventario: 9660.
12. Valentín Carderera: Basílica de San Vicente y torre de la parroquia de San Andrés de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz sobre papel. 257 x 348 mm. Inventario: 9482.
13. Valentín Carderera: Basílica de San Vicente y torre de la parroquia de San Andrés de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz y acuarela sobre papel. 253 x 332 mm. Inventario: 9568.
14. Valentín Carderera: Fachada de la basílica de San Vicente de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz y acuarela sobre papel. 319 x 251 mm. Inventario: 9350.
15. Valentín Carderera: Puerta occidental de la basílica de San Vicente de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz y acuarela sobre papel. 413 x 214 mm. Inventario: 9663.
16. Valentín Carderera: Interior de la basílica de San Vicente de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz y acuarela sobre papel. 297 x 224 mm. Inventario: 9148.
17. Valentín Carderera: Sepulcro de San Vicente en la basílica de San Vicente de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz y acuarela sobre papel. 265 x 320 mm. Inventario: 9580.
18. Valentín Carderera: Sepulcro de San Vicente en la basílica de San Vicente de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz y acuarela sobre papel. 320 x 195 mm. Inventario: 9654.
19. Valentín Carderera: Detalle del sepulcro de San Vicente en la basílica de San Vicente de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz y acuarela sobre papel. 280 x 220 mm. Inventario: 9745
20. Valentín Carderera: Convento del Carmen y portada del hospital de Santa Escolástica de Ávila. 1 de agosto de 1840. Lápiz y acuarela sobre papel. 240 x 323 mm. Inventario: 9097.
21. Valentín Carderera: Monasterio de la Encarnación de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz y acuarela sobre papel. 180 x 269 mm. Inventario: 9791.
22. Valentín Carderera: Monasterio de la Encarnación de Ávila. Julio o agosto de 1840.
Lápiz y aguada sobre papel. 186 x 252 mm. Inventario: 9554.
23. Valentín Carderera: Coro alto del monasterio de la Encarnación de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz y acuarela sobre papel. 295 x 397 mm. Inventario: 9151.
24. Valentín Carderera: Monasterio de Santa Ana de Ávila. 1867. Lápiz sobre papel. 127 x 345 mm. Inventario: 9481.
25. Valentín Carderera: Sepulcro del príncipe don Juan en el monasterio de Santo Tomás de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz sobre papel. 208 x 294 mm. Inventario: 9739.
26. Valentín Carderera: Sepulcro del príncipe don Juan en el monasterio de Santo Tomás de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz sobre papel. 235 x 345 mm. Inventario: 9740.
27. Valentín Carderera: Patio del palacio de Polentinos de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz y acuarela sobre papel. 210 x 275 mm. Inventario: 9089.
28. Valentín Carderera: Escudos del palacio de Polentinos de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz y plumilla sobre papel. 128 x 215 mm. Inventario: 9088.
29. Valentín Carderera: Fachada del palacio de Valderrábanos de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz y acuarela sobre papel. 115 x 187 mm. Inventario: 9427.
30. Valentín Carderera: Detalle de la portada del palacio de Valderrábanos de Ávila. Julio o agosto de 1840. Lápiz y acuarela sobre papel. 109 x 175 mm. Inventario: 9426.
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