Del Viernes, 10 de Octubre de 2025 al Lunes, 20 de Octubre de 2025
El origen precristiano de la basílica de San Vicente
En el lugar donde se alza la Basílica de San Vicente de Ávila, es muy probable que se hicieran cultos de carácter religioso antes de la cristianización del interior de Hispania. Elementos hay para sustentar esta tesis. Estaríamos así afirmando, que este lugar como espacio sagrado, tiene una antigüedad de al menos dos mil años.
El templo, erigido a finales del siglo XII y a lo largo del siglo XIII, constituye uno de los mejores ejemplos de construcción románica y transición al gótico que nos podemos encontrar en la geografía hispana. Está extramuros, frente a la puerta de la muralla a la que da nombre el templo, y su basamento se alza sobre un escarpe de terreno muy pronunciado que debió de constituir un problema constructivo notable.
La explicación que a este hecho se ha dado hasta ahora se ligaba a la leyenda de los hermanos mártires Vicente, Sabina y Cristeta, cuyos cuerpos serían arrojados a lo alto de unos pedruscos o al interior de una cueva -según las diferentes versiones-. Una leyenda piadosa que no explica la gran cantidad de hechos -que a modo de piezas de un puzle- se dan en el templo y su entorno.
Para empezar, se construyó sobre un roquedo aún visible en la capilla del Santísimo Cristo, en la cripta, y que contenía –según lo descrito por Fernández Valencia, año 1676- elementos como serpentiforme, cazoletas, recovecos, cueva... Elementos que se pueden relacionar con un posible lugar sacro celto vetón. Además, a este lugar se le llamaba Las Pissadas, algo que sin duda es referencia a una singularidad del lugar y que no sería más que el tallado de pisadas humanas en las rocas, hecho también propio de los altares celto vetones.
En esa misma cripta brotan aguas curativas que, hasta la década de los 50 del pasado siglo se usaron, canalizándolas, en el Balneario de Santiuste, hoy desaparecido y que se encontraba en el solar que hoy ocupa el Colegio de Farmacéuticos de Ávila. Esas aguas eran recogidas en un pozo tallado que tiene las medidas para un baño de asiento o inmersión y que está situado en el punto central del eje que traza el ábside principal, por lo que es fácil deducir que el templo se erigió en base a este pozo que tendría carácter sacro.
Por otra parte, indicar que el antiguo cementerio romano de la ciudad se situaba entre la Basílica y la antigua muralla romana -que en este tramo seguiría el mismo trazado de la muralla medieval-. Algunas de las lápidas recogidas –y luego estudiadas por Rodríguez Almeida-, están dedicadas a la Magna Mater Cibeles. Este lugar es llamado desde tiempos pretéritos Coso de S. Vicente, y en él ya se corrían toros en el año 1080, lo que constituye la primera cita de tal festejo en el ámbito peninsular. Estos festejos taurinos están emparentados con los taurobolios, rituales iniciáticos a Cibeles ofrendados.
Estos elementos son las primeras piezas que me sirven para sustentar una explicación razonada acerca del origen precristiano de la Basílica, que se va a alzar sobre un lugar sacro desde el inicio de la población de Ávila. Esta tesis la desarrollo en el libro 'Basílica de San Vicente de Ávila. Sus orígenes precristianos', editado por Disidencias de un Escorpión y publicado en diciembre.
Como queda indicado, según la tradición el templo se erige sobre el roquedo en el que sufrieron martirio en el año 307 los hermanos Vicente, Sabina y Cristeta. La leyenda es muy conocida, pero me llamó la atención no encontrar ningún romance o poema que contara la historia de los tres hermanos mártires, por lo que me animé a escribir estos versos para la presentación del libro -usando términos lingüísticos de la leyenda- y que musicamos en forma de balada:
BALADA DE LOS TRES HERMANOS
Eran tres hermanos, Évora su ciudad;
si espigados sus cuerpos, su espíritu lo era aún más.
Abrazan la nueva fe, la de un Cristo salvador,
que hizo ver a ciegos y a muertos resucitó.
El pretor romano a Vicente hizo prender;
si quieres seguir vivo has de renunciar a esa fe.
“Es que no tienes empacho en adorar a un crucificado”
Respondió Vicencio: “Calla demonio, no seas blasfemo”
Él que antes tenía a la luna y al sol
por dioses celestes habitando el corazón.
Y a la madre tierra, a Cibeles o Astarté,
dábales ofrendas de su sangre, frutos y miel.
Le encierran por tres días en cárcel para meditar
si esa obcecación le interesa rectificar.
Sus hermanas le ayudan a de la cárcel escapar;
huyen hacia el norte y en Ávila, los han de alcanzar.
Sometidos a tormentos, su fe no ha de enflaquecer;
descoyuntan sus cuerpos, sus ojos no pueden ya ver.
Ya aplastan sus cabezas, y mueren bajo gruesas piedras,
y en lo alto de un peñasco, dejan sus cuerpos abandonados.
Un pérfido judío, escarnio hace de ellos;
una serpiente guardiana se le enrosca en el cuerpo.
Tras un largo suplicio, el judío mira al cielo
y pide a nuestro señor le libre de este tormento.
La serpiente le deja, bajo tierra se esconde
y ante tal maravilla, bautismo pide a un sacerdote.
Manda enterrar los cuerpos en túmulo bien preparado,
y pasado algún tiempo alza gran templo, a ellos consagrado.
Los otros elementos que van a girar en torno a la Basílica y que van a explicar su construcción, van a ser Prisciliano –primer obispo de Ávila- y la Soterránea –una Virgen Negra continuadora cristiana de los cultos a las diosas madre como Cibeles-. Razones de espacio y de no hacer de este artículo un spoiler hacen que acabe aquí.
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