El sargento del Greim de la Guardia Civil de El Barco de Ávila, Jorge López, fue quien la avistó, cuando iba con otro agente y tres voluntarios  con un perro en una zona escarpada.

Este perro ladró y fue contestado por Kie. Unos minutos después se acercaron a unas zarzas y allí estaba la pequeña de dos años vecina de Gil-García.

Llegaron hasta ella, en el paraje Arroyo de la Gregoria, al buscar por esa zona tras el testimonio de una vecina, que dijo a la Guardia Civil que creyó oír a la niña pasar por su casa. Se fijaron en el camino más cercano que va a la sierra y observaron una pisada de la pequeña huella del calzado e incluso el logotipo de la marca.

Enma se encontraba “hecha un ovillo, tiritando y abrazada a su perro”, según el sargento, que al momento la cogió en sus brazos. “Estaba tranquila y sólo tenía algunos rasguños”, con lo que así acabó, poco después de las 2 de la madrugada, la historia que había comenzado nueve horas antes.