Con luna llena y una temperatura que no bajó de ocho grados, la comitiva recorrió el tradicional trayecto en torno a la muralla para pasar, según avanzaba el recorrido, de la penumbra a la luz del día.

Partió de la Catedral a las 5,30 horas con el Santísimo Cristo de los Ajusticiados a hombros y, en torno a él, los penitentes, que realizaron las estaciones penitenciales que les marcaban las cruces de madera y sus sombras del amanecer, y a los que guiaba el sonido de la Cadena Cope.

Cuando la cabeza de la comitiva llegó al primer templo de la ciudad, todavía los últimos discurrían por el final del Paseo del Rastro. Al término, algunos de ellos dieron cuenta de un chocolate con churros para reponer fuerzas, tradición asociada a esta madrugada.