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A nadie le sorprende que Candy Crush haya sido, durante casi una década, uno de los mayores fenómenos de la historia del gaming móvil. Millones de usuarios lo juegan en el metro, en la oficina, antes de dormir y en cada pequeño momento de espera. Pero lo que sí sorprende es cómo esa cultura del “juego rápido” ha evolucionado hacia modelos donde ya no solo juegas por diversión, sino por dinero real.
Lo que empezó siendo un sistema de micropagos y boosters terminó convirtiéndose en la puerta de entrada a algo mucho más ambicioso: un modelo económico alternativo impulsado por blockchain, NFT, y criptomonedas. De repente, la promesa ya no era simplemente desbloquear el siguiente nivel, sino recibir recompensas que -al menos en teoría- pueden transformarse en valor económico.
Y entre esta fiebre por la recompensa inmediata, aparecen nuevas búsquedas, reseñas y comparativas, como quienes investigan la aplicación Chicken Road en nuestro portal de juegos y reseñas de apuestas online, para entender no solo si un título es divertido, sino si es rentable. Esa curiosidad del usuario moderno dice mucho del cambio cultural que estamos viviendo.
Candy Crush no fue el primer juego móvil exitoso, pero sí uno de los primeros en entender que la economía del tiempo libre podía convertirse en negocio global. Las vidas, los boosters, los power-ups, los bonos diarios: todo formaba parte de un sistema económico basado en microtransacciones diseñadas para hacerte regresar.
El Play-to-Earn, sin embargo, cambia la ecuación. El objetivo del jugador ya no es solo progresar en la historia o superar el récord personal, sino recibir una recompensa que puede convertirse en dinero real: tokens, criptomonedas, NFT, objetos digitales con valor de mercado.
Economía descentralizada
Propiedad digital real
Monetización para el jugador, no solo para el desarrollador
Mercado secundario de activos
Modelos inflacionarios y deflacionarios según oferta y demanda
Esto significa que, por primera vez, un jugador casual puede “poseer” algo dentro del juego, algo con valor real fuera del videojuego.
Cuando Axie Infinity explotó en América Latina, miles de usuarios descubrieron que podían ganar más dinero jugando que trabajando. Ese fenómeno -aunque temporal y exagerado- transformó por completo la percepción del juego móvil.
Pero aquí está la parte interesante: la mayoría de esos usuarios nunca habían jugado antes. Es decir, millones de personas entraron al gaming no por diversión, sino por economía digital.
Eso, para bien o para mal, ha cambiado el ADN del sector. Ya no competimos por descargas, sino por inversión emocional (y financiera).
Recompensa rápida
Ganancia potencial
Bajos requisitos de entrada
Un entorno sencillo
Expectativa de crecimiento del token
Vamos, nadie está instalando un Play-to-Earn por la narrativa. Aquí se viene a ganar, o al menos a intentarlo.
Apenas los juegos empezaron a ofrecer recompensas económicas, los reguladores comenzaron a vigilar. Porque, ahora, ya no hablábamos de entretenimiento, sino de economía digital.
La diferencia legal entre “premio virtual” y “bien digital con valor de mercado” es enorme, y en muchos países aún no está clara. Por eso cada juego debe navegar fronteras legales que todavía no están definidas.
Consideración de la recompensa como activo financiero
Necesidad de registro ante entidades reguladoras
Tributación de ingresos
Control contra lavado de dinero
Protección del usuario menor de edad
El problema es evidente: la ley nunca va al ritmo de la tecnología.
¿Un NFT cuenta como inversión?
¿Ganar cripto jugando es ingreso laboral?
¿Debe existir control KYC obligatorio?
¿Son juegos… o plataformas financieras?
Los desarrolladores están creando mercados, economías y ecosistemas que la ley todavía no sabe clasificar.
Juego con premio
Servicio financiero
Plataforma de inversión
Juego de azar
Activo digital
Dependiendo del país, el mismo juego puede pertenecer a categorías distintas, con obligaciones completamente diferentes.
Por otro lado, existe otro riesgo igual de importante: la sobreexpectativa del usuario.
Cuando un sector promete ingresos sin esfuerzo, la entrada masiva llega acompañada de especulación, burbuja, y eventualmente -desilusión.
Ocurrió en la fase temprana de Axie Infinity, y ocurrirá nuevamente en cualquier Play-to-Earn que no tenga economía sostenible.
Aquí viene la parte incómoda:
No, la mayoría de los jugadores no están ganando dinero real.
Al contrario, muchos pierden, especialmente cuando el modelo está basado en tokens inflacionarios.
Early adopters
Traders
Plataformas y publishers
Especialmente estos últimos, quienes ganan dos veces:
mientras el juego sube,
y mientras baja.
Algo así como los casinos digitales del futuro, pero con lógica de blockchain.
En términos económicos puros, depende del modelo.
En términos culturales, sí, absolutamente.
Play-to-Earn ya cambió la industria del gaming móvil para siempre.
Abrió el concepto de propiedad digital, introdujo nuevas formas de participación y valor, y puso a millones de personas frente a la idea de que su tiempo de juego puede ser algo más que entretenimiento.
Lo que viene después ya no será puro hype: será evolución.
Aquí viene la parte realmente interesante: el Play-to-Earn no es el destino final, sino la puerta de acceso a algo más grande-el concepto de propiedad digital.
Mientras que el P2E se enfoca en ganar tokens a corto plazo, el modelo Play-to-Own (P2O) pone el énfasis en la creación de valor a largo plazo, es decir, que los activos tengan utilidad real dentro y fuera del juego.
NFTs, ítems, terrenos, skins, personajes: si pueden migrarse entre juegos, intercambiarse, alquilarse o utilizarse en mundos distintos, estamos frente a una economía digital emergente, no simplemente un modelo financiero pasajero.
Imagina que lo que compras en un juego pueda servir en otro.
O que un skin de tu personaje se convierta en un activo con valor cultural dentro de una comunidad específica.
Eso, precisamente, es lo que empresarios Web3 llaman interoperabilidad, y ese concepto es diez veces más revolucionario que los tokens que se reparten hoy.
El P2E es solo el ensayo; lo importante viene después.
Estas son las diferencias clave:
necesitas un flujo constante de nuevos jugadores
el token tiende a la inflación
los rewards pierden valor
el sistema se vuelve piramidal
la economía colapsa si la “entrada” disminuye
el activo mantiene valor en el tiempo
el usuario puede vender, usar o transferir
existe utilidad real dentro y fuera del juego
la economía no depende necesariamente de nuevos participantes
hay mayor estabilidad y menor especulación
Play-to-Own elimina gran parte del “juego financiero” y lo convierte en ecosistema económico real.
Todo boom tecnológico vive tres etapas:
Mito
Exageración
Normalización
Play-to-Earn pasó ya por las dos primeras.
Ahora viene la parte real: dónde sobrevivirán solo los proyectos que realmente entienden de diseño, economía y comunidad.
El mercado tradicional de gaming siempre tuvo fans,
pero el gaming Web3 tiene stakeholders.
El jugador ya no es “usuario”: ahora es parte del ecosistema.
invierte
posee
sugiere
vota
exige
Eso da poder, pero también crea fragilidad, porque las comunidades pueden destruir proyectos en cuestión de días si detectan abuso, mentira o mala gestión económica.
Hay otra realidad humana:
los jugadores ya están cansados del discurso “vas a ganar dinero fácil”.
Después de tantas promesas,
la nueva mentalidad es:
“Sí, quiero utilidad, pero también quiero que sea divertido.”
Finalmente volvemos al origen:
la gente quiere jugar.
Si el juego no divierte, todo lo demás cae.
Muchos creen que los reguladores van a destruir el Play-to-Earn.
Pero la realidad es otra: los reguladores van a definirlo.
Sin regulación, no hay inversión seria.
Sin inversión seria, no hay desarrollo sostenible.
Sin sostenibilidad, no hay ecosistema.
2025–2027 serán los años donde:
bancos
gobiernos
instituciones financieras
grandes publishers
-definirán cómo se encajan los modelos Web3 dentro de las economías digitales.
La regulación no mata; ordena.
volatilidad del mercado cripto
inflación de tokens
falta de modelos económicos sostenibles
escasa regulación
especulación masiva
caída puntual de interés
falta de diversión real
Si estos factores se resuelven (aunque sea parcialmente), Play-to-Earn podría convertirse en la próxima evolución lógica del gaming móvil.
Esto es lo que debes entender:
los primeros usuarios ganan
los especuladores ganan
los que saben vender ganan
los que crean comunidad ganan
Pero a largo plazo, solo ganan:
los desarrolladores sostenibles
los modelos limpios
los jugadores que entienden el sistema
los proyectos que dan utilidad real
Todo lo demás caerá.
La riqueza natural del Sistema Central
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