Lo ha explicado en la charla ‘Cuando el cuidado es un valor (cuidando al cuidador)’, dentro del ciclo ‘Psicología Hoy: ¿qué puede hacer por ti?’ del Colegio de Psicología de Castilla y León (Copcyl), dedicada al impacto emocional y psicológico que afrontan las personas cuidadoras, la psicóloga sanitaria Susana Martín Sánchez de la Nieta, profesional de Alzheimer Ávila desde hace cadi dos décadas.

“Cuando se produce -ha manifestado- un diagnóstico de Alzheimer en la familia o cuando la enfermedad va avanzando, supone un reajuste a todos los niveles del entorno, de la familia, de los cuidadores que suelen ser familiares cercanos, cónyuges, hijos, hermanos, sobrinos, y supone un cambio a todos los niveles, y uno importante es el nivel psicológico”.

“Tristeza, rabia, sensación de injusticia, miedo o la percepción de no poder más son emociones frecuentes que emergen en este proceso”, ante lo que la especialista subraya que no basta con estrategias superficiales de desconexión sino que los cuidadores “tienen que aprender a trabajar con esas emociones y con esos pensamientos de ‘yo puedo con todo’, ‘tengo que hacerlo porque no hay más remedio’ y ‘Dios mío, lo que nos se espera ahora”.

El presente

Desde su experiencia clínica, la psicóloga ha llamado a “anclarse al presente” y evitar los riesgos de una anticipación constante cargada de miedo. “Pensar en el futuro es importante, pero de una manera útil porque normalmente nuestra mente, cuando nos habla de futuro, no lo hace de una manera útil”, ha indicado, porque “la gestión del pasado y el futuro tiene que ser gestión consciente y desde unas emociones adaptadas al momento”.

Aceptar la enfermedad y las propias emociones es, según la especialista, una de las herramientas psicológicas más potentes para el cuidador, pero sin resignación: “Adaptarse es una de las herramientas más importantes. Primero, aceptar lo que está sucediendo. Porque para poder adaptarme, tengo que aceptar qué lo que está pasando. Y tengo que aceptar mis propias emociones, mi propio dolor y no luchar contra ello ni luchar contra la situación”.

Martín advierte de las consecuencias de la lucha interna constante, ya que por mucho que se intente luchar contra la situación de un familiar con Alzheimer, “va a generar muchísimo daño y dolor, que son emociones que van a incapacitar para tomar buenas decisiones”. Desde ahí, la aceptación abre la puerta a la flexibilidad cognitiva: “Una vez que aceptamos y que la persona es capaz de aceptar sus propias emociones, va a conseguir ser flexible y ser mucho más adaptativo a las situaciones que estaban produciendo”. Así, “puede pasar cualquier cosa, pero yo voy a estar preparado para que los que vengan, pero no anticipar cosas que no sé si van a pasar o no”.

El cuidado prolongado implica una adaptación constante, porque “no solo tienes que adaptar a los cambios de la persona a la que cuida, sino a todos los cambios que van sucediendo en la vida y de circunstancias que no están en nuestra mano controlar”.

Para la psicóloga, una persona emocionalmente preparada para adaptarse al cambio que sea “es un cuidador que se está protegiendo”. “Eso no quiere decir que no vaya a doler pero sí a aprender a convivir con ello porque eso hace una persona que sea fuerte y que sea adaptativa”, ha afirmado.

Y es que, ha destacado, cuando se produce una enfermedad “el mundo se vuelca con la persona que la padece y nadie se acuerda de los que están cuidando”, ha señalado, apuntando como en la labor que llevan a cabo en Alzheimer Ávila “una parte fundamental es trabajar y ayudar a los cuidadores”, indicando que hay deben tener la capacidad emocional para pedir ayuda. Sin embargo, si cuidador no es capaz de pedir ayuda “es necesario enseñarlos a movilizarse”.