De esta manera, el Ayuntamiento arenense trata de recuperar, potenciar, mantener y poner en valor "actividades que forman parte de la vida cultural arenense", tras haber perdurado a lo largo de los siglos, "manteniendo así vivas las raíces y el arraigo a esta tierra".
Por ello, el sábado 1 de noviembre (18 horas), el parque de San Pedro acogerá los actos de esta costumbre que incluye las castañas asadas, el vino dulce, los refrescos y las jotas populares de la zona. En caso de lluvia, se trasladará a la plaza del Ayuntamiento.
Desde el Consistorio arenense se invita a los vecinos y visitantes a disfrutar de esta fiesta tradicional y participar en una jornada de convivencia y cultura popular.
La tradición
Como cada año, cuando llegar el día 1 de noviembre, los vecinos del Bajo Tiétar rinden culto a sus difuntos en los municipios del Barranco de las Cinco Villas, así como en localidades como Arenas de San Pedro o Candeleda, para después cumplir con la tradición pagana de la calbotá, denominada así por el calbote o castaña.
De esta manera, lo religioso y lo profano se dan la mano en una jornada en la que los cementerios y los bosques del Tiétar se llenan de gente por diferentes motivos para conmemorar una fiesta en la que el vino nuevo también tiene su protagonismo.
Sobre el origen de la calbotá hay quienes la sitúan en la época medieval, aunque otros se decantan por relacionarla con la cultura celta, cuando se rendía culto a los muertos y se elaboraba una torta de castañas que en aquellos tiempos constituía el alimento básico para la población de la zona.
Esta celebración coincide, no solo con el Día de Todos los Santos, sino con el final de la campaña de recogida de la castaña, denominada en esta parte de Ávila 'calbote', si bien la tradición recibe el nombre de moragá en otras partes, en alusión al morago, que es todo aquello que se asa, si bien en sus inicios se utilizara este término para referirse a la carne del cerdo que había que probar recién salida de la lumbre.
De esta manera, con las matanzas el rito pagano adquirió un protagonismo fundamental en esta celebración, ya que tras el sacrificio del marrano, los rescoldos de la lumbre eran aprovechados para asar las castañas. Así, cuando el sol se oculta, algunas de las personas que participan en la calbotá regresan a sus pueblos con las caras tiznadas de negro, aprovechando las ascuas sobrantes de las hogueras.
Pero el 1 de noviembre también es el momento de probar el vino nuevo de la zona, aunque en los últimos años los caldos han sido sustituidos por bebidas de consumo más habitual. La excepción se sitúa en Cuevas del Valle y Villarejo del Valle, dos localidades del Barranco de las Cinco Villas en las que aún se suelen degustar algunos licores dulces como la angélica, elaborado con mosto y aguardiente.
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