Del Miércoles, 22 de Octubre de 2025 al Domingo, 26 de Octubre de 2025

El auge del cannabis en el ámbito terapéutico y del bienestar ha hecho que conceptos como THC y CBD sean cada vez más familiares. Sin embargo, aunque ambos compuestos provienen de la misma planta, sus efectos y aplicaciones son muy diferentes. Comprender cómo actúan y en qué se distinguen es clave para tomar decisiones informadas, sobre todo cuando se trata de productos naturales derivados del cáñamo, cada vez más populares entre quienes buscan alternativas para el descanso, el dolor o la ansiedad sin efectos psicoactivos.
Qué son el THC y el CBD
El cannabis contiene más de un centenar de cannabinoides, pero el THC (tetrahidrocannabinol) y el CBD (cannabidiol) son los más estudiados. Ambos interactúan con el sistema endocannabinoide humano, un complejo conjunto de receptores presentes en el cerebro, los nervios y los órganos, encargado de mantener el equilibrio interno del cuerpo. Sin embargo, el modo en que cada uno de estos compuestos actúa sobre ese sistema es completamente distinto, y ahí radica la clave de sus diferencias.
Efectos y usos del THC
El THC es el principal responsable de los efectos psicoactivos del cannabis. Cuando una persona consume marihuana con alto contenido de THC, este se une a los receptores CB1 del cerebro y produce la conocida sensación de euforia o “subidón”. Además de alterar la percepción del tiempo, puede generar relajación, somnolencia o un aumento del apetito. En exceso, sin embargo, también puede causar ansiedad, paranoia o mareo. Por este motivo, el THC se asocia más al uso recreativo, aunque en entornos médicos se utiliza para tratar el dolor crónico o la pérdida de apetito en pacientes con cáncer o VIH.
El papel del CBD y sus beneficios
El CBD, no produce alteraciones mentales ni sensación de embriaguez. Su efecto es más equilibrado y no se une directamente a los receptores CB1, sino que los modula, ayudando incluso a contrarrestar algunos de los efectos del THC. Gracias a ello, el cannabidiol ha ganado popularidad por sus posibles propiedades terapéuticas, como la reducción de la inflamación, el alivio del dolor o la mejora del sueño. Muchos usuarios han encontrado en el aceite de CBD una forma práctica de aprovechar estos beneficios. Su uso sublingual o añadido a bebidas permite una dosificación sencilla, con efectos progresivos que no alteran la concentración ni las funciones cognitivas.
Fuente: Unsplash
Legalidad y formas de consumo
Otra diferencia fundamental entre ambos compuestos es su estatus legal. El THC sigue siendo una sustancia controlada o prohibida en muchos países debido a su potencial psicoactivo. El CBD, al no generar dependencia ni efectos mentales, puede comercializarse libremente en muchos lugares, siempre que proceda de variedades de cáñamo con un contenido de THC inferior al 0,2 %.
Las Flores CBD representan otra de las formas más naturales de consumo. Conservan el aroma y el aspecto tradicional del cannabis, pero con niveles de THC tan bajos que no producen efectos psicotrópicos. Su uso se asocia a la relajación, la mejora del descanso y la reducción del estrés, convirtiéndose en una alternativa popular entre quienes desean disfrutar del sabor y las propiedades del cáñamo sin alterar su estado mental. También se utilizan en aromaterapia o para la elaboración de infusiones, y su diversidad de variedades permite elegir entre distintos perfiles aromáticos y concentraciones de cannabidiol.
Diferencias en los efectos sobre el cuerpo
El THC actúa directamente sobre el cerebro, modificando el estado de ánimo, la percepción sensorial y la coordinación motora. Por eso, aunque puede tener aplicaciones terapéuticas en tratamientos específicos, su consumo cotidiano no es recomendable para tareas que requieran atención o precisión. El CBD, en cambio, actúa de manera más suave e indirecta. No altera la mente y, en dosis adecuadas, favorece la relajación muscular, el equilibrio emocional y la reducción de molestias físicas derivadas del estrés o la inflamación.
Una ventaja del CBD es que no genera tolerancia ni dependencia. Mientras que el consumo prolongado de THC puede requerir dosis cada vez mayores para obtener los mismos efectos, el CBD mantiene su eficacia con el uso continuado. Además, algunos estudios apuntan a que puede ayudar a contrarrestar el síndrome de abstinencia en quienes desean reducir o dejar el consumo de cannabis con alto contenido de THC.
Productos concentrados y nuevas aplicaciones
Las Resinas CBD, por su parte, son extractos concentrados del cáñamo con un alto contenido de cannabidiol. Se obtienen a partir de los tricomas de la planta, donde se encuentran la mayor parte de los cannabinoides y terpenos, y ofrecen una experiencia más intensa. Al igual que otros productos de CBD, no provocan efectos psicoactivos, pero sí proporcionan una sensación profunda de bienestar. Son muy valoradas por quienes buscan un alivio más inmediato o por usuarios con experiencia que desean elaborar sus propios preparados naturales.
Dos caminos distintos dentro de una misma planta
La diferencia entre el THC y el CBD, va más allá de sus efectos sobre el cuerpo, tiene que ver con su propósito. El primero está vinculado a la alteración de la conciencia y al placer sensorial, mientras que el segundo se centra en el equilibrio y la armonía del organismo. En un contexto donde cada vez más personas buscan alternativas naturales para el bienestar, el CBD se ha consolidado como una opción segura, legal y versátil.





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