Del Viernes, 19 de Septiembre de 2025 al Lunes, 22 de Septiembre de 2025
Las excavaciones en la Peña de la Mora, en el término municipal de Navatalgordo, han confirmado la existencia de un espacio ritual que hunde sus raíces en el segundo milenio antes de Cristo.
Los trabajos arqueológicos han sacado a la luz restos cerámicos del Bronce Antiguo, útiles de carpintería, llaves, vajillas con relieves de gran calidad y un conjunto numismático de finales del siglo IV, compuesto por monedas del emperador Teodosio I, el mismo que impuso el cristianismo como religión oficial del Imperio romano.
El alcalde de Navatalgordo, Demetrio Sánchez, ha querido reconocer el esfuerzo del equipo de investigación y el empeño personal del arqueólogo responsable: “Gracias a Jesús por insistir en que ahí había algo, y creo que hemos demostrado que sí que lo hay”.
El arqueólogo Jesús Caballero subraya el carácter excepcional del yacimiento, cuya riqueza se intuía pero no se hacía visible en superficie: “Agradecer a la Diputación que haya creído en este proyecto, porque posiblemente es muy sencillo creer en proyectos en los que en superficie es evidente la existencia de hallazgos, sin embargo en la Peña de la Mora no había nada en superficie”, ha explicado, indicando que “en muchos ámbitos incluso arqueológicos llegaban a dudar de que allí pudiera haber lo que intuíamos que había”.
Caballero incide en la dificultad de apostar por un lugar de culto invisible a los ojos modernos: “No es fácil, a priori, creer en o que hemos hecho allí, pero a partir de ahora, pues no hay más remedio y se lo tiene que creer todo el mundo”.
Paisaje sagrado
Las investigaciones sitúan este enclave dentro de lo que la arqueología define como paisaje sagrado, que es “la interpretación que el hombre prehistórico hacía del entorno que le rodeaba, siempre bajo su cultura científica y cosmovisión animista”. Ese animismo entendía que fenómenos naturales como un relámpago, un árbol o una peña poseían alma y conciencia propia y que, por ejemplo, “dentro de esa peña reside una divinidad, un dios con el cual el hombre puede y debe relacionarse”.
Los materiales hallados demuestran que el enclave no fue un lugar de habitación, sino un santuario al que se acudía en fechas señaladas para celebrar rituales y establecer contacto con la divinidad. “Igual que en ermitas actuales se hacían ofrendas, allí también”, ha explicado.
El arqueólogo destaca además que, a diferencia de otras peñas numínicas, este espacio no fue cristianizado mediante una aparición mariana, proceso habitual de asimilación de cultos paganos durante la Edad Media.
Las primeras cerámicas localizadas corresponden al Bronce Antiguo, lo que sitúa el origen del culto en torno al segundo milenio a. C. Pero el grueso del material procede de la segunda mitad del siglo IV y comienzos del V. Se han hallado piezas de sigillata tardía, con una vajilla de imitación decorada a molde, y útiles de carpintería junto a cuatro monedas de Teodosio I.
Caballero interpreta este dato como un gesto simbólico porque “las monedas que han salido, y es una curiosidad, son precisamente del emperador que impone el cristianismo”. “Alguien igual vino a decir, pues mire usted, pero yo sigo practicando aquí mis rituales”, ha manifestado.
Paganismo y cristianismo
La presencia de objetos asociados al periodo de Teodosio I refuerza la idea de que los cultos paganos pervivieron durante siglos en el interior peninsular. “Cuando se impone el cristianismo en el 380, el cristianismo va a intentar acabar con todas estas creencias paganas pero ante creencias que tienen 5.000 años es imposible acabar con ellas, con lo cual se va a intentar adaptarlas y adoptarlas a su doctrina”, señala Caballero.
Este proceso recuerda el investigador, no se consolidó en la Meseta hasta el siglo XII, lo que explica la prolongada coexistencia de prácticas cristianas y paganas en la zona.
Por su parte, el presidente de la Diputación de Ávila, Carlos García, ha destacado que este hallazgo fortalece el mapa arqueológico provincial, ya que este yacimiento se une a otros de la zona como el de Santo Domingo en El Barraco, el del Cerro de la Mesa de Navarrevisca, y -ha añadido- “en unos meses hablaremos del yacimiento de San Marcos en Navaluenga”.
Peña con nombre de espíritu
El topónimo del enclave arqueológico, Peña de la Mora, refuerza la sacralidad del enclave. “Mora puede venir de Maurus, en latín, tanto de moro, lo que entendemos por moro, pero también puede venir de un término celesto indoeuropeo que significa espíritu”, ha explicado Caballero durante la presentación, en la que se ha señalado con esta investigación añade más datos a las creencias ancestrales en el interior de la Península Ibérica y a como los pueblos de la Edad del Bronce y del final del Imperio romano concebían el mundo, la naturaleza y la divinidad.
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julio collado | Jueves, 18 de Septiembre de 2025 a las 22:44:24 horas
ENHORABUENA, JESÚS.
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