Llegó a Ávila para ingresar como monja en el monasterio de Santa Ana, situado en lo que desde 1991 es sede de la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León en Ávila, el 26 de Marzo de 1940. Su profesión solemne fue el 31 de mayo de 1945.

“Vivió la vida monástica con gran ilusión y entrega compartiendo con cuantos la trataban la riqueza de dones con los que Dios la había dotado”, según la actual abadesa.

Fue maestra de novicias y después abadesa durante 30 años (1968-98), llevando a cabo el traslado de la Comunidad desde el antiguo monasterio de la plaza de Santa Ana hasta el actual, situado a la derecha de la carretera que sube al Santuario de Sonsoles.

La monja guapa
La abadesa señala que “los rasgos de su personalidad humana son muy ricos”. “Era muy guapa y así la llamaban ‘la monja guapa’”, además de tener “una simpatía natural arrolladora que conquistaba a cuantos y cuantas la trataban, muy valiente y firme a la vez que femenina”.

Relata un episodio que le marcó de por vida, cuando tras la Guerra Civil “tuvo que salir por enfermedad, dada la precariedad de la comunidad, para cuidarse en su casa de Perazancas (Palencia). Allí tuvo muchas propuestas para dejar el camino de la vocación religiosa, a las que dio un no rotundo”.

En la vida monástica era “muy amante de los valores monásticos: lectio divina, oración y trabajo manual”. “Y siempre quedará constancia de lo mucho que quería a todos los sacerdotes de Ávila, a quienes no dudaba en ayudar con su oración y acogida”, señala la abadesa.

La madre Pilar, que falleció el sábado, recibió cristiana sepultura el domingo por la tarde y el lunes por la mañana se celebró una misa exequial por su alma.