El homenaje tendrá lugar este jueves en una eucaristía (12 horas) que será presidida por el obispo de Ávila, Jesús Rico, en una localidad donde cuenta con un busto que le recuerda.
Según el Obispado, Robles falleció muy joven en un accidente de tráfico, pero “dejó una huella profunda entre quienes lo conocieron”. Por ello, Villanueva de Ávila “conserva aún vivo el recuerdo del padre Pepe (como le solían llamar), y en especial su testimonio de entrega generosa por las necesidades de sus convecinos”.
José Robles Fernández nació en Pedro Bernardo el 28 de agosto de 1925 y, tras cursar los estudios pertinentes, fue ordenado sacerdote en Ávila el 12 de octubre de 1951. Apenas dos años después, en octubre de 1953, llegó como párroco a Villanueva de Ávila, donde ejerció su ministerio hasta su trágico fallecimiento el 30 de noviembre de 1961, a los 36 años.
Desde su llegada a Villanueva, el padre Pepe (como solían llamarle los feligreses) se comprometió con los más necesitados, aplicando con radicalidad su lema sacerdotal: "pasar por la tierra haciendo el bien".
Su sensibilidad hacia los pobres y enfermos, desarrollada ya en su formación en los movimientos apostólicos obreros de la HOAC y la JOC, transformó la situación social y espiritual del municipio, destaca el Obispado.
Lejos de amargarse ante la precariedad de la época, José Robles transmitía alegría y serenidad a quienes le rodeaban: "¡Mientras diga misa nunca estaré triste!", solía decir. Su cercanía con la gente, su carácter afable y su vida de oración hicieron de él un ejemplo de pastor cristiano, cuyo testimonio sigue inspirando a generaciones de villanovenses.
Huella
Robles dedicó su ministerio a atender las necesidades de los distintos barrios repartidos por la sierra, donde muchas familias carecían de lo más elemental y vivían de un duro trabajo diario. Se involucró activamente en la construcción de la iglesia, en la creación de una cooperativa de beneficencia y en la atención de las escuelas, procurando que los niños no carecieran de una comida antes de regresar a sus alejadas casas. Estaba siempre dispuesto a ayudar, a cualquier hora y en cualquier circunstancia.
A lo largo de su breve pero intensa labor pastoral, dejó una huella indeleble en la parroquia de San Pedro Bautista y en todas las familias de Villanueva y alrededores. Descrito por quienes le conocieron como un "sacerdote entero y verdadero", su entrega a Cristo y a sus "hijos" -como solía llamar a sus feligreses- marcó profundamente la vida espiritual y social de la comunidad.
Su rector en el Seminario, Baldomero Jiménez Duque, recordaba que José Robles, pese a su frágil salud desde los años de seminarista, desarrolló un ministerio incansable: "Se estaba quemando en su misma llama muy de prisa cuando la hermana muerte vino a llevarle con Él, de aquella manera desgarrada que todos conocemos. Murió en acto de servicio en favor de sus hijos. Una muerte digna de su heroico vivir".
Murió en un accidente de tráfico mientras realizaba un servicio a la comunidad. La furgoneta en la que viajaba hacia Pedro Bernardo para aprovisionar de aceite su cooperativa se precipitó por un puente en la carretera de Navarrevisca debido al hielo y al mal tiempo. Cayeron por la garganta de la Cañada. Junto a él fallecieron el conductor, Juan Sánchez Casillas y Esteban González, ambos vecinos de Navalacruz. Solo sobrevivió Segundo Blázquez Blázquez, de Villanueva, quien pudo pedir auxilio.
Miguel | Viernes, 29 de Agosto de 2025 a las 12:05:42 horas
Parece que fue una buena persona.
Lo que no me queda claro es si nació en Mombeltrán o en Pedro Bernardo.
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