Susana Gil Dávila y su marido decidieron rehabilitar una antigua casa familiar situada en el centro de Hernansancho, un pequeño municipio de la provincia de Ávila. La reforma del inmueble, que cuenta con una capacidad para 12 personas, supuso un gran reto para ambos debido a las condiciones del edificio y por varios elementos que quisieron conservar. El más simbólico: una tinaja de barro de 2,80 metros que ha dado nombre al alojamiento rural y se ha mantenido en el mismo lugar que ocupaba originalmente.

La reforma incluyó la recuperación de materiales originales como baldosas antiguas o una pared de adobe en la zona de la bodega. También se incorporaron elementos decorativos únicos, como antiguos yugos de labranza transformados en lámparas de techo. La estética de la vivienda está marcada por la mezcla entre lo rústico y lo contemporáneo: "Toda la casa cuenta con electrodomésticos, textiles y muebles procedentes de comercios locales de la provincia", confirma la propietaria y encargada de las reservas.

Distribuida en dos plantas, La Tinaja dispone de seis dormitorios, todos ellos con baño privado y nombrados en referencia a diferentes variedades de vino: Verdejo, Merlot, Garnacha, Malvasía, Tempranillo y La Viña. Esta última está adaptada a personas con movilidad reducida y situada en la planta baja. Cada habitación presenta una decoración personalizada, con detalles como cabeceros de forja, dibujos pintados a mano o identificadores con el nombre y la uva correspondiente en cada puerta.

El salón, comedor y cocina comparten un espacio diáfano y el patio incluye una zona de barbacoa techada con mesa para 12 comensales, televisión y césped artificial. La piscina, considerada como lo más llamativo por la anfitriona, permite su uso durante todo el año. La bodega es tratada como zona de ocio: la tinaja original comparte espacio con una barra original y un futbolín. El uso creativo de la iluminación, con luces led integradas en techos, suelos, vigas de madera y el logotipo de la casa, aporta un ambiente cálido y diferenciador.

Uno de los aspectos más destacados por quienes se han alojado en La Tinaja es la atención personalizada. Las reservas son gestionadas directamente por Susana Gil quien mantiene contacto con los huéspedes desde el primer momento, adapta los horarios de entrada y salida (establecidos a las 11 y 16 horas, respectivamente) y entrega personalmente las llaves. “No trabajamos con códigos ni buzones. Queremos que cada visitante se sienta bien recibido desde el primer minuto”, destaca.

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La casa es apta para familias con niños y admite mascotas, con una pequeña fianza y una cuota adicional orientada al mantenimiento, especialmente en previsión de alergias. Aunque el alojamiento está disponible en plataformas como Booking, Escapada Rural y Airbnb, los propietarios recomiendan hacer la reserva directamente a través de la web oficial www.latinajacasarural.com o por teléfono, para evitar comisiones y ofrecer un trato más directo.

Desde su apertura, La Tinaja ha registrado ocupación cada fin de semana, en buena parte gracias al boca a boca y a la visibilidad obtenida en redes sociales, especialmente Instagram. La ubicación del alojamiento, a menos de unos 20 minutos de Ávila, hace que el alojamiento sea un "descanso" combinado con el turismo rural.  Además, en las inmediaciones se pueden encontrar atractivos como la laguna de El Oso o el centro hípico Azabache.

La Tinaja no solo ha devuelto la vida a una casa antigua del pueblo, también se ha convertido en un impulso para el turismo de la zona, apostando por los pequeños detalles, la autenticidad y un trato cercano que pone a las personas en el centro.