Del Viernes, 26 de Septiembre de 2025 al Miércoles, 15 de Octubre de 2025

¿Trabajar para vivir o para pagar impuestos?
--- Diego Díez López es presidente de CEOE Ávila.
El pasado 18 de agosto, según la Fundación Civismo, hemos alcanzado el Día de la Liberación Fiscal en este año 2025, esa jornada simbólica en la que los ciudadanos dejamos de trabajar exclusivamente para financiar al Estado y comenzamos a generar ingresos para nosotros mismos. Es decir, hemos necesitado 228 días de nuestro trabajo solo para pagar impuestos: un 62% del año laboral.
Notamos ese incremento creciente e incesante de la presión fiscal: en 2025, este día se ha retrasado en comparación con años anteriores. Desde la entrada en el Gobierno de Pedro Sánchez, los españoles trabajamos 51 días más para pagar impuestos -pasamos de 177 días en 2018 a 228 en 2025-.
El esfuerzo fiscal de los hogares se llevó en 2024 más del 54% de todas las rentas que ingresaron. ¿Y cuál es la percepción del trabajador? Que cada vez cobra menos, evidentemente, que el sueldo ya no llega. Pero ni al trabajador por cuenta ajena, ni al autónomo, ni al empleado público.
Manteniendo toda la cautela ante este informe, del mismo modo que la mantengo ante el cohete económico del que presume el gobierno, lo cierto es que son datos que nos deben invitar a la reflexión.
Lo cierto es que pagamos muchos más impuestos hoy que hace 7 años, pero no sabemos a dónde van y no lo digo yo, lo dice la ausencia de Presupuestos Generales desde 2023, la poca importancia que le conceden nuestros gobernantes a algo tan fundamental como saber en qué se va a utilizar el dinero de los ciudadanos, pero quizás sea relevante mantener cierta distracción sobre ese tema.
No creo que sea especialmente incentivador para el esfuerzo que el Estado se engulla, de media, el 47 % del salario bruto. ¿Es justo que tengamos que repartir casi la mitad de la recompensa que recibimos por todo el esfuerzo en nuestro trabajo?
Cada uno que saque sus propias conclusiones, yo solo quiero invitar a la reflexión individual, personal, como si fuera algo que nos afectase directamente a nosotros, como es el caso.
Porque la reflexión genérica desde el buenismo del primer cuarto del siglo XXI resulta cómoda y salen las cuentas para todo, pero lo cierto es que cuando lo aterrizamos cuesta mucho más, y es precisamente eso lo que nos falta en estos momentos, aterrizar.
Y mientras tanto, el declive de los servicios públicos es evidente desde varios flancos, lo que me genera la duda de si tal cantidad de recursos van para el servicio al ciudadano o al mantenimiento a costa del contribuyente del propio sistema por más síntomas de insostenibilidad que dé, que los da, y por más que se aleje del bienestar de una mayoría, que se aleja.
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