Del Miércoles, 15 de Octubre de 2025 al Sábado, 18 de Octubre de 2025
A finales del mes de julio, el domingo 27, nos dejaba con 78 años Miguel Varas Gutiérrez, mejor conocido en el término municipal de nacimiento, El Tiemblo, y en el Valle Iruelas como ‘Talaverano’.
En un verano seco y caluroso, donde los incendios van reduciendo nuestros espacios naturales y las masas forestales, nos ha dejado un cabrero de los de antes, pues Miguel no solo era conocedor de los territorios que recorría con sus cabras, sino que también era un ilustrado hombre de campo, conocedor de las muchas vidas que habían ido aconteciendo por la Dehesa de El Tiemblo, y sobre todo por el Valle Iruelas. Son lugares que conocía al dedillo como si fueran las palmas de sus manos, ya que los recorría con sus cabras a diario, y con ello además contribuía a controlar el pasto y la vegetación arbustiva de espinos y zarzas, que con tanta facilidad tratan de cerrar las sendas y los caminos forestales o que tan difícil pone a los profesionales de la extinción de los incendios forestales su buen y necesario trabajo de apagarlos.
Me cuentan que Miguel podría haber elegido otras muchas profesiones, pero que él con su alma libre prefirió ser cabrero, que en La Atalaya conoció a su mujer, que su vida era andar por el monte y, sobre todo, no parar. Los que le conocimos hace décadas podemos decir que era también un gran conversador, un gran contador de historias, pues había conocido en el pasado siglo a otros muchos cabreros, vaqueros, resineros, guardas y demás usuarios de esas zonas, cuando entonces esos montes daban de comer a muchas familias y no quedaba más remedio que vivir en ellos. Perdemos, sin duda, a un gran referente y a un eslabón de la trasmisión oral de los usos y costumbres de esa amplia zona, ya que con sus historias se podía haber escrito más de un libro, especialmente sobre las personas y personajes que habían pasado por allí, cortadores de pinos de Casillas, cabreros de El Barraco, vaqueros de El Tiemblo o del Tiétar, e incluso de cuando después de la Guerra Civil transitaron los maquis buscando en esos montes su refugio.
Buen conocedor de las fuentes y de toda la toponimia de la zona, daba gusto oírle citar los nombres antiguos del Valle de Iruelas por donde hacía sus careos con las cabras y que hoy, para recordarlos, hay que volver sobre el viejo mapa del Asocio. Recuerdo que Miguel tenía sus propias dudas sobre ciertos topónimos aceptados por la oficialidad, como por ejemplo la conocida curva de Candeleda, a la que él llamaba curva de Cándalea por estar directamente relacionada esa palabra con las ramas o troncos secos de los pinos. Era muy curioso y certero también en como llamaba a ciertos objetos, como por ejemplo a los prismáticos, que para él eran los alargavistas.
Los parajes como la Quesera, el cerro de la Encinilla, el pozo de la Nieve, los Lechigueros, los Acebos, el Tunante, la Moraleja, las Zarzaleras, la Veguilla del Manzano, el Pino de las Cinco Caras, las Juntas o las gargantas del Ciervo, de Castañarejo, de Malacarilla, de la Higuera, de los Bernardillos o los arroyos del Purgueruelo, Zancaparrilla, entre otros muchos… seguro que te echaran de menos, como te echaremos de menos muchos conocidos tuyos, que bien te apreciábamos, y cuando por esos lugares paseemos o los recordemos, viajaremos en el tiempo y repasaremos los buenos ratos que pasamos contigo. Ojalá tus cabras continúen pastando por ellos guiadas por tu hijo Miguel, a quien pasaste el relevo generacional y me consta que tus conocimientos, por ello tal vez y con esperanza de futuro, todavía podamos decir que continúan con la tradición heredada los cabreros de raza por el Valle de Iruelas.
Juan José | Martes, 19 de Agosto de 2025 a las 19:59:51 horas
Era un testigo de Iruelas y un archivo viviente de conocimiento. Muy triste es que nadie se preocupara de recoger sus testimonios. RIP y que la tierra le sea leve.
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