“Las facturas atrasadas que quiere las tiene a su disposición en el Ayuntamiento”, ha dicho Montserrat Hernández Barreras, la alcaldesa, quien niega con rotundidad que ella haya boicoteado la entrada a su establecimiento, el único bar del pueblo. “Que me denuncie si hay algo ilegal”, afirma.

“Es incierto lo del boicot y las amenazas”, dice, a la vez que responde al llamamiento de tomarse la caña en el bar de Ana del domingo 2 de febrero. La regidora cree que Ana Martín “ha engañado a la gente de Béjar”, lugar de procedencia de quienes de solidarizaron con la adjudicataria del bar. “No hubo más de 20 personas”, apunta.

Martín, que ganó la adjudicación por 1.500 euros frente a 600 del segundo aspirante, debería haber pagado esa cantidad antes de final de año, pero alcaldesa le ha otorgado un nuevo plazo.

Vecinos                                                                                                          
Por otra parte, y a raíz de la publicación de la noticia, varias personas afincadas en el pueblo o que lo frecuentan en períodos vacacionales por su vinculación familiar, han enviado escritos en los que responden a la denuncia y critican su gestión de precios y horarios, destacando que se trata del único establecimiento de la localidad.

“Yo he presenciado en numerosas ocasiones como la alcaldesa ha intentado convencer a las personas que dejaron de entrar en el bar  se iban a otros lugares, a que entrasen para que Ana no tuviera que cerrar y el pueblo se quedara sin bar, por eso me parece sorprendente que acuse de boicot y de amenazas a su hijo”, explica una joven, que asegura que las acusaciones contra la regidora son “falsas”.

Consejos
“Jamás he vivido en el bar del pueblo situaciones como las que he visto el verano pasado, con vecinos dándole consejos a Ana para que haga mejoras que van a darle beneficios no sólo a ella sino al resto de vecinos, ya que no debemos olvidarnos que es el único bar que existe en el pueblo, por lo que nadie quiere su cierre, lo único que se pide es que se esfuerce un poco más en llevar su negocio, para el bien de todos”: es la versión de otra mujer.

Además de criticar los elevados precios: “dos euros por una coca-cola. Y el pincho, si no lo pides no lo pone nunca, y te cobra medio euro, además de ser el bar más caro de la zona”.

“Se le dijo -añade otra- pusiera a la venta chuches, bolsas de patatas y gusanitos, ya que el pueblo en verano se llena de niños y no existe ni tienda ni kiosco para que éstos puedan ir a comprarse algo. Este consejo se lo dio la propia alcaldesa y casi a regañadientes lo hizo”.

Horarios
Y cuenta: “también se le pidió que en verano abriera un poco antes, puesto que no es normal una cola de gente en la puerta a las 12 del mediodía porque les apetece tomarse algo y el único bar del pueblo esté cerrado. Por eso no me extraña que haya perdido muchos clientes, y que los vecinos opten por coger sus coches y vayan a tomarse el aperitivo a los bares de los pueblos que hay en los alrededores del nuestro”.

Otra persona  dice: “se ha insinuado que en el Ayuntamiento poco más que se ha asentado una mafia caciquil, créanme que ése no es precisamente el caso: da la casualidad que la persona que ocupa actualmente la alcaldía no se ha dejado manipular por los distintos bandos que pueda haber en el pueblo y de haber hecho todo lo posible para que las personas que tienen casa allí paguen sus impuestos es de dónde vienen los problemas”.

“Es el único bar que hay en el pueblo, o sea , que es punto de reunión de todo el mundo, por eso nadie quiere que se cierre y tampoco conozco a nadie que odie a Ana hasta el punto de no entrar en el bar y mucho menos ponerse en la puerta a prohibir a nadie la entrada. Eso son patrañas”, afirma tajante.

Que no cierre
Y la opinión de la primera joven: “este bar es nuestro punto de encuentro y no queremos para nada que se cierre, pero está claro que su mala gestión de negocio hace que muchos de nosotros debamos acudir a otros bares de pueblos de alrededor para sentirnos a gusto y que nos den un buen servicio”.

“Cogió el bar de nuestro pueblo hace tres, y durante dos no le ha faltado gente que no entrara en su negocio, a pesar de su poco buen servicio”, añade. Y asegura que “desde se adjudicó el bar de nuevo el año pasado empezó a subir los precios, y la gente dejó de entrar por muchas razones”.