La liga femenina ha logrado abrirse paso en uno de los espacios más simbólicos del fútbol español: la Quiniela. Esa columna dominical de casillas, que durante décadas ha estado reservada a los partidos masculinos, ahora también incluye enfrentamientos de la Liga F. Un hito, sin duda. Un paso más hacia la normalización y visibilidad del fútbol practicado por mujeres. Pero, al mismo tiempo, este gesto plantea la pregunta incómoda de ¿por qué los equipos femeninos no reciben directamente parte de los beneficios económicos que generan?

Lo que a primera vista parece una conquista puede, en realidad, esconder un problema más profundo. La Quiniela femenina existe, sí, pero los ingresos que produce no se traducen en apoyo tangible para los clubes que la hacen posible.

El avance simbólico de la liga femenina en la Quiniela

La entrada de la liga femenina en la Quiniela representa un reconocimiento institucional y mediático. Por primera vez, los partidos de fútbol femenino aparecen junto a los masculinos en la Quiniela oficial, algo que visibiliza el talento y el valor del deporte practicado por mujeres. Como analiza el periodista deportivo Javier Navarro en Estafa.info, la Quiniela femenina supone un cambio significativo en el reconocimiento institucional del fútbol femenino. Sin embargo, ese avance aún no se traduce en una retribución económica directa para los clubes participantes.

Desde el punto de vista de imagen, es un paso firme. La presencia en la liga femenina de la Quiniela puede atraer nuevos públicos, generar interés y dar a conocer a jugadoras y equipos. Pero la pregunta es inevitable: ¿a dónde va el dinero que se genera gracias a esa inclusión? Porque si hay un beneficio económico, lo lógico sería que llegase, al menos en parte, a quienes están sobre el césped.

¿Quién se queda con los beneficios económicos?

Actualmente, los beneficios generados por la Quiniela se reparten a través de un sistema centralizado gestionado por Loterías y Apuestas del Estado. De cada boleto, un porcentaje va a los premios, otro a Hacienda, y otra parte a entidades públicas, entre ellas el Consejo Superior de Deportes. Todo queda, por decirlo así, dentro del sistema.

Pero en esa cadena no está contemplado, por ahora, ningún retorno económico directo para los clubes femeninos cuyos partidos aparecen en la Quiniela femenina. No existe un mecanismo que vincule de forma clara y automática la aparición de un equipo de futbol femenino en el boleto con una retribución específica para ese club.

La mayoría de equipos de la Liga F funcionan con presupuestos muy limitados. Algunos apenas logran cubrir los gastos mínimos de desplazamiento o material y, mientras sus partidos generan ingresos a escala nacional, ellas siguen entrenando con recursos escasos.

Visibilidad sin retorno: un problema estructural

En este punto conviene mirar más allá del escaparate, ya que la visibilidad no paga facturas. Que el fútbol femenino tenga más presencia en medios, en redes, incluso en sistemas de apuestas, es una buena noticia, pero si esa presencia no se acompaña de financiación real, el resultado es un espejismo.

La desigualdad histórica en este terreno sigue siendo enorme. Como muestra, basta revisar el salario de las estrellas mundiales del fútbol femenino. Aunque muchas de ellas cuentan con millones de seguidores y llenan estadios, sus sueldos distan mucho de los de sus colegas hombres. En el caso español, esa brecha se agranda aún más en equipos modestos, regionales o de cantera.

En Ávila, sin ir más lejos, el equipo femenino del Casa Social Católica está a punto de cumplir 25 años. Su historia es un ejemplo de compromiso y pasión por el deporte, pero también de la precariedad con la que se sostiene el fútbol femenino de base. Jugadoras que estudian, trabajan y entrenan a contrarreloj, cuerpos técnicos que hacen malabares para cuadrar horarios y directivos que luchan por mantener el proyecto sin apenas ayudas ¿No sería justo que un porcentaje de lo que genera la Quiniela femenina ayudara a sostener proyectos así?

Qué se podría hacer: ideas y ejemplos de reparto justo

Nadie dice que el cambio tenga que ser radical ni inmediato, pero hay margen para avanzar hacia un sistema más equitativo. Existen distintas fórmulas que podrían explorarse. Por ejemplo, una de ellas sería reservar una parte de lo recaudado en la Quiniela liga femenina para un fondo específico destinado a los clubes que participan. Ese fondo podría gestionarse de manera proporcional, atendiendo al número de apariciones, la categoría, o las necesidades concretas de cada equipo.

Otra opción sería vincular la aparición en la Quiniela Champions femenina o en la liga femenina Quiniela con campañas de patrocinio, becas deportivas o aportes a programas de formación. Algunas ligas extranjeras ya han empezado a ensayar modelos de este tipo, sobre todo en países donde la igualdad en el deporte no es solo un eslogan, sino una política de Estado.

En España, el compromiso con el fútbol femenino ha crecido, eso es cierto, pero sigue habiendo mucha distancia entre el discurso y la acción. Iniciativas como la inclusión en la Quiniela deben ir acompañadas de decisiones que tengan impacto real en el día a día de los clubes.

Lo que no se ve también importa

Si de verdad queremos que el fútbol femenino crezca de forma sólida y sostenible, hay que dejar de verlo como un elemento decorativo y empezar a tratarlo como lo que es: un deporte profesional, lo que incluye salarios dignos, infraestructuras adecuadas y beneficios compartidos cuando se genera dinero gracias a sus partidos.

La Quiniela femenina ha puesto el foco en el talento de nuestras jugadoras. Ahora falta que ese foco no sea solo simbólico, sino económico, que no se quede en el papel, sino que se traduzca en contratos, en ayudas, en recursos, porque la igualdad no se logra solo con visibilidad, sino con inversión.

Y, por supuesto, también con justicia, porque si el sistema se beneficia del fútbol femenino, es justo que las protagonistas también lo hagan. No por caridad, sino por derecho. No como excepción, sino como regla. Y no solo en la Liga F, sino también en equipos como el Casa Social Católica de Ávila, que llevan años peleando por este deporte sin que nadie les regale nada.