Dirigido a niños de entre 5 y 12 años, la iniciativa destaca por su enfoque inclusivo y transformador, con personas con discapacidad intelectual como monitores de apoyo en actividades de ocio y tiempo libre. El campus, que tendrá lugar del 7 al 11 de julio, ha agotado sus 35 plazas en apenas unas horas desde la apertura del plazo el 23 mayo. 

“No es un campus al uso, es un campus en valores, porque más allá de que los chicos se diviertan, buscamos que se formen y adquieran valores que les sirvan para su vida diaria”, ha subrayado Ana Teresa Jiménez, directora de La Casa Grande de Martiherrero.

Jiménez ha hecho hincapié en el carácter del proyecto, que “implica a todos y cada uno de los trabajadores de La Casa Grande, desde la cocina hasta mantenimiento o el servicio médico, porque todos suman su grano de arena para que los chicos estén atendidos durante toda la jornada”.

Educación emocional
El programa de actividades está estructurado en torno a valores fundamentales como la amistad, la empatía, el compañerismo, la superación, el respeto y la confianza, que se trabajan mediante dinámicas específicas cada día. “Los valores son la tela de fondo de todas las actividades, ya que hoy en día se están quedando un poco al margen, y por eso nosotros ponemos el foco en ellos”, ha explicado María Sánchez, coordinadora del campus.

Entre las acciones previstas destacan iniciativas de concienciación como el sendero ciego, la práctica del lenguaje de signos o el uso de la Joëlette, silla todoterreno para personas con movilidad reducida, con las que los menores experimentan realidades distintas y aprenden a ponerse en el lugar del otro”. También habrá dinámicas medioambientales, juegos de presentación, talleres de plantación y un mundialito de fútbol, “siempre con el valor del día como hilo conductor”.

Una de las señas de identidad más distintivas del campus es la participación activa de personas con discapacidad intelectual como monitores de apoyo. En total, 40 personas formadas previamente actuarán como referentes en la jornada que les corresponde, organizándose por rotación diaria. “De este modo, se sienten protagonistas, útiles, valorados y realizados”, ha destacado Sánchez, quien subraya que el proyecto “no solo potencia los valores entre los niños, sino que también visibiliza a las personas con discapacidad y construye comunidad”.

El éxito de participación ha obligado a plantear una posible ampliación del campus en próximas ediciones. “Este año pensábamos hacer dos semanas, pero finalmente será una, aunque las familias siguen insistiendo y esperamos que en el futuro podamos extenderlo, porque muchos niños se quedan con ganas de repetir”, ha reconocido la directora.