A sus 79 años, Isaac Revah tiene unas vivencias marcadas por el paso por un campo de exterminio a los nueve años, y confía en que “no se vuelva a repetir” el holocausto, a la vez que llama a “la educación de los niños y jóvenes” y al “respeto”.

Nacido en Salónica (Grecia) en 1934, el origen español de la familia le permitió tener pasaporte de España y salir con vida, por eso pide para el diplomático Sebastián Romero Radigales el título de ‘Justo entre las naciones’, solicitado por la International Raoul Wallenberg Foundation, a la vez que lanza un mensaje de “gratitud” hacia España.

Así lo ha dicho cuando prendió la séptima y última vela que se encendieron por los millones de víctimas del nazismo en el acto que acogió el Palacio de los Superunda.

Con nueve años
“Mi caso es menos grave que lo que encontraron los judíos en los campos de exterminio”, apunta. Y acto seguido regresa a los nueve años y un panorama difícil de comprender para aquel niño, “a acontecimientos que no entendía muy bien, con la amenaza de deportarnos a Polonia que los adultos nos ocultaban”.

“No teníamos qué comer, nos hacían llamadas a las cinco o seis de la mañana quedando dos hora afuera para contarnos, con el jefe de nuestro campo caminando entre nosotros con su perro que nos asustaba mucho”.

“Alimentación mínima, agua negra por la mañana que se llamaba café con un pedazo de pan y por la tarde una sopa con unas cosas que llamaban legumbres. Siendo un niño de nueve años tenía derecho a una copa de leche con pastas y azúcar una vez por semana, y ocurrió una o dos veces que me caí volviendo a la barraca en que vivíamos y no me dieron otra… Recuerdo como resistí al hambre”.

Entre medias, la falta de higiene y los casos de tifus: “teníamos la obligación de ir una vez cada tres días a la ducha, me acuerdo de estar contento de estar bajo la ducha caliente, y mi padre diciendo ‘Isaac, por favor, date prisa, no quiero que estemos bajo la ducha mucho tiempo’. No entendía porque mi padre me decía esto”.

Deportación
Salónica fue ocupada por los alemanes en 1941 y las medidas contra los judíos se aplicaron poco después. En marzo del 43 se  inició la deportación de 47.000 judíos a Auschwitz, “el 95 por ciento de toda la población”.

Revah cuenta que entre ellos hubo un grupo de 367 personas con nacionalidad española: “si les puedo hablar hoy y soy un superviviente no es por mi cualidad de coraje ni de fuerza moral, sino porque España me dio esa nacionalidad”.

“A pesar de esto, fuimos deportados al campo de Bergen Belsen, en la Baja Sajonia alemana, en agosto de 1943, y en noviembre España nos dio la visa para la repatriación en febrero del 44. Era un acontecimiento extraordinario porque nunca se había visto tal acto de los alemanes, de liberar judíos durante la guerra”.

De allí fueron llegaron a Barcelona, donde estuvieron tres meses, luego a un campo en Casablanca, y luego a Palestina, a finales de 1944, cuando por falta de trabajo del padre deciden marcharse a Francia, en 1948, con 14 años.

Estudió y aprendió el español de sus antepasados sefardíes. Es físico y ha trabajado en la agencia espacial francesa. Y reclama “la memoria, contar lo que ocurrió para que no vuelva a ocurrir”.

Negacionismo
El acto comenzó con la intervención del director general del Centro Sefarad-Israel, Miguel de Lucas, quien aludió al papel del cónsul que salvó la vida a Revah y al de Ángel Sanz Briz, el diplomático conocido como ‘el ángel de Budapest’, quien salvó a más de 5.000 judíos, y cuyo nieto, Jaime González-Bañón Sanz-Briz, se encontraba entre los invitados.

“Quien salva una vida, salva la humanidad”, recordó que dice el ‘Talmud’, mientras que el presidente de la Federación de Comunidades Judías de España, Isaac Querub, lamentó la difusión de tesis negacionistas de “la noche más oscura de la humanidad, a la vez que demandó que los jóvenes conozcan la historia de la shoah (holocausto) y agradeció que la ley Wert lo incluya.

Según Querub, el 70 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, que se celebra el año que viene debe ser el momento adecuado para continuar mantener viva la memoria de las víctimas”

“Del holocausto -ha añadido- aprendimos la lección del ejemplo de las personas que salvaron la vida a los condenados por su condición de seres humanos, pero también aprendimos que la indiferencia y la pasividad son colaboradores necesarios de la tragedia”.

El alcalde de Ávila, Miguel Ángel García Nieto, dijo que esta conmemoración es “un llamamiento para que no vuelva a repetirse”. Carlos Jiménez Renjifo, responsable para España del Centro de Información de Naciones Unidas para Europa Occidental, y Oren Bar-El, ministro consejero de la embajada de Israel fueron otros de los asistentes.

Actuó la Camerata Abulense con una  canción tradicional rusa y con el himno de La Santa -compuesto por José Martín Descalzo y Cristóbal Halffter para el centenario de 1982-, justificado en este acto porque fue perseguida por la Inquisición, y del que se dijo que será de las últimas veces que se interpreta ante la cercanía de la nueva conmemoración con una nueva composición.