Esta iniciativa, que forma parte del modelo de atención centrado en la persona, se desarrolla semanalmente con la participación de Draco, un golden retriever de dos años y medio especialmente adiestrado.

Bajo la dirección de la terapeuta ocupacional Sonsoles Jiménez y con la colaboración de Alberto Hernández, responsable del centro canino Cobican y encargado del entrenamiento de Draco, la residencia ha integrado sesiones personalizadas en las que el animal actúa como un facilitador de objetivos terapéuticos adaptados a cada residente.

Durante las sesiones, los mayores participan en actividades como cepillar al perro, realizar paseos guiados, lanzar objetos o simplemente acariciarlo mientras evocan recuerdos. Estas tareas, aparentemente sencillas, conllevan beneficios significativos: "Hemos notado un cambio notable en el estado de ánimo y la participación de los pacientes”, puesto que para muchos residentes “el simple hecho de esperar la visita de los animales se ha convertido en un aliciente para afrontar el día con más energía", ha afirmado Jiménez.

El enfoque multidisciplinar se inserta en una estrategia más amplia de humanización de los cuidados, cuyo objetivo es promover el bienestar integral en la tercera edad mediante actividades significativas. La terapia ocupacional, en este contexto, busca mantener y mejorar la autonomía funcional de los mayores estimulando sus capacidades físicas, cognitivas y emocionales. La introducción de animales como parte de este proceso terapéutico no solo incrementa la motivación y el compromiso de los usuarios, sino que también facilita la ejecución de tareas cotidianas que contribuyen a preservar su calidad de vida.