Durante su homilía, Rico ha exhortado al clero a evitar una visión funcional del ministerio sacerdotal, afirmando que no pueden ser “simples profesionales, sino ministros del Evangelio que viven y transmiten la alegría de Cristo”.

El prelado ha llamado a una vivencia auténtica del sacerdocio, citando el Evangelio para recordar que los sacerdotes deben ser “sal de la tierra y luz del mundo”. Asimismo, ha alertado sobre los peligros de la simulación y el cansancio espiritual, advirtiendo que “puede llevar a ser pisoteados” si se pierde la autenticidad. En su intervención también ha subrayado el valor de la oración como fuente de fortaleza espiritual, recordando una frase del propio San Juan de Ávila: “No hay buenas obras que duren sin oración”.

Homenaje 
Tras la eucaristía y la ponencia de Ángel Cordovilla, titulada ‘Ungidos y enviados. Espiritualidad del ministerio apostólico presbiteral’, se ha rendido homenaje a los presbíteros que este año celebran hitos significativos en su vocación. En 2025 han conmemorado sus bodas de plata sacerdotales  Antonio Testera y Óscar Robledo Merino, por sus 25 años de ministerio. Las bodas de oro, correspondientes a 50 años de servicio, han sido celebradas por Santiago Enríquez González, el padre Julio Herranz Migueláñez (franciscano), el padre Timoteo Martínez Gil (franciscano) y José Luis de la Cruz Martín.

De manera especial, se ha reconocido a los sacerdotes que alcanzan sus bodas de diamante por sus 60 años en el presbiterio: Fernando Carrasco del Río, Benjamín López de Juan, Antonino Alonso García y Pedro Gómez Herráez. Además, ha sido destacada la trayectoria de Delfín Lozano Bravo, quien ha cumplido 75 años de ministerio sacerdotal, aunque no ha podido asistir al acto debido a su avanzada edad. La celebración ha finalizado con una comida fraterna.