Durante su homilía, el obispo ha expresado la gratitud de la comunidad diocesana hacia el pontífice argentino, destacando su servicio a la Iglesia y evocando la figura de San Francisco de Asís con la conexión espiritual del Papa Francisco, destacando que ambos compartieron un sueño: renovar la Iglesia desde la sencillez, la entrega y la cercanía al pueblo. 

“El papa Francisco no ha querido una iglesia preocupada por sí misma, sino una que haya comprendido verdaderamente lo que dijo el pontífice: que ella es instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano, una iglesia que quiere expresar solidaridad,  respeto y amor a toda la familia y que por ello considera los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo”, ha expresado Jesús Rico. 

“Francisco prefiere una Iglesia herida y manchada por salir a la calle antes que una iglesia enfermera por el encierro y comodidad”, ha manifestado el obispo de Ávila, recordando que el Papa apostó por una Iglesia que “no puede vivir encerrada en sí misma, sino abierta a todos”, así de la misma manera que enseñó que “el poder solo tiene sentido si se transforma en servicio”, pues “la cruz no se predica, sino con la vida”. 

En el contexto actual, a las puertas de un nuevo cónclave, Jesús Rico ha recordado que es el Espíritu Santo quien guía la Iglesia, más allá de las personas concretas que la lideran. “Estamos a las puertas de un nuevo cónclave en el que se elegirá  al nuevo Papa. Es el Espíritu del Señor, no lo olvidemos, quien sostiene y guía la Iglesia. La fuerza del Espíritu no es algo del pasado, sigue estando presente hoy y lo estará hasta el fin del mundo”. 

“La acción del Espíritu Santo no es un recuerdo del pasado, es por encima de nuestras miserias la realidad también de la Iglesia de hoy y de la Iglesia de todos los tiempos”, ha concluido el obispo de Ávila, animando a los fieles a mirar el futuro con esperanza y a agradecer a Dios por el legado de Francisco: “por sus gestos callados y su palabra clara, por habernos ayudado a ir por la senda del Evangelio con alegría, orientándonos solo a lo esencial de nuestra fe. Por su ejemplo de vida entregada, por su incansable trabajo por la paz en el mundo y la fraternidad entre los cuerpos”.