Día Lunes, 24 de Noviembre de 2025
En el ambiente festivo por la celebración del Cristo del Humilladero, Santo Tomé de Zabarcos ha abierto un espacio para la memoria y la literatura con la presentación de un libro dedicado al pasado de la localidad.
Dentro de las actividades que organiza el Ayuntamiento y la Asociación Cultural y Recreativa Amigos de Santo Tomé de Zabarcos (Acrast), el viernes se ha dado a conocer el libro de Santos María Martínez Hernando. Nacido en Ávila y con profundas raíces familiares en Santo Tomé de Zabarcos, el autor pasó en el municipio buena parte de su infancia y numerosos veranos, lo que le ha permitido construir un relato lleno de recuerdos y afecto hacia la localidad y sus habitantes.
“Es un libro lleno de recuerdos, de la nostalgia de alguien que ama a su pueblo por encima de todo”, expresó durante la presentación, que reunió a buena parte de los vecinos y visitantes. El autor compartió una selección de escenas recogidas en su obra, que reconstruyen cómo era la vida cotidiana del pueblo en la década de los 50 y cómo fue transformándose en los años 60, con la llegada de la mecanización del campo. “El paso de una agricultura tradicional a una agricultura mecanizada, el tránsito del arado y el ganado de tiro al tractor y la cosechadora”, detalló.
El libro ahonda en el papel económico y social que Santo Tomé de Zabarcos jugó durante décadas. “Era un pueblo de atracción en la comarca con diferentes oficios y prestaciones que ofrecía a los pueblos del entorno con sus tres fraguas, tres molinos, cuatro panaderías, carpintería, dos tejares, veterinario, médico… y otros servicios”, explicó. Sin embargo, también quiso subrayar cómo, con el paso del tiempo, muchos de estos elementos fueron desapareciendo: “todo ello se ha reducido, también mucha gente se ha marchado con el tiempo y el apagón que nos ha ido inundando”.
Actualmente, Santo Tomé de Zabarcos cuenta con solo 100 habitantes censados y alrededor de 40 residentes habituales, una cifra muy alejada de los cerca de 300 vecinos que llegó a tener en épocas anteriores.
Uno de los momentos más emotivos del encuentro fue cuando el autor recordó cómo la tradición oral del pueblo nutrió buena parte del acervo cultural que ahora intenta recuperar con su libro. “Desde sus hogares, desde sus braseros, desde sus telares, se creó una literatura, unos cuentos y unos cánticos. Ahora se ha quedado más callado, engrosado en los campos de sosiego, aunque los fines de semana la juventud lo aviva”, afirmó con emoción.
Además, hizo un llamamiento a preservar y transmitir ese legado: “Es importante que antes que el silencio se asiente, se saque aquellos saberes de sus casas, cuentos que fueron sacados de contagio narrativo, refranes que fueron saberes de la vida, y labores que fueron experiencias de un trabajo, lo reflejemos en nuestros libros”.
La presentación concluyó con una reflexión que resume el espíritu de la obra: “los pueblos de hoy día son una arqueología viva que debemos rescatar. Todo lo que los pueblos conservan no puede caer en el olvido”.





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