Todo estaba preparado. Era una noche de pequeños grandes cambios para los cofrades que este año habían apostado por formar los pasos en el interior del templo. Una decisión arriesgada, pero meditada. “Es arriesgado, pero queríamos acabar con esa imagen de salir a trozos”, ha contado Julio Hernández Blanco, secretario de la cofradía.

Pasaban las 20,30 horas, tiempo previsto de salir, y mientras la Junta directiva había decido retrasar el inicio, decenas de fieles y curiosos esperaban bajo los paraguas y en el interior del tempo con la esperanza de que el agua diese una tregua. Pero el goteo persistente no se ha detenido. Tras dos recesos de quince minutos, finalmente, Victorino Sampedro, miembro de la Junta Directiva, ha convocado la reunión con el resto de componentes: “Vamos a tomar una decisión, porque hay que tomarla”.

Una asamblea que a penas ha durado unos minutos, porque la lluvia no cesaba y la delicadeza de la imagen de Nuestra Señora de las Angustias, una talla del siglo XVI, no puede exponerse a la humedad. 

Sin estrenos

De esta manera, se ha decido no salir. Y por ello, no han podido tampoco estrenarse los faldones bordados en hilo de oro, con el emblema de la cofradía —el corazón atravesado por siete puñales—, que este año habían incorporado a la talla del Santísimo Cristo Arrodillado.

La procesión no salió, pero no se disolvió. El Santísimo Cristo de la Divina Misericordia, el Santísimo Cristo Arrodillado y el Santísimo Cristo de la Agonía, fueron recolocados cuidadosamente dentro de la Iglesia.  Este último, estrenaba también instalación eléctrica y no ha vuelto a desfilar desde que fue consagrado en noviembre de 2022 y procesionar por primera vez en la Semana Santa de 2023. 

Y así, en la intimidad del templo, se ha celebrado una eucaristía que se ha convertido en el acto central de la noche. Un acto que ha cerrado la banda de la cofradía hermana del Cristo Despojado Camino del Calvario, procedente de Valladolid.