Vivanco mantuvo un vínculo profundo con su ciudad a lo largo de toda su vida. Según explicó el conferenciante, es probable que su formación musical comenzara como niño de coro en la catedral de Ávila, donde podría haber coincidido con Tomás Luis de Victoria, aunque no existe confirmación documental de este encuentro. Esta etapa inicial marcó el inicio de una carrera que lo llevaría por distintas ciudades de la Corona de Castilla.
Entre 1570 y 1580, Vivanco desempeñó el cargo de maestro de capilla en la catedral de Segovia, una década de intensa actividad musical. En 1574 se presentó también a dicho puesto en la catedral de Burgos, aunque no fue seleccionado. Tres años más tarde, en 1577, regresó a Ávila con la intención clara de establecerse de forma definitiva. Gracias a sus gestiones, el cabildo accedió a jubilar a su predecesor, otorgándole una vivienda en la plaza de Santa Catalina, próxima a la iglesia de Santo Tomé el Viejo.
Durante los 15 años que residió en su ciudad natal, Sebastián de Vivanco ejerció como maestro de capilla. Entre sus funciones se incluían la composición, dirección e instrucción de músicos y cantores, así como la custodia de la biblioteca musical. Aunque buena parte de las obras compuestas en ese periodo se han perdido, existen referencias relevantes que testimonian su actividad creativa.
Destacan especialmente los villancicos compuestos con motivo del traslado de los restos de San Segundo a la catedral en 1594. Según relató Antonio de Cianca, cronista de la época, la música fue interpretada a tres coros, una muestra clara del refinamiento polifónico que caracterizaba la obra de Vivanco y su época.
Salamanca
En el año 1602, Vivanco se trasladó a Salamanca, pese a los esfuerzos del obispo abulense por retenerlo en la ciudad. En la capital charra asumió el cargo de maestro de capilla en la catedral nueva, aun en construcción en aquel entonces, y obtuvo una cátedra de música en la prestigiosa Universidad de Salamanca. Para acceder a dicho puesto académico, tuvo que titularse previamente como maestro en el Colegio de Santo Tomás de Ávila.
La llegada a Salamanca marcó el inicio de una etapa de consolidación y difusión de su obra. “Sebastián de Vivanco fue uno de los pocos polifonistas del Siglo de Oro español que alcanzó un puesto universitario, lo que habla no solo de su talento, sino también de su formación y reputación”, señaló Alfonso Vicente durante su intervención. Además, su influencia familiar también se extendió, ya que su hermano fue contratado en Salamanca.
Entre 1607 y 1610, Vivanco publicó sus tres principales libros de música litúrgica en latín, todos impresos en Salamanca. Se trata del ‘Liber Magnificarum’ (1607), el ‘Liber Primus Missarum’ (1608) y el ‘Motecta Festorum ‘(1610), recopilaciones que reúnen más de 100 composiciones polifónicas.
Ejemplo de composiciones
Estas obras representan la cúspide de su carrera y lo sitúan entre los compositores hispánicos con mayor número de obras impresas. Según explicó el musicólogo, “las composiciones de Vivanco -magnificat, misas y motetes- constituyen un ejemplo refinado del estilo clásico polifónico del siglo XVI, caracterizado por una escritura equilibrada, clara y rica en recursos contrapuntísticos”.
Aunque muchas de sus piezas están escritas a cuatro voces, Vivanco también destacó por su dominio de la policoralidad, componiendo obras a seis, ocho e incluso nueve voces, lo cual era inusual para su época. Esta alternancia de estilos, combinada con técnicas como el canon y la imitación, revela una apertura hacia formas musicales más modernas que comenzaban a perfilar el tránsito hacia el Barroco.
Más allá de su obra musical, fue un personaje multifacético. Era culto, meticuloso y gestionó su patrimonio con diligencia, hasta el punto de realizar préstamos a la propia Universidad de Salamanca. En su testamento, reconoció un hijo, a pesar de su condición clerical, y fue conocido por su carácter litigante, siempre dispuesto a defender sus derechos.
“Vivanco no solo fue un gran músico, sino también una figura influyente dentro del cabildo salmantino, con una notable capacidad para proteger sus intereses y proyectar su influencia en el entorno universitario y eclesiástico”, detalló el musicólogo.
El legado de Sebastián de Vivanco no se ha desvanecido con el paso de los siglos. Sus composiciones fueron copiadas e interpretadas en Salamanca hasta el siglo XIX, y en las últimas décadas han sido objeto de edición crítica y grabaciones discográficas por parte de prestigiosos grupos especializados en música antigua, como La Grande Chapelle o Ensemble Plus Ultra.
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