En la ya tradicional procesión de los niños, una cita que cumple este año su mayoría de edad y que, desde hace 18 años, da el pistoletazo de salida a la Semana Santa en la ciudad.

La iniciativa nació en los patios del centro educativo como una propuesta interna, pero fue tal la implicación de los pequeños y sus familias que pronto dio el salto a las calles. “Estamos en un entorno rico en cultura y vivencias relacionadas con la Semana Santa, muchos niños pertenecen a cofradías o acuden a ver las procesiones, así que quisimos hacerles partícipes desde un enfoque educativo”, explica Ruth García Leda, directora pedagógica de Educación Infantil del centro.

La procesión no es solo un acto simbólico, sino también una herramienta de aprendizaje. Tal como señala García Leda, “en Infantil se trabaja dentro del área de conocimiento del entorno, y en Primaria desde Ciencias Sociales. Se abordan distintos aspectos curriculares de forma adaptada, y los niños lo viven con mucha ilusión”.

La preparación de la actividad comienza aproximadamente un mes antes, con la autorización de las familias. A partir de ahí, arranca un engranaje en el que padres y madres también se implican, confeccionan los capuchones junto a sus hijos, mientras los alumnos recortan y decoran elementos como el corazón, la medalla de la Milagrosa o los distintivos de la capa. Los ensayos comienzan unos diez días antes de la procesión.

Este año, el recorrido ha partido desde la calle San Juan de la Cruz, continuando por la calle Sor María de San José, plaza Santa Teresa, calle del Comandante Albarrán, Duque de Alba, Padre Silverio, calle de las Madres y regreso al colegio. Una vez dentro, los pequeños han dado dos vueltas al patio como cierre simbólico del acto.

Uno de los momentos más emotivos ha sido el encuentro entre la Virgen y el Cristo de los Niños, además de la tradicional saeta cantada por Chus Velayos, profesora del centro, que cada año aporta una nota de emoción y recogimiento. La procesión ha contado también, en esta ocasión, con la colaboración altruista de la banda de música Los Rondones.

La Procesión de los Niños se ha consolidado ya como una cita imprescindible para la comunidad educativa del centro, pero también como una forma de preservar y transmitir las tradiciones locales a través de la vivencia directa de los más pequeños. “Siempre lo que gusta hay que mantenerlo. Y si añadimos cosas nuevas, vemos si funcionan y, si no, se replantean. Lo importante es que ellos lo vivan y lo sientan como suyo”, concluye García Leda.