Del Miércoles, 15 de Octubre de 2025 al Sábado, 18 de Octubre de 2025
Si hay un sabor que marca el Domingo de Resurrección, ese es el del hornazo. Este producto tradicional, elaborado con masa de pan y relleno de chorizo, lomo, panceta o huevo cocido, es mucho más que un alimento. Es una costumbre que perdura, donde la Pascua se celebra entre hogueras, meriendas al aire libre y reuniones de amigos.
“El hornazo era un agasajo al predicador de la Cuaresma el día de Pascua”, explica Rafael Hernández, vecino de Muñogalindo y fundador de Hornazart, un obrador especializado en hornazos desde hace 25 años. “No era el cura del pueblo, sino uno que venía de fuera, y se le agradecía su labor regalándole un hornazo hecho con los mejores productos de la matanza”.
Aunque el consumo del hornazo se concentraba tradicionalmente en Semana Santa, especialmente el Domingo de Resurrección, algunas empresas como Hornazart han contribuido a desestacionalizar este producto y hacerlo accesible durante todo el año. “Al principio costó, sobre todo fuera de Ávila, pero al final, es un alimento completo que te puedes llevar al campo sin necesidad de platos ni cubiertos. Pan y carne, con un poco de vino, y ya está”, señala Hernández.
La receta que defienden en Muñogalindo es sencilla pero contundente: masa de pan enriquecida con huevo, aceite de oliva, leche y levadura, y un relleno que varía según la versión, con huevo o con panceta, siempre con chorizo y lomo como base. “El montaje lo hacemos a mano. Colocamos el chorizo primero para que suelte su jugo, luego el lomo, y por último el huevo o el bacon. Cerramos con otra capa de masa y lo dejamos cocer", en "un proceso que puede llevar unas tres o cuatro horas”, detalla el panadero.
La Semana Santa es, sin duda, el momento álgido del año para el hornazo. En muchos pueblos de la provincia, como Muñogalindo, las cuadrillas de amigos se reúnen desde por la mañana, encienden una lumbre y al caer la tarde, el hornazo se convierte en el centro de la merienda.
"Y es que se mantiene la tradición, sobre todo entre los jóvenes, que lo viven como una fiesta. Los mayores ya no salen tanto, pero aquí sigue habiendo movimiento”, asegura Hernández.
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