No es que haya dejado de atraerme la práctica del yoga. Nada más lejos de la realidad: los asanas (1) y diferentes ejercicios respiratorios que, allá por el año 1995, empecé a aprender con no poca dificultad, han ido calando con firmeza en mí ser.

Mas la cuestión que quiero plantear en este artículo es otra. Se trata de la creciente acogida que durante estos últimos años están teniendo el yoga y otras disciplinas orientales (taichí, reiki, chikung…) dentro de la sociedad occidental. Ante este fervor inusitado por Oriente, que yo he podido incluso constatar en personas sin ningún tipo de inquietud por el tema hasta este momento, sólo cabe preguntarse si este repentino brote de “pseudoespiritualidad”  no es más que un mero esnobismo, como otros muchos adoptados por nuestra decadente sociedad para ocultar su crisis de valores.

No es mi intención lanzar anatemas contra los grandes maestros del Zen, tan mentados en aprendida verborrea por falsos gurús, cuyo único aval para imponer las manos a sus incautos discípulos y reconducir sus desprevenidas rupias hacia las bien nutridas faltriqueras, es haber hecho un deficiente cursillo de dos meses sobre chakras (2) y supuestas energías sanadoras. Doctores tiene la Santa Madre Iglesia…

No obstante, lo que sí quisiera subrayar desde estas líneas es la inmensa riqueza del legado espiritual de Occidente, acervo que hunde sus raíces venerables en las tradiciones judeocristiana, árabe y grecorromana. Gracias a la fecunda interacción de estas tres tradiciones, la Humanidad cuenta con sabios y místicos de la talla universal de Ibn Ḥazm de Córdoba, Ibn ‘Arabī, Fray Luis de León, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz…

Bien es cierto que leer a Platón, San Agustín, Erasmo o León Hebreo, entre otros, entraña una mayor dificultad intelectual que devorar sin tino montañas de libros de autoayuda; pero, a la larga, la lectura reflexiva es la que verdaderamente deja un poso de sabiduría en el alma.

La felicidad, tan buscada en diferentes épocas, lugares y culturas, no sigue el derrotero marcado de corrientes y escuelas; y tiene su morada en el último rincón que hollaría el ser humano para encontrarla: en uno mismo. Si no se empieza por una sincera mirada interior, lo mismo da que la sociedad, carrusel frenético, gire de moda en moda: de yoga en reiki, de reiki en yoga. La rueda de la insatisfacción seguirá volteando en círculos inciertos…

1.Asanas, ‘posturas corporales utilizadas en el yoga para armonizar cuerpo, emociones, respiración y  mente, y de este modo, acceder a otros estados de conciencia’.
2.Chakras, ‘según la filosofía india, centros de energía psíquica ubicados a lo largo de la columna vertebral’.