El libro, que comenzó como una reflexión personal, ha terminado convirtiéndose en un documento que busca no solo recordar, sino también generar conciencia sobre lo que significó la pandemia y sus efectos en la sociedad.
"Quise reflexionar sobre lo que pasó porque creo que en aquel momento no éramos plenamente conscientes de todo", ya que "fue todo muy deprisa y no quería que se olvidara", explica la autora. Lo que empezó como un diario íntimo se transformó en un relato compartido. "Es mi historia, pero es también la historia de mucha gente", afirma quien es responsable de Comunicación del Obispado de Ávila.
El proceso de escritura no fue sencillo, puesto que tuvo que volver atrás en el tiempo a través de fotografías, conversaciones de WhatsApp, notas de prensa y recuerdos personales. "Intenté revivir aquellos momentos cinco años después para plasmar los sentimientos como si acabaran de pasar", detalla. Su punto de partida fueron las imágenes que publicaba en Instagram durante el confinamiento bajo el título ‘Atrincherados’, de donde tomó el nombre para el libro.
El diario recorre día a día desde el 5 de marzo hasta el 26 de mayo de 2020. "No he seleccionado nada, está todo en bruto, con todo lo que viví a nivel personal, familiar y laboral", explica. La única decisión fue establecer un punto final: "el 26 de mayo fue el día en que volví a sentarme en mi trabajo, ese fue el cierre que elegí".
Esperanza
A pesar de la dureza de aquellos meses, en ‘Atrincherados’ también hay espacio para la esperanza. "Los momentos bonitos estaban en las pequeñas cosas: el cariño de la gente, la preocupación por los demás, los gestos de solidaridad", recuerda.
Uno de los momentos más duros que vivió Rueda fue cuando recibió la llamada que le comunicaba el estado de alerta: "me sonaba a una película y tuvimos que redactar un comunicado anunciando el cierre de las iglesias". "¿Cómo le dices a la gente que tiene que tener fe, pero la iglesia va a estar cerrada?”, recuerda. Sin embargo, el episodio más difícil fue el ingreso hospitalario del entonces obispo de Ávila, José María Gil Tamayo.
Pero también hubo momentos de luz en medio de la crisis. Uno de los más esperanzadores fue la recuperación del obispo, quien comenzó a mejorar el Domingo de Resurrección. "Fue como si me hubieran quitado cinco sacos de harina de la espalda", confiesa. Gil Tamayo permaneció un mes ingresado por la Covid.
En el plano personal, destaca el día en que sus hijas pudieron salir por primera vez después del confinamiento. "Mi hija pequeña salió gritando ¡Somos libres!", recuerda con emoción. Rueda también señala que la pandemia puso de manifiesto la solidaridad de muchas personas. Recuerda con especial emoción la labor del capellán del hospital de Ávila, quien, en plena crisis sanitaria, entraba a la UCI con un EPI solo para dar la mano a quienes estaban muriendo solos. "Me decía: 'voy a acompañarlos. El que pueda rezar, que rece, y el que no, al menos no morirá solo'", cuenta.
Sin embargo, cinco años después, la periodista es escéptica sobre el aprendizaje de la sociedad tras la pandemia. "Aquella frase de 'saldremos mejores' era demasiado optimista. Al final, hemos vuelto a ser individualistas y despreocupados. Espero que este libro sirva como una llamada de atención", reflexiona. "Recordar significa volver a pasar por el corazón, eso es lo que quiero con este libro, que no olvidemos lo que vivimos y lo que aprendimos", concluye la autora.
Joaquín | Domingo, 16 de Marzo de 2025 a las 22:36:38 horas
Suena a una novela de guerra de trincheras.
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