Del Viernes, 12 de Septiembre de 2025 al Domingo, 14 de Septiembre de 2025
Con la llegada del final del invierno y el inicio de la primavera, la oruga procesionaria comienza su descenso desde los árboles al suelo, un fenómeno natural que puede representar riesgos tanto para las personas como para las mascotas y que ya ha podido verse en algunos puntos de Ávila.
La oruga procesionaria es una especie propia de la Península Ibérica y afecta principalmente a los pinos y otras coníferas, en forma de enfermedad crónica. Aunque no mata directamente a los árboles, sí los debilita, especialmente cuando están en zonas donde no deberían crecer de forma natural.
“Por ejemplo, cuando esos pinos están en sitios que no deben, porque el humano ha hecho grandes plantaciones, por ejemplo, de otro tipo de pino como el silvestre”, explica el biólogo y jefe de Desarrollo Rural y Medio Ambiente de la Diputación de Ávila, Enrique Fernández Villamor.
Ejemplo de ello son las plantaciones de pinos silvestres en zonas del puerto de El Pico o el sur de Gredos, “que están en una zona muy cálida”, por lo que la oruga “efectúa su trabajo, se ceba en ellos y los deja muy débiles, incluso a veces mueren porque están muy débiles”. Lo que está haciendo realmente la oruga es su trabajo, es decir, quitarle donde no tienen que estar”.
Estas orugas forman grandes nidos en los árboles durante el otoño e invierno y, cuando las temperaturas aumentan, descienden en largas filas al suelo para enterrarse y completar su metamorfosis hasta convertirse en polillas.
Precaución en personas y mascotas
El mayor problema de la oruga procesionaria son sus pelos volátiles, que pueden causar reacciones urticarias en humanos y animales: “No hace falta siquiera tocarlas, porque cuando las pisa la gente, porque las tiene manía, ellas se revuelven y empiezan a agitarse y sueltan esas nubecillas de pelos urticantes, que con el viento, si te caen encima esos pelillos, te salen granos. Aunque ya depende de tu sensibilidad y si eres alérgico a estos bichos”, advierte el biólogo.
Las mascotas, especialmente los perros, corren un alto riesgo al olfatear o morder estas orugas, lo que puede derivar en inflamaciones severas en la boca y la lengua: “Suelen producir unas inflamaciones muy espectaculares en la boca, en la lengua o en los ojos de los perros”, detalla Fernández, quien aconseja llevar “con toda la rapidez posible al veterinario”.
“No suele ser muy grave, pero hay que llevarlos al veterinario a la mayor brevedad posible para que les laven con agua y tal y les quiten todos esos pelillos que tienen”, indica el biólogo.
Cómo evitar el contacto
Para minimizar los riesgos, se recomienda evitar las zonas de pinares en esta época del año, especialmente aquellas donde se observen los característicos nidos blancos en las copas de los pinos. Además, no se deben tocar ni pisar las procesiones de orugas, ya que al sentirse amenazadas liberan una nube de pelos que pueden provocar irritaciones.
“Lo que hay que evitar es tocarlas y molestarlas. A no ser que seas un profesional que va a quitar la plaga. Pero si tú no sabes, ves esas procesiones de orugas, lo mejor, por la integridad de la persona que está ahí, es no tocarlas”, concluye el biólogo.
Celemin | Lunes, 24 de Febrero de 2025 a las 17:36:33 horas
Este señor da a los perros por tontos y de paso a sus dueños. Qué pena de sueldo público a cargo de todos.
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