‘Contra el silencio. Un viaje por las etapas del duelo después del suicidio’ es el ensayo publicado hace medio año por quien perdió a su hermano en el año 97 y sufrió la losa del dolor y del estigma en todos los ámbitos de su vida. Hasta que dio con un grupo de duelo tardío de la asociación DSAS en Barcelona, de vocación similar a la entidad Hablemos de Ávila, que fue fundada en 2021 para trabajar por la prevención de esta lacra.

Un encuentro con el público en el que ese estigma se rompió, para dar paso a una reflexión compartida que, poco a poco, comienza a ser un clamor social: hablar del suicidio contribuye a prevenirlo y a ayudar a quienes necesitan una salida para el dolor y el sufrimiento.

La huella en las familias
La experiencia familiar del periodista Alberto Gómez, que relata en su libro, es el reflejo de cómo el silencio se interpone en el duelo tras la pérdida de un familiar cercano. “Vuestra asociación se llama Hablemos. Yo hablo mucho, pero durante 23 años no quise hablar de un tema tan importante como la muerte de mi hermano. No compartía lo que sentía con mis amigos, con mis hermanas, con mis padres... Para no empañar de lágrimas a los demás”, comenzó confesando Gómez. “Desaparecen las conversaciones, pero también sus fotos, su ropa, sus libros. Fui culpable de ese silencio porque no compartí, y al no hacerlo, no le honré durante años”, añadió.

De manera casual, Gómez leyó en un periódico una entrevista a Cecilia Borràs, la presidenta de la asociación DSAS en Barcelona, y se dio cuenta de que “había entidades para personas que habían pasado experiencias como la mía”. Aunque tardó ocho años más en contactar: “Pregunté, pedí información y me sugirieron la posibilidad de participar en un grupo de duelo tardío. Y aquellas experiencias compartidas lo cambiaron todo”.

Unas experiencias, propias y de otros compañeros, que ahora recoge en su libro ‘Contra el Silencio’ (Libros.com). “Se publicó hace seis meses y desde entonces me han pasado cosas muy bonitas”: testimonios y mensajes de personas que sufren, que han perdido a familiares o, incluso, que han vivido intentos de suicidio. “Es positivo compartir esos mensajes, ese ‘yo también pasé por lo mismo’. Necesitamos más conversaciones, más libros como éste. Y necesitamos hablar, no solo de lo bueno… Ser capaz de decirnos ‘hoy no tengo un buen día’. Contarnos cuando no estamos bien”, ha detallado.

Elena Zazo y Beatriz Jiménez, las psicólogas de la asociación Hablemos, coincidían en esa importancia de la escucha y la empatía para apoyar a las personas que están atravesando un momento de sufrimiento intenso. “La alegría se comparte mucho: en redes sociales, tomando algo con los amigos… Pero no se comparte el sufrimiento. Y cuando compartimos el dolor, se crean unos vínculos fuertes entre las personas. Y entonces dejan de sentirse solas”, ha explicado Jiménez.

Y compartir el dolor, pero también las inquietudes, las dudas o las reflexiones, fue lo que hizo el público en la Librería Letras, que enriqueció el encuentro creando una conversación emotiva y enriquecedora en torno a temas como la prevención del suicidio en adolescentes y jóvenes (que es la primera causa de muerte para este grupo de edad), la falta de recursos psicológicos, la educación, la negación del duelo, el estigma en las familias o la salud mental.

“Hablar del suicidio nos ayuda en nuestro objetivo principal, que es visibilizar este enorme problema social y de salud pública”, indicaba Zazo.

La asociación Hablemos dispone de grupos de ayuda mutua y realiza acciones preventivas en Ávila y en otras provincias de Castilla y León. En palabras de Zaco, “ha nacido de mucha alma y pocos recursos para prevenir, ayudar y dar voz a las personas que salen adelante”, tanto “sobrevivientes”, como se denomina a quienes han superado un intento de quitarse la vida, como “supervivientes”, es decir, los familiares y allegados de las personas que han muerto por suicidio. 

Como Alberto Gómez, cuya voz abrió en la presentación, de nuevo, una ventana a la esperanza.