Muestra de la labor artesanal de las gorras de centeno. Muestra de la labor artesanal de las gorras de centeno.

Muestra del trabajo artesano

Cómo Hoyocasero mantiene la tradición de las gorras de centeno

Ávilared Ver comentarios 1 Viernes, 16 de Agosto de 2024 Tiempo de lectura:

Medio centenar de lugareños y visitantes aprendieron en Hoyocasero a tejer la trenza, piquillos y adornos que se utilizan para la fabricación de gorras de centeno.

La cestería, una de las primeras artesanías que aparecieron en la historia de la  humanidad, es una de las pocas actividades artesanales que no han sido mecanizada, según destaca Isabel González, descendiente de las gorreras de la localidad, que colabora con la asociación Danzas de Hoyocasero, para preservar las tradiciones.


“La cestería realizada en paja de centeno”, explica, “geográficamente está muy extendida, pero en la provincia de Ávila destaca por conservar las decoraciones en paja abierta, la cual pervive gracias al impulso de personas que de manera totalmente altruista siguen sembrando, recolectando, seleccionando la materia prima, las pajas de centeno”.


Así se ha visto en la plaza de Hoyocasero, que el miércoles aglutinó a medio centenar de personas que, bajo la batuta de Isabel y Juani, trenzaron sin cesar sus pajas de centeno: “uno, luego dos y vamos al otro lado”. En la plaza había alumnas aventajadas como Noelia, nieta de Isabel, que trasmitía sus nociones a sus amigas, a las que ayudaba voluntariosamente a añadir las pajas para continuar con la labor.


Dos horas y media donde la paciencia y la pasión por este trabajo artesanal, que en otros tiempos dio de comer a familias, se trasmitía de manera ejemplar.


Un claro ejemplo es tía Fili, madre de Isabel, o Tía Justa, que fueron las últimas gorreras profesionales de Hoyocasero. Estas mujeres sacaron a sus familias adelante gracias al trabajo artesanal de tejer el centeno. Ellas siempre tuvieron tiempo para dar las primeras nociones a las curiosas muchachas, quienes miraban asombradas sus ágiles dedos a la hora de trenzar el centeno y de convertirlo en hermosas gorras. Esas gorras eran lucidas por las mujeres del pueblo cuando se ponían al sol para hacer sus labores de costura, cuando iban al huerto o a lavar en los arroyos.


Tal y como dice Carlos del Peso, “lo más interesante de estas mujeres que siguen trabajando este elemento artesanal, es su carácter identitario de estas sencillas prendas de vestir cotidiano”.

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