Comentó también que esta obra está ambientada en Madrid y en la época actual, pero que a él le gusta mucho el cine del neorrealismo italiano de Visconti y de Roberto Rossellini, por lo que en una ocasión en que pudo hablar con el autor de esta tragicomedia, le pidió permiso para hacer una adaptación ambientándola en la Italia de la posguerra, recibiendo su visto bueno y su apoyo.
La obra es un montaje en blanco y negro, sin color ninguno, como la época en que está ambientada, como el cine de antes de la llegada del color, como la misma vida gris de la protagonista, la sacrificada madre de una familia tipo, de un barrio bajo la Roma de la época. Ella sola, trabaja y saca adelante dos hijos ya mayores, problemáticos, metido en el mundo de la droga, el chico y prostituta, la chica, pese a que en casa les han intentado dar una buena educación. Lo malo es que ha sido ella sola para tirar del carro, con un marido, Peppino, bueno, pero por demás de vago, que además de sus vinitos de por la mañana en compañía de su amigo Filippo y su siesta por la tarde, no hace más que ir los domingos a dar los tickets a los turistas que visitan el Coliseo… y eso porque es un enamorado de la época romana y estaría encantado de reencarnarse en un musculoso gladiador.
Rosseta se mata a trabajar en casa de una marquesa con ínfulas, Vittoria, que es muy poco comprensiva con ella y sus circunstancias. El egoísmo de la marquesa es parejo al de sus vecinas, también gente de baja extracción como la protagonista, pero que pretenden tener un estatus que niegan a la pobre Rosseta. Solo encuentra algo de comprensión en su mejor amiga, Desdémona, aunque ni siquiera ella se libra de caer en alguna de las lacras normales en un barrio en el que el paro, la delincuencia, el juego, la bebida y otros vicios mayores y menores, son el pan de cada día.
Un día, la vida de Rosetta está a punto de dar un giro cuando se entera de que tendrá una muy importante visita en su humilde casa. Una visita que su entorno ve como una gran oportunidad para salir de esa gris vida que todos ellos viven, pero que, a ella, preocupada como está por el desastre en que se está convirtiendo la vida de su hijo, solo le está acarreando disgustos.
‘La Visita’ es el cuarto montaje que Carpe Diem presenta en el Certamen Lagasca, por lo que son bien conocidos del público de El Barco de Ávila, con múltiples premios cosechados en esas tres ediciones anteriores.
Tal y como deseaba el director, no han defraudado. Al contrario, los aficionados barcenses han tributado un entusiasta aplauso al elenco del grupo de Tomelloso, formado por José María Apio, Graciela Berlanga, Lola Blanco, María Carretero, Montse Quevedo, Jose Vicente Martínez, Cristina Marín, Iván Moya, Alberto Redondo, Almudena Morago, y Pedro García, además de por Montse García, estupenda en su papel de la pobre Rosseta, Miguel Ángel Perales que actúa como su incompetente marido Peppino, Mercedes González que borda su papel de Desdémona, la vecina en la que se apoya Rosetta en sus malos momentos y Julián Rubio como Zavattini, el funcionario que prepara ‘La Visita’. Grandes actores¡ todos ellos, que les han hecho reír, sonreír y también emocionarse con los personajes de esta tragicomedia.
El próximo sábado finaliza el Certamen Lagasca con la gala final en la que se procederá a la entrega de premios y en la que pondrá el broche de oro, con un espectáculo fuera de concurso, ‘Auténticos’, sobre texto de varios autores, que pone en escena Paladio Arte, de Segovia, una asociación sin ánimo de lucro, que trabaja con el teatro por la inclusión de personas con discapacidad física, psíquica y sensorial, con más de 25 años de recorrido y un merecido prestigio como compañía teatral.
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