La última palabra la tuvo el acusado de cometer el crimen, Enrique Castado: “No tengo nada en absoluto que ver con esto, tengo una familia y entiendo lo que está pasando esta familia”, dijo a los familiares del fallecido, que han seguido el juicio celebrado entre el lunes y el viernes en la Audiencia Provincial.

“Usted no es nadie para decir que soy un asesino”, afirmó el acusado dirigiéndose al fiscal. Además manifestó “no estar cobrando” por haber cometido el delito del que se le acusa.

Por su parte, el acusado de ser el inductor, Pedro Luis García, conocido como Pope, quiso recordar que la segunda vez que fue detenido pidió al agente de la Guardia Civil que no fuera esposado delante de su pequeña hija, pero, según afirmó, no le hizo caso y, además, con un corte de mangas, le dijo “te van a caer 25 años”.

Fiscal
Según el fiscal en sus conclusiones, se encuentra “sobradamente probado” y se deduce de las pruebas practicadas que se produjo el asesinato por parte del acusado a las 1,30 horas de la madrugada del 30 de abril de 2011 en la calle Tomillar, de Piedralaves.

El Ministerio Público aludió a que Pope estaba obsesionado con la víctima, Óscar Linares, y a las amenazas que le había proferido o el hecho de que estuviera buscando a alguien para “hacerle daño” o “matarle”, tal como escuchó una hermana del fallecido, que había salido con el acusado, entre otros testigos.

Otro hecho destacado por el ministerio fiscal fue que al autor del delito había ido dos días antes, el 28 de abril, a Piedralaves, y que había estado en el club La Pradera, al que acudía el fallecido.

La calificación de asesinato obedece a la alevosía implicada en el hecho de que Linares no pudo defenderse por su posición en el coche y recibió un “ataque súbito e inesperado” de alguien a quien no conocía, que le disparó al menos seis veces.

Todo esto le hizo concluir que hay “evidencias” de la autoría “sin atenuantes ni eximentes” para una persona “toxicómana de larga duración”. Respecto al móvil, afirmó que el inductor le podía facilitar droga al ejecutor, pero que también le pudo influir el miedo que le inspiraba. Aseguró que hay pruebas de cargo suficientes. Pide para cada uno 18 años de prisión.

Otras conclusiones
La acusación particular, en sus conclusiones, ahondó en los argumentos de la fiscalía, señaló la debilidad del acusado frente al inductor y aseguró que la familia no quiere venganza, sólo “vivir en paz”.

Por su parte, el letrado del inductor pidió la disolución del jurado de 11 miembros para cerrar el procedimiento, porque “no hay ninguna prueba de cargo válida”, y apuntó que no se había demostrado la acusación para su cliente como tampoco cuándo le habría hecho el supuesto encargo.

Sobre la colilla encontrada cerca del vehículo de la víctima con ADN del acusado, afirmó que “no es suficiente” y que se trata de “una prueba de probabilidades” no admitida por el Tribunal Supremo en 2009.

No admitió el argumento del odio de Pope hacia el asesinado, porque quien había sido condenado, con una orden de alejamiento, era la víctima, y el acusado de inducir había ganado “todas” las denuncias interpuestas contra él por parte de la familia, además de carecer de antecedentes.

También pidió la disolución del jurado el abogado de Castado ante una “nulidad clara y absoluta” y ante “informes tendenciosos” y  “manipulación”. Y recordó que cuando se le interrogó se le dijo: “habla porque te vas a comer todo el marrón”.

Un dato en el que insistió es que el supuesto autor no pudo viajar, tras haber cometido el delito, de Piedralaves a Madrid en 52 minutos -según los datos de la tarjeta telefónica que le posiciona-, ya que lo tendría que haber hecho a 280 kilómetros por hora en un utilitario. El magistrado rechazó las peticiones de disolución, asegurando que no había “lugar” al considerar que existen “indicios suficientes”.

Los integrantes del jurado popular están llamados el lunes, a las 13 horas para, después de recibir instrucciones de cara a su deliberación, decidan la culpabilidad o no de los dos acusados.