Los aguiluchos cenizo (Circus pygargus) y pálido (Circus cyaneus) son unas rapaces habituales en los campos de cultivo y zonas esteparias de la provincia de Ávila a lo largo de la primavera y el verano. En esta época son muchas las parejas que crían entre los campos donde crecen las espigas de trigo, cebada o centeno, que es donde establecen el nido, donde las parejas de ambas especies formadas por hembras de tonos pardos con su blanco obispillo y los machos de tonos grises y blancos (con matices entre ambos) sacan adelante dos o tres pollos en un pequeño cubículo situado en el suelo.

Por cuarto año consecutivo los voluntarios del grupo local de SEO Birdlife Ávila han comenzado, con la colaboración de Galerida Ornitólogos, GREFA, la Junta de Castilla y León y la Diputación, una campaña de conservación de esta especie con el fin de  controlar los nidos para tratar de salvar a los pollos del paso de las cosechadoras. 

Además, se persigue dar a conocer la situación de la especie en la provincia y concienciar del valor de la misma para el campo y los agricultores, “los cuales han sido parte primordial en el trabajo desarrollado, pues su colaboración ha sido muy buena desde el primer momento”, según Jorge Leonor, el coordinador de la campaña.

Años complicados

“Vamos a ver como se lleva a cabo este año, pues los dos anteriores han sido muy complicados, como la catastrófica de 2022 para la especie a nivel nacional y, por consiguiente, para la situación provincial, ya que de los nidos que controlamos no salió ningún pollo por efecto del calor extremo o de depredación”, ha detallado.

“La situación en el 2023 -ha añadido- se atisbaba de nuevo muy difícil pues el calor de los meses de abril y mayo presagiaba una nueva temporada de cría muy complicada, ya que la falta de lluvias en momentos determinados hace que el cereal se seque rápido cuando aún no ha cogido ni la altura ni la cobertura necesaria para que el nido esté a salvo del sol y de los depredadores tanto terrestres como aéreos”.

Al final se produjo un periodo de lluvias que aminoró esa situación y la campaña, “aun lejos de considerarse buena para estas especies vulnerables con una situación límite que pronto las llevará a estar en peligro de extinción, no fue pésima como en 2022”.

Con una metodología “basada en un gran trabajo de campo de los voluntarios para detectar los territorios de las parejas de aguiluchos cenizo y pálido para, en colaboración con los agricultores y la Junta, poder localizar los nidos de ambas especies y así poder evaluar la edad de los pollos y determinar si en la época en que las cosechadoras están en los campos estos vuelan o no y llevar a cabo las actuaciones pertinentes”.

Resultados

En el pasado año se detectaron un total de 16 nidos, de ellos 14 de aguilucho cenizo y dos de aguilucho pálido (con 19 de los 26 pollos de cenizo volando y uno de los tres de pálido). La mayoría de ellos se localizó en la comarca de La Moraña, “que es donde se concentra el mayor esfuerzo por ser la zona de la provincia con mayor hábitat propicio para los aguiluchos, aunque también se prospectaron algunas otras zonas donde hemos localizado algunas parejas reproductoras como por ejemplo el Valle Amblés”.

En la campaña actual se trata de “ampliar el radio de actuación con más voluntarios”, ha indicado Leonor. Para ambas especies, “los cambios en el uso del campo y en la agricultura han sido, y son, un problema, ya que es sensible a los adelantos en las cosechas, la utilización de cultivos precoces y el uso de pesticidas y herbicidas”.

La campaña se lleva a cabo entre abril y julio en varias zonas de la provincia elegidas para ello, en las cuales trabajan los equipos de voluntarios recorriendo extensiones de hábitat adecuado con el fin de localizar el mayor número de nidos posibles.