En la vorágine de la modernidad, tendemos a pasar por alto el papel fundamental que desempeñan aquellos que trabajan la tierra, los agricultores y ganaderos que sostienen la columna vertebral de nuestra sociedad.
 
Desde nuestra querida tierra abulense, donde las vastas extensiones de campos dorados de cereal y prados llenos de ganado, son los principales protagonistas, debemos recoger el testimonio de generaciones de llenas de esfuerzo y sacrificio que siguen a pie de campo y que han salido a la calle para lanzar un último grito de socorro. 
Quien les escribe, al igual que muchos otros abulenses, he sido beneficiario directo del trabajo que el campo brindó a nuestros abuelos y padres. Estudiar una carrera, acceder a la primera vivienda, adquirir el primer vehículo, etc. Cada oportunidad que hemos tenido en la vida, tiene sus raíces en la dedicación inquebrantable de quienes cultivaron la tierra y criaron el ganado con dedicación y tenacidad.
Pero, ¿qué sucede cuando olvidamos este legado? ¿Cuándo damos por sentado el alimento que llega a nuestras mesas, sin detenernos a pensar en el arduo proceso que lo hizo posible? Quizás lo más sencillo es no pensar en ello para evitar que un escalofrío de melancolía y miedo nos recorra el cuerpo.
En un mundo cada vez más urbanizado y concentrado en grandes ciudades, es crucial reafirmar el respeto y la admiración por aquellos que día a día enfrentan los desafíos del clima, la incertidumbre económica y la presión de un sistema que a menudo los relega al olvido. Defender a los agricultores y ganaderos no solo es un acto de justicia, sino también un acto de gratitud hacia nuestras raíces, hacia la tierra que nos vio nacer y crecer.
Por desgracia el mundo rural cada vez queda más relegado a las visitas veraniegas y al turismo de interior. Pero cuando uno habla con los trabajadores y trabajadoras del campo, se percibe el gran coraje y personalidad de quienes siguen a pie de hectárea. Ellos saben que, si tienen que ir al hospital o hacer la compra del mes necesitan hacer un desplazamiento importante, que sus hijos no tendrán un centro comercial donde divertirse, o simplemente, que cada vez tienen menos vecinos con quienes compartir sus momentos cotidianos y socializarse.
 
A pesar de todo esto, su compromiso y amor por el campo es inquebrantable. Si además de estas condiciones, los gobiernos les condicionan la producción a pérdidas económicas, aquel escalofrío del que les hablaba empieza a verse muy cerca. 
-Necesitan disminuir la presión burocrática porque muchos tienen lejos un punto de acceso a Internet y además no reciben la formación necesaria para poder afrontar procesos informatizados que les exigen para desarrollar su trabajo. 
-Reclaman que la Unión Europea defina las mismas reglas de juego en el libre mercado, los productos extracomunitarios deben llevar aranceles al no cumplir con los estándares de calidad requeridos para los productores nacionales. 
-Es necesario levantar el veto tan estricto al uso de fitosanitarios, puesto que sin ellos se pierde una gran cantidad de producción, así como eliminar las cuotas de barbechos que obligan a muchos agricultores a no poder aprovechar la totalidad de sus extensiones agrarias aún a pesar de haber hipotecado su vida para adquirir esas propiedades.
-Otros problemas que les surgen es la prohibición del uso de tecnología como drones para echar los productos fitosanitarios en las parcelas cuando uno de los objetivos que se marca Europa es la digitalización del mundo rural, prohíben también el uso de agua almacenada en albercas y pozos para dispensar herbicidas, quieren limitar también el uso de abonos naturales, etc.
En definitiva, el sector primario no quiere subvenciones, quiere libertad. Ya decía el refrán que “zapatero a tus zapatos”, dejemos que las decisiones sobre el campo se basen en la opinión de quienes verdaderamente trabajan en él y lo conocen.
El Gobierno de España con su ministro de Agricultura a la cabeza y todos los eurodiputados españoles, son los interlocutores del sector primario español en la comisión europea de agricultura y desarrollo rural, en ellos está la responsabilidad de defender los intereses de nuestros agricultores y ganaderos, ojalá que con estas movilizaciones empiecen mirar más allá de Cataluña y País Vasco, trabajando de una vez por los intereses de todo el país y no solo de unos pocos. Al fin y al cabo, los que trabajan la tierra de nuestro país se conforman con la mitad de tiempo que han dedicado a la quienes quieren romper España. 
Es muy doloroso ver como los sindicatos de trabajadores mayoritarios, los partidos políticos del gobierno e instituciones como la Iglesia no han sido capaces de mostrar ni tan siquiera un mínimo gesto de apoyo a este sector. Solo quedamos nosotros, la sociedad. Así que la próxima vez que veas a un agricultor o ganadero manifestándose, no te olvides de dónde vienes, porque en ese recuerdo reside la fuerza para construir un futuro más justo y solidario con quienes viven en el mundo rural y entregan su vida en el sector primario.
 
 
        
        
   
	    
    
    
	
Jesus | Jueves, 08 de Febrero de 2024 a las 23:12:01 horas
No se pueden decir más barbaridades en tan poco espacio: puntos tercero y cuarto. Y para hacer esas reclamaciones es necesario hacer la vida imposible al resto de ciudadanos?. Y si todo el mundo, cuando las cosas nos fueran mal, hiciéramos lo mismo?. Por cierto, se considera terrorismo lo que están haciendo?
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