Del Viernes, 31 de Octubre de 2025 al Domingo, 02 de Noviembre de 2025
La tienda de textiles El Arco Iris está a punto de cumplir el centenario desde que la abulense Marcelina Mozo y el zamorano Eduardo González Ferrero fundaran el establecimiento a finales de 1923.
Aunque prácticamente ha permanecido ubicada todos estos años en la calle Reyes Católicos, inicialmente El Arco Iris se asentó en las casas situadas junto a la muralla que posteriormente fueron derribadas.
Cien años de historia de un negocio familiar que ahora regenta la tercera generación de aquella pareja emprendedora y trabajadora, tal como ha definido a Marcelina y Eduardo una de sus nietas, María José Pindado.
En El Arco Iris ahora se pueden encontrar desde ropa de caballero, de señora, también ropa interior, batas o pijamas. Pero también trajes regionales, mantones de Manila o mantillas para Semana Santa. Y es que, han hecho de su peculiaridad, que se popularice entre los abulenses la frase: “lo que no encuentras en El Arco Iris no lo encuentras en ningún sitio”.
Aunque la tienda de textiles no comenzó vendiendo estos productos, sino que confeccionaban la ropa a demanda con las telas que vendían, como camisas o vestidos a medida. Así, Pindado recuerda como, de pequeña, la gente acudía los viernes, el día de merado semanal, desde los pueblos para que su madre tomara las medidas y realizará así los trajes.
Supervivencia
Si bien, en aquellos años, tal como recuerda, la calle Reyes Católicos estaba llena de tiendas como la de sus abuelos que, con el paso del tiempo, han ido cerrando porque es muy difícil mantener este tipo de comercios. Y más ante el comercio online o las tiendas de Inditex, aunque María José Pindado, apunta que algunos de los establecimientos de esta empresa que han abierto en el centro de Ávila también han terminado cerrando sus puertas.
Si hay algo que destaca de la supervivencia de El Arco Iris es el producto, porque sus artículos son "made in Spain, todo es español, la calidad es lo que siempre se ha mantenido”. Y, por otro lado, sus clientes, a quienes agradecen su fidelidad porque, por ejemplo, “el acceso a la tienda es difícil”.
En este establecimiento también ofrecen una atención personalizada, que es lo que siempre han cuidado y lo que el cliente “también muchas veces valora”, ha apuntado, porque ya no es que la persona que atiende conozca la talla que se necesita, “sino que sepa de su vida, saber cómo está su hijo o preguntarle cómo se encuentra".
Ante todos estos retos y dificultades a los que se enfrenta un comercio local centenario, el futuro lo afrontan con incertidumbre, porque “viven cada día”. Además, el relevo generacional tampoco está garantizado porque “es muy difícil”.
“No se valora el esfuerzo que hacen los pequeños empresarios. El pagar cada día a proveedores, a los trabajadores… Es muy difícil”, concluye Pindado para hacer balance de los 100 años del establecimiento,





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