Trasplantado de riñón hace algo más de dos años, junto a dos amigos, Pedro Escabias y Ángel Rodero, han llegado a Ávila bajo el lema ‘El trasplante es vida. Dona’, un mensaje que va contando por “boca a boca”. Este año hacen 230 kilómetros en ocho etapas, desde Toledo y la localidad vallisoletana de Medina del Campo, en lo que es el tercer tramo del Camino de Levante del que llevan recorridos unos 470 kilómetros, tras ocho etapas en abril de 2022.

“Aprovechamos cualquier encuentro –ha relatado- con las personas con las que nos cruzamos para charlar acerca de la necesidad de la donación de órganos para salvar vidas”, puesto que “alojarnos en un albergue o en una pensión, reponer fuerzas en un bar o restaurante o cruzarse con cualquiera por los caminos es una buena oportunidad para seguir con la campaña de concienciación para la donación de órganos”.

No tienen prisa en llegar a la plaza del Obradoiro, porque eso será “dentro de dos años”.  En la provincia de Ávila ha entrado desde la localidad madrileña de San Martín de Valdeiglesias para llegar a San Bartolomé de Pinares y a la capital, siguiendo hacia Gotarrendura y Arévalo, y terminar en Medina del Campo.

Sobra ropa
Eso sí, no esperaban encontrarse unas temperaturas veraniegas, según ha destacado: “el otro día fui a la oficina de Correos en Cebreros para enviar a casa un paquete de casi cuatro kilos de ropa de abrigo que nos sobraba”.
La ruta jacobea también es ejemplo para “mostrar que el deporte es vida y la mejor opción para recuperarse de la mayoría de las enfermedades y superar las adversidades que van surgiendo”.

Franco, que capitanea esta expedición, insiste en la necesidad de la donación de órganos para salvar vidas. “Los órganos donados son necesarios, aportan calidad de vida a unos, salvan a otros y hacen felices a los que rodean a las personas trasplantadas y palían el dolor de las familias que han perdido un ser querido y saben que sus órganos contribuirán a salvar vidas”, ha resaltado.