La cultura y el entretenimiento han demostrado, en los últimos tiempos, tener una gran capacidad de adaptación a las tendencias de consumo de la población que han ido apareciendo. Una de las más novedosas es la tecnología streaming o, lo que es lo mismo, la transmisión en directo. De una manera sencilla, sin descargas y a través de internet, un usuario puede seguir sin interrupciones cualquier difusión de audio y vídeo.

Este fenómeno, que empezó a popularizarse en la década de los 2000, ha sido utilizado por expresiones culturales como la música o la danza, aunque también en el ocio online. Videojuegos, títulos de dispositivos móviles o prácticas del casino online han apostado por esta vía para alcanzar el público y romper con la distancia que generan las pantallas. Un vivo reflejo de lo comentado son los auténticos juegos en tiempo real, como el blackjack o la ruleta, que brindan una experiencia con la esencia del pasado y gran presencia del factor humano en forma de crupier.

Sin ir más lejos, el primer contenido en streaming exitoso fue en la década de los 90, cuando se retransmitió un concierto del grupo británico The Rolling Stones. Durante 20 minutos, los usuarios de internet que entraron en la página web correspondiente pudieron disfrutar de una pequeña parte de la actuación que tenía lugar en Dallas. Esto, que con la perspectiva temporal se puede considerar revolucionario, se trataba de una simple promoción para la televisión de pago.

Ventajas que brinda el streaming

La principal ventaja que aporta el streaming es que permite alcanzar un público muy amplio, todo aquel que está en la red, sin tener que hacer un desembolso económico proporcional. Además, ofrece una gran flexibilidad, pues hay muchas plataformas que ofrecen esta posibilidad de comunicación y ya no se depende de los grandes grupos mediáticos de televisión o radio. Una vez definido cómo se retransmitirá el contenido, son muchas las oportunidades de difusión que aparecen.

Ya estemos hablando de actuaciones o de entretenimiento en vivo, las experiencias se pueden enriquecer de diferentes maneras. Ejemplo de ello son los subtítulos a una pieza audiovisual o los tutoriales antes de iniciarse en un juego. En otro sentido, también ponen a un nivel más alto el papel del espectador, haciéndolo más partícipe de la actividad y brindándole incluso, en alguna ocasión, la posibilidad de interactuar con aquello que está viendo de forma activa.

A su vez, los contenidos en streaming pueden proporcionar a las diferentes industrias que apuesten por ellos una nueva vía de ingresos. La sociedad actual ya se está acostumbrando a pagar precios en internet mediante la adquisición de productos virtuales o la suscripción a plataformas como Netflix o Spotify. Desde la comodidad que brinda el hogar, los usuarios adquieren la oferta específica que más les encaja y, si esta es de interés, no tienen problema alguno de abonar un precio por ello.

El nacimiento de un nuevo perfil

Aunque el público cultural en muchas ocasiones responde a un nicho de mercado o puede ser muy específico en cuanto a algunas características, también cabe mencionar los rasgos generales del nuevo usuario digital. A este le es indiferente usar cualquiera de los dispositivos inteligentes, últimamente prevalece el móvil según los datos registrados, y tiene acceso a los contenidos de la red desde cualquier lugar y sin importar el momento del día en el que establecer conexión.

En este sentido, tal y como hemos comentado, los internautas de hoy en día ya se han desquitado de la idea de la gratuidad total de los contenidos en línea. Desde que nacieron las plataformas de consumo audiovisual o musical, cada vez es mayor el número de personas que abonan un precio para tener a su disposición aquello que consideran necesario. Según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), seis de cada diez hogares con internet lo hacen.