Después de que a finales de año viera la luz su primera novela, ‘Vida de ermitaño’, la nueva entrega aforística propone pensamientos escritos con un lenguaje poético a modo de “un diario de ideas y ficciones”, de “textos breves narrativos, líricos y reflexivos”, como “un cuaderno de escritura fragmentaria, múltiple, concisa y transversal”, con “pensamientos, poemas en prosa, apuntes y microrrelatos”. 

El escritor y filósofo Ignacio Gómez de Liaño define ‘La serenidad por fin’ como una obra en la que el autor “revela sus secretos”, que son “los secretos del lector, los amargos secretos del simple hecho de existir”.

El libro está hecho de “filosofía y música, razón y delirio, precisión y amplitud, en el que lo máximo se armoniza genialmente con lo mínimo, y el relato con las ideas”.

Tres aforismos
Mis libros de aforismos, en realidad, son un diario continuo, no de lo que me sucede, sino de los pensamientos que tengo tras lo que me sucede. Escribo mi biografía mental en pequeñas dosis. Parto de la experiencia para llegar a la conciencia.

Escribir se parece a llenar una botella sin embudo. Una parte del líquido entra y otra la derramamos. La culpa no es de la botella, la culpa es de nuestro pulso. Siempre se pierde algo al pasar de la idea pensada a la idea escrita. Entremedias, hay un pequeño orificio lingüístico que nos hace temblar.

Me encuentro más a gusto dentro de la categoría de los poetas menores porque los poetas mayores me asustan y suelo faltarles al respeto. Prefiero la escasa consideración porque la gran consideración me aplasta con tantos elogios. Estoy contento siendo un escritor minoritario que, sin embargo, recela y no se fía de las minorías selectas.