El juicio, que ha sido celebrado en la mañana de este miércoles en la Audiencia Provincial de Ávila, ha contado con los testimonios de los padres de la menor, la mujer del acusado (abuela de la víctima), así como de las peritos psicosociales. Por su parte, no ha sido necesaria la declaración de la víctima debido a que no se ha querido enfrentarla a una segunda victimización por tener que revivirlo de nuevo.
Los hechos comenzaron cuando la menor tenía 13 años y continuaron durante tres más, cuando su abuelo aprovechaba que estaba sola para agredirla sexualmente, incluso empleando la fuerza física. Las últimas dos agresiones ocurrieron en diciembre de 2019, en Nochebuena y en Navidad, momento en el que la menor ya no pudo aguantar más en silencio y confesó las agresiones de las que había sido víctima por parte de su abuelo paterno.
Tanto la fiscalía, como la acusación particular y la defensa sitúan al menos una de las agresiones en la localidad de Parla (Madrid); sin embargo la fiscalía y la acusación particular sitúan más agresiones tanto en Sotillo de la Adrada como en el apartamento que los abuelos tenían en Torrevieja (Alicante).
Se me fue la pinza
Durante el interrogatorio, el acusado ha reconocido haber mantenido algún tipo de acto sexual con la menor en su casa de Parla: “Fue en la cocina, se me fue la pinza. Ella no hizo ni dijo nada. Ella consintió”, ha confesado el autor sobre lo que hizo a su nieta y la actitud de una niña que apenas tenía 13 años y sobre la que él ejercía una situación de superioridad, no solo por la diferencia de edad, también por el parentesco, tal como ha defendido la fiscalía. Sin embargo, ha negado que hubiese penetración, si bien a los peritos psicosociales del Colegio de Médicos de Ávila sí los reconoció que aquello sucedió, aunque en la vista oral lo ha manifestado de forma ambigua: “Le di un restregón con la minga en el chumino”.
Lo mismo ha sucedido con los episodios ocurridos en el apartamento de Torrevieja, sobre los que la fiscalía ha indicado al acusado que a las psicólogas las confesó las agresiones sexuales e incluso, llegando a declarar que no usaba preservativo, porque “lo echaba fuera”. Argumentos que hoy el acusado ha negado en sala. Sobre lo sucedido en la casa de Sotillo de La Adrada, el acusado también ha negado los hechos, a pesar de reconocerlo en los informes psicosociales.
Otro de los puntos destacados durante el interrogatorio ha sido una conversación grabada entre el acusado y su mujer en la que él aseguraba que “eso no era una violación, porque ella lo había consentido”.
Lo que sí ha reconocido es la llamada que realizó a su hijo y padre de la víctima para pedirle perdón por lo que había hecho, asegurando que se arrepentía de todo.
Durante la vista oral, que ha durado cuatro horas, no ha sido necesaria la declaración de la menor para no revictimizarla por tener que revivir los hechos una vez más. Sí ha tenido que testificar su madre, a quién la víctima relató lo sucedido tras la cena de Nochebuena de 2019, día que también fue agredida.
¿Por qué a mi hija?
La madre ha relatado que, como consecuencia de todos estos hechos, la menor ha estado ingresada durante un año en la Clínica de Salud Mental en Guadarrama. Además de haber tenido dos intentos autolíticos. “No hay día que no me levante pensando ¿por qué a mi hija?, ¿por qué a mi hija?”, repetía la madre de la menor. Una intervención ante la que el presidente de la sala ha preguntado si era necesario parar. Ella también está en tratamiento psiquiátrico para poder gestionar lo sucedido.
Por su parte, el padre de la víctima ha señalado que sí podían intuir que la pasara algo, porque su hija era muy espabilada y se quedó “apagada”. Si bien ha reconocido que, en el momento que su hija le confesó las agresiones de su abuelo, llegó un momento en el que prefirió no saber nada y, al igual que la madre de su hija, está en tratamiento psiquiátrico por lo que su padre le ha hecho a su hija.
A pesar de ello, el padre ha reconocido que la menor le detalló que en la casa de Sotillo de La Adrada, fue penetrada y obligada a practicar sexo oral por su abuelo. Al igual que en Parla, cuando fue a buscarla al Instituto y la agredió en la cocina de su casa. También ha relatado cómo su padre (el abuelo de la víctima) obligaba a la menor a realizarle tocamientos o la abofeteaba.
El acusado se valía del silencio de la víctima durante tantos años pues la amenazaba con matar a su abuela (la mujer del acusado) sin contaba algo, ya que ambas tenían muy buena relación. Motivo que llevó a los padres de la víctima a llevarse a su casa a la mujer, por miedo a que pudiese atentar también contra la vida de ésta.
¿Por qué acabó contándolo?
Ha resultado sorprendente durante el juicio alguna de las preguntas de la defensa al padre de la víctima, como “¿La niña rechazaba los abrazos del abuelo?” O cuestionando la actitud de la menor: “la niña también agredía a los padres o a profesores”, “Si tan amenazada estaba la niña, ¿por qué acabó contándolo?, incluso las decisiones de la abuela: “Por qué volvió la abuela otra vez con su marido?”.
La parte testifical de la abuela y mujer del acusado podría haber dado para un juicio aparte. Ha confesado el alcoholismo de su marido y la personalidad agresiva de éste, llegando a reconocer violencia física en alguna ocasión. Asimismo, ha detallado que, tras la denuncia de la menor y estar cinco meses viviendo en Parla, volvió con su marido porque “no se quería divorciar”. Algo que su hijo y la mujer de éste (padres de la víctima) intentaban que se produjera.
Si bien reconoce que hubo una llamada de teléfono grabada, en la que el acusado confiesa que pasó “algo” y ella “se enfadó muchísimo”, hoy en el juicio ha reconocido que no creyó a su nieta cuando se lo contó, porque era “muy mentirosa a veces”. Aunque la sigue “queriendo”. Una credibilidad que se contradice con lo que testificó a los peritos psicosociales a los que sí les confirmó que creyera a su nieta.
Se quedaba quieta
Cabe destacar el informe realizado por el equipo de periciales designado por el tribunal al acusado, quienes le realizaron una entrevista en la que, según han declarado en el juicio, reconoció los hechos y relató que sucedieron hasta en dos ocasiones en Torrevieja y Parla, por lo que los peritos concluyen que ocurrieron en más de dos ocasiones en ambos sitios. Además, aunque en un primero momento negó los hechos de Sotillo, acabó narrando que en esa casa no utilizaba preservativo, así como el lugar del inmueble en el que ocurrían las agresiones.
También han destacado sobre el procesado que durante la entrevista se mostró arrepentido, con sentimiento de culpabilidad, aunque se excusaba en el consentimiento de la víctima, porque “se quedaba quieta”. Y es que el acusado no se esperaba la denuncia, después de cuatro años agrediendo sexualmente a su nieta y contando con el silencio de ésta. Un choque de realidad para él puesto que lo que le preocupaba era la cárcel, por lo que se planteó el suicidio, pero no por lo que había hecho, sino por entrar en prisión.
Discapacidad del 65%
En cuanto al informe de la menor, han establecido ser un puzzle que acabó encajando. Además, no han establecido ningún motivo para denunciar en falso porque la familia, tras saber lo ocurrido, fueron a su psiquiatra de siempre y fue éste quien los informó del procedimiento a seguir.
En este punto cabe mencionar, que la menor tiene una discapacidad del 65 por ciento, que ha quedado al descubierto tras las evaluaciones y peritaciones psicológicas y psiquiatras a las que ha tenido que ser sometida como consecuencia de la denuncia por agresión sexual de su abuelo.
Nadie pidió un informe de discapacidad
Por otra parte, las trabajadoras sociales que evaluaron a la menor y que han sido llamadas por la acusación particular, han denunciado que nunca antes, ningún profesional había detectado la discapacidad de la menor, a pesar de los trastornos que la fueron diagnosticados. Y es que en 2015, estaba siendo tratada por salud mental, al igual que en 2012 por el colegio en el que estudiaba y “nadie pidió un informe de discapacidad”.
Asimismo, han indicado que entre las secuelas que va a padecer la menor de por vida se encuentran el fracaso escolar, la indefensión por sí misma, la distorsión de la sexualidad y de su propia identificación sexual.
Una vez expuestas las conclusiones de cada una de las partes: ministerio fiscal, acusación particular y defensa; el acusado ha tenido derecho a la última palabra antes de que haya quedado visto para sentencia. Una oportunidad en la que el abuelo ha asegurado que “solo lo ha hecho una sola vez, en Parla, nada más”, añadiendo sobre el resto de hechos que “se lo ha dicho la madre a la hija, que lo diga para ir a por los cuartos (refiriéndose al dinero)”.
Peticiones de penas
Por todo ello, la fiscalía pide 14 años de cárcel, prohibición de aproximarse a menos de 300 metros de la víctima y de comunicarse con ella durante 10 años desde su puesta en libertad, así como la imposibilidad de ejercer cualquier profesión u oficio que conlleve contacto con menores de edad por un tiempo superior a 5 años desde su salida de prisión. También una indemnización de 30.000 euros, si bien la fiscalía pedía 15 años de cárcel en un principio, pero que “con un atenuante ha reparado parte del daño causado, antes del juicio” al entregar una cuantía económica. Una petición que responde a un delito continuado de agresión sexual, ya que durante el periodo en el que la niña tuvo entre 13 y 15 años, en determinadas ocasiones cuando estaba con los abuelos, tanto en Torrevieja, como en Parla como en Sotillo; el abuelo la agredía, a veces mediante tocamientos y otras mediante penetración.
Por su parte, la acusación particular pide 15 años de cárcel, prohibición de aproximarse a la víctima a menos de 300 metros y comunicarse con ella durante, al menos, 10 años a partir de su puesta en libertad, y una indemnización económica de 241.190,27 euros por los daños causados.
Por otra parte, la defensa pide la libe absolución del acusado. Y, en caso de que fuera condenado, pide la aplicación de tres atenuantes: la reparación del daño más la responsabilidad civil que pide el Ministerio Fiscal, la de confesión del acusado puesto que ha declarado que uno de los hechos (en Parla) sí que ha ocurrido y que, por tanto en tienden que es el único que está “en tela de juicio”. Y el tercero dilaciones por el retraso del procedimiento como consecuencia de la pandemia,
Mariano | Viernes, 26 de Mayo de 2023 a las 16:38:34 horas
Si esto es una condena, ha abusado de una menor, con intimidación, aprovechándose del lazo de familia, 30 años me parecerían pocos, pero cumplidos día a día, e indemnización económica 300.000 euros y me quedo corto.
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